Sebastián Piñera se apoya en la derecha dura y renueva por quinta vez su gabinete
SANTIAGO, Chile.- Golpeado por el último revés que significó la aprobación del retiro del 10% de las pensiones para enfrentar la crisis económica, el presidente Sebastián Piñera realizó una profunda reestructuración en su gabinete, que incluyó la llegada de rostros del ala más dura de la derecha chilena.
El cambio de ministros -el quinto que se produce durante el segundo mandato de Piñera-, se concretó en seis carteras y en medio de la crisis interna de Chile Vamos, la coalición oficialista. La fractura se produjo tras el apoyo de varios parlamentarios del sector a la reforma constitucional al sistema de jubilaciones, y pese a los innumerables esfuerzos del gobierno por rechazar la iniciativa.
"Convoco a este nuevo gabinete y a todo Chile Vamos a emprender una nueva etapa para nuestro gobierno y para nuestro país, con un verdadero espíritu constructivo, con convicción, con unidad, con fe y con esperanza", dijo Piñera, tras la asunción de sus nuevos colaboradores.
Entre los principales cambios realizados por el mandatario para intentar recuperar el control de la agenda, se desplazó a los titulares de las carteras de Interior, Relaciones Exteriores, Defensa, Secretaría General de Gobierno y Presidencia, y Desarrollo Social.
La movida, además, significó la salida de Gonzalo Blumel del Ministerio de Interior, uno de los políticos que emergió tras el estallido social de octubre del año pasado por su perfil más dialoguista y liberal. Sin embargo, en las últimas semanas su posición se fue debilitando y se transformó en el centro de las críticas de la derecha por ser incapaz de alinear a su sector en torno a rechazar la idea del retiro del 10% de las pensiones.
En su reemplazo, Piñera optó por el senador Víctor Pérez, militante del partido derechista Unión Demócrata Independiente (UDI), y reconocido por su perfil duro y su rechazo al cambio de Constitución generado tras el acuerdo político por la revuelta social. Defensor del golpe militar de 1973, cercano a las Fuerzas Armadas, y designado por el propio Augusto Pinochet como alcalde de la comuna de Los Ángeles en los años ochenta, el nombramiento de Pérez generó una serie de reacciones en el mundo político.
Por otra parte, Karla Rubilar (que estaba a favor del plebiscito constitucional) dejó la Secretaría General de Gobierno para asumir en el Ministerio de Desarrollo Social, mientras que Cristián Monckeberg tomó el mando en la Secretaría General de la Presidencia. El ex diputado de la UDI, Jaime Bellolio, fue designado como nuevo vocero.
Reordenar las filas
"Es el retorno de un gabinete más político para intentar ordenar al oficialismo y que busca controlar la agenda política del plebiscito y de la gestión de crisis de la pandemia, así como llegar más robustos a la campaña plebiscitaria que ya está en carrera", dijo a LA NACION el analista político Máximo Quitral, de la universidad UTEM.
"Es como institucionalizar al conglomerado y tener más llegada del discurso oficial hacia la opinión pública. Con todo lo que está pasando producto de la pandemia y con las pugnas dentro del oficialismo, sería un suicidio político para Piñera que la coalición de gobierno llegue dividida al plebiscito de octubre", añadió.
Otro de los nombres destacados es Andrés Allamand en Cancillería, una de las figuras más reconocidas de la vieja guardia de la derecha chilena y que lideró el rechazo de una nueva Constitución y al retiro parcial de las jubilaciones.
En contraste, Piñera designó a Mario Desbordes en Defensa, en una nominación que provocó diversas lecturas: desde contrapesar el perfil duro de los nuevos colaboradores del mandatario, hasta atenuar su propia incidencia. Desbordes se desempeñaba como presidente del partido Renovación Nacional, y era un incordio para el propio gobierno por su posición más cercana al centro.
"Lo que hace Piñera es entender que, si bien no van a poder levantar proyectos importantes por su minoría parlamentaria, por lo menos van a poder bloquear esas iniciativas, que fue lo que pasó con el retiro del 10% de los fondos de pensión", dijo a LA NACION Kenneth Bunker, doctor en Ciencias Políticas del London School of Economics.
"Es un endurecimiento de la postura del gobierno. Gira desde una posición abierta al diálogo, con algunas características liberales, a una posición más agresiva, cerrada y conservadora. Y tiene que ver con que el gobierno se dio cuenta que el principal problema no está en la oposición, sino en el propio oficialismo", cerró el analista.
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