Piñera, el líder que se hizo solo y solo se va
En la librería Antártica del Parque Arauco, el shopping favorito de los santiaguinos, se puede conseguir ¿Por qué no me quieren? , del sociólogo Eugenio Tironi, un libro exitoso. Mucho más exitoso, por lo menos, que su principal personaje, el presidente Sebastián Piñera, algo que tal vez no sea difícil de lograr.
Salvo por el capítulo de los 33 mineros, la popularidad del mandatario siempre estuvo por debajo del 50%. Hoy ronda el 40%. Pero no sería justo evaluar la gestión de un presidente exclusivamente a partir de su popularidad. Menos si se trata de uno considerado "yeta" , a quien los hinchas de la U de Chile le suplicaban que no asistiese a la final de la Copa Sudamericana de fútbol, en 2011, cuando el equipo llegó a esa instancia. Y, sí: Piñera no fue y la U ganó.
El llamado "Berlusconi chileno" tuvo muchos e importantes logros. En materia económica, el país creció a un promedio del 5,5% anual; la inflación se contuvo y está por debajo del 3%, y el desempleo bajó del 9,6 a sólo 6%. Pero Piñera falló en hacerles ver a los chilenos que esos logros fueron el resultado, en parte, de su gestión, de sus acciones.
Más allá de su falta de carisma y empatía con la gente, de sus metidas de pata, los analistas coinciden en que Piñera hizo un buen gobierno, pero fue un mal líder. En materia política, si bien logró darle mayor legitimidad democrática a la derecha -al ser el primer presidente de la Alianza en gobernar tras el fin de la dictadura-, no logró afianzar su liderazgo dentro del sector ni formar una nueva derecha progresista y plural, como pretendía.
En el complejo juego entre continuidad o cambio, Piñera no contentó ni a conservadores ni a progresistas dentro de su coalición, y la famosa "nueva derecha" quedó archivada en un cajón. "Piñera no capitalizó sus éxitos en una fuerza política que lo suceda. No dejó siquiera un heredero", dijo Tironi a LA NACION.
Los intereses personales del presidente, con un ojo siempre puesto en 2017, prevalecieron muchas veces por los de su alianza. En busca de popularidad, Piñera no dudó en pegarle duro a su sector, sobre todo en la recta final de esta campaña, como cuando acusó a la candidata oficialista Evelyn Matthei de haber cometido "un error" al votar por el sí en el plebiscito de fines de los ochenta que buscaba mantener a Pinochet en el poder. O cuando cerró el Penal Cordillera, donde militares condenados por delitos de lesa humanidad llevaban un régimen de privilegio.
Frente a una elección dada por perdida, el presidente optó, en suma, por cuidar y aumentar más su capital político antes que beneficiar a la derecha, completamente fragmentada. Y es que Piñera se hizo solo. Y solo se va.
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