Pese a que no fue ni el peor ni el más temido, este terremoto cambió la geografía de Chile
En los lugares cercanos al epicentro, el continente "se estiró" por lo menos un metro; Tongoy quedó casi convertida en una isla y varios playas desaparecieron
SANTIAGO, Chile.- Si al momento del terremoto del miércoles pasado alguien hubiera estado sentado en el muelle de Coquimbo, al concluir el movimiento habría terminado un metro más al Oeste. Eso fue lo que "se estiró" el continente en los lugares más cercanos al epicentro del sismo de 8,4 en la escala de Richter.
Sergio Barrientos, director del Centro Sismológico Nacional de Chile, grafica de esa manera uno de los efectos que causan los grandes remezones telúricos. "Estamos descubriendo que con este terremoto la costa se movió poco más de un metro mar adentro. En el sismo del Maule, en 2010 [de 8,8 en la escala de Richter], fueron cinco metros. Calculé que entonces nos agrandamos 140 hectáreas, pero entre sismos, Chile se comprime y pierde 3,5 centímetros al año", explica.
Los terremotos suelen cambiar la geografía de los lugares que afectan y esta vez es en la ciudad de Tongoy donde eso más se pueden apreciar.
Como está ubicada en una península, esta localidad terminó prácticamente dividida en dos tras recibir el impacto de cuatro olas del tsunami, que vinieron del Norte y del Sur y dejaron la parte del itsmo convertida en una isla. Los datos de Barrientos y de centros sismológicos alemanes que monitorean la actividad, agregan que el movimiento hizo que el territorio costero se hundiera entre 10 centímetros y medio metro.
También desaparecieron balnearios, como la propia playa de Tongoy, Totoralito o las caletas de Guayacán y Peñuelas. Ocurre porque cambia la corriente y porque la marejada transporta objetos, llevándose la arena suelta.
"Las playas cambian su morfología, pero lo más probable es que vuelvan a recuperarse y se forme arena, aunque en cientos de años", explica Barrientos y agrega que en las próximas semanas viajará a los pequeños poblados costeros al sur de Tongoy, donde aún no se ha revisado el impacto del sismo.
Cree que el levantamiento del terreno puede haber sido mayor y que las olas del tsunami también pueden haber sido más altas que los 4,5 metros que alcanzaron en Coquimbo. "Nos vamos a encontrar una sorpresa cuando midamos", dice.
Pese a todos los cambios geográficos que provocó un remezón como el último, geofísicos y sismólogos coinciden en que no es el más grande que esperaban en el centro-norte de Chile y que aún deberían venir otros dos más fuertes.
Aunque no se pueden predecir los terremotos, los científicos avanzan en el estudio de las placas de Nazca y Sudamericana, donde se originan los más potentes.
Con datos obtenidos en sus últimas investigaciones, Marco Cisternas, académico de la Escuela de Ciencias del Mar de la Universidad Católica de Valparaíso, logró reconstruir y proyectar la historia sísmica chilena y puede decir lo siguiente: "Este terremoto ocurrió en un lugar donde ya hace años no ocurría uno, pero el tamaño no es todo lo grande que se podría esperar para ese segmento. Hay un espacio mucho más grande de energía acumulada. No sabemos cuándo puede ocurrir, pero sí sabemos es que el último gran terremoto acá ocurrió hace 300 años, en 1730, con un tsunami que tuvo gran destrucción en Japón. Estimamos que la magnitud fue de 9 grados en la escala de Richter".
Un terremoto 9 o más es considerado terremoto gigante (es 30 veces más grande que uno de 8 grados). Ocurren cada 300 años y la zona de fractura abarca 1000 kilómetros. El de Illapel hace tres días tuvo una fractura de 200 kilómetros y el de 2010 fue de 500 kilómetros.
"En este terremoto se esperaba algo más grande, pero ocurrió algo pequeño. En Iquique el 2014 fue lo mismo [corresponde a otra zona sísmica, entre Ilo, en Perú, y Pisagua]", agrega Cisternas.
Mientras los científicos ya comienzan a preparar sus viajes de investigación a Coquimbo (por ejemplo, Marco Cisternas buscará las huellas geológicas que dejó el tsunami), en toda la zona afectada comenzaron las labores de limpieza.
Por su parte la presidenta Michelle Bachelet, después del Te Deum en Santiago que abrió las fiestas patrias chilenas, regresó ayer al Norte Chico a recorrer los lugares destruidos. El número de muertos subió a 13 (un hombre fue hallado desnudo en calle Baquedano, en Coquimbo) y los damnificados organizaron asados entre los escombros para celebrar fiestas patrias y recibir a los voluntarios que llegaron a ayudar.
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