Pese a las tensiones con la derecha, el Vaticano apuesta por una buena relación con Meloni
Aunque en la Santa Sede reina la prudencia y la consigna es “esperar y ver”, muchos creen que la futura primera ministra de ultraderecha, quien puso el foco en el cristianismo durante la campaña, se llevará bien con la Iglesia católica
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ROMA.- Si bien siempre hubo una guerra silenciosa entre el papa Francisco y Matteo Salvini, el líder de la derechista y xenófoba Liga, en el Vaticano confían en que la relación con Giorgia Meloni, la gran ganadora de las elecciones del 25 de septiembre y futura primer ministra, será mejor. Salvini, socio de Maloni y famoso por bloquear puertos italianos a los barcos que rescataban a inmigrantes cuando fue ministro del Interior en 2018 y por ponerse una remera con la leyenda “Benedicto es mi papa” en mítines en los que aparecía con rosarios al cuello, nunca tuvo sintonía con Francisco.
Pero todo puede cambiar con Meloni, quien también cuenta en su coalición al expremier Silvio Berlusconi, líder de un partido de derecha moderado que, más allá de sus escándalos judiciales y sexuales, siempre se llevó bien con el Vaticano al ponerse de su lado a la hora de las batallas en el Parlamento por temas de ética y por esos llamados “principios no negociables” de los católicos conservadores.
Aunque en el Vaticano reina la prudencia y la consigna es “wait and see” (“esperar y ver”), muchos apuestan a que Meloni, líder del postfascista Hermanos de Italia, cuyo lema es “Dios, patria y familia”, se llevará bien con la Iglesia Católica y con el Vaticano.
La propaganda di demonizzazione contro di noi ha inasprito animi e diviso gli italiani. Noi lavoreremo per unirli: non è tempo di polemiche strumentali, ma di responsabilità.
— Giorgia Meloni (@GiorgiaMeloni) September 30, 2022
Nostro obiettivo al Governo sarà rappresentare e difendere gli interessi e i diritti di tutti i cittadini pic.twitter.com/85q7rOvkmW
“El Vaticano no quiere influenciar ni tener injerencia en la política italiana, pero las puertas del Vaticano siempre han estado abiertas para todos, desde el presidente francés, Emmanuel Macron, al primer ministro húngaro, Viktor Orban y también están abiertas para los políticos italianos y estarán abiertas para Meloni”, dijo a LA NACION un monseñor que pidió el anonimato y que subrayó que no era pesimista. “Meloni es una figura que tiene una idea del cristianismo sui generis, pero creo que no debemos prejuzgar ni saltar a conclusiones antes de ver cómo se moverá”, agregó este alto funcionario de la Santa Sede.
Aludió, así, a la retórica inflamada y a las famosas arengas que hizo Meloni a lo largo de su carrera política en la oposición, en las que se autodefinió “mujer, madre, italiana y cristiana” y contraria no sólo a la islamización de Europa, sino también a las familias homosexuales. “¡Sí a la familia natural, no a las lobbies LGTB! ¡Sí a la identidad sexual, no a la ideología de género! ¡Sí a la cultura de la vida, no al abismo de la muerte! ¡Sí a la universalidad de la cruz, no a la violencia islamista! ¡Sí a las fronteras seguras, no a la migración masiva!”, gritó, exaltada, en junio pasado, en un mítin en Marbella en el que respaldó al partido de extrema derecha español Vox.
De 45 años, madre de una niña de 7, Ginevra, y en pareja con Andrea Giambruno, un periodista de la cadena televisiva Mediaset de Berlusconi, Meloni en las últimas semanas de campaña y después del triunfo de su partido con el 26% de los votos, mostró un rostro distinto, más moderado. En el marco de un escenario nacional e internacional complejo –recesión en puertas, guerra en Ucrania, otoño caliente-, Meloni sabe que eso de estar en la oposición quedó atrás y que, como repite desde la madrugada del lunes una y otra vez, “es el momento de la responsabilidad”.
Necesita demostrarse creíble, a la altura del desafío, no sólo ante los italianos y el mundo, sino incluso ante el Vaticano, cuyos palacios Meloni ya ha pisado en el pasado y que espera volver a atravesar habiéndose convertido en la primera mujer al mando del país.
El giro de Francisco
A diferencia del pasado, cuando el Vaticano tenía una fuerte intervención en la política italiana a través del cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado de Benedicto XVI –papa emérito- o a través del cardenal Camillo Ruini, durante 16 años presidente de la Conferencia Epsicopal Italiana (CEI), desde la llegada del papa Francisco las cosas cambiaron. Si bien el Papa es al mismo tiempo obispo de Roma y, por lo tanto, tiene una responsabilidad pastoral sobre el país, prefiere no meterse en la política local. Y delegó este tema a los obispos italianos.
En este marco, no es casual que el nuevo jefe de los obispos italianos sea el cardenal Matteo Zuppi, primer sacerdote de la comunidad católica de San Egidio, figura muy cercana a Bergoglio y conocido por ser un cura callejero, cercano a los últimos. Italia es el único país donde es el Papa quien designa al presidente de la CEI y en mayo pasado, de una terna que le presentaron, eligió a Zuppi, arzobispo de Bologna e incluso considerado por muchos “papabile”.
“A los elegidos les pedimos que desarrollen su mandato con alta responsabilidad y al servicio de todos, empezando por los más débiles”, dijo Zuppi al día siguiente de las elecciones italianas que marcaron un giro a la derecha extrema, en una declaración en la que destacó el momento al rojo vivo que pasa Italia. Mencionó, entre otros problemas, “la poberza que está en un aumento constante y preocupante, el invierno demográfico, la protección de los ancianos, las desigualdades entre los territorios, la transición ecológica y la crisis energética, la defensa de los puestos de trabajo, sobre todo para los jóvenes y la recepción, tutela, promoción e integración de los migrantes”.
Zuppi también dejó en claro que la Iglesia seguirá indicando, “con severidad si es necesario”, el bien común y no el interés personal y la defensa de los derechos inviolables de la persona y de la comunidad, “en el respeto de las dinámicas democráticas y contribuyendo a la promoción de una sociedad más justa e inclusiva”.
Iacopo Scaramuzzi, vaticanista de La Repubblica, destacó que Zuppi “es un hombre de diálogo a 360 grados”, que “sabrá establecer con la futura nueva primera ministra una relación cordial y franca, consciente, además, de que en la galaxia católica también hay quienes ven con beneplácito la victoria de la derecha”.
Lo mismo se descuenta que pasará con el Papa, que tiene una óptima relación personal con el presidente de Italia, Sergio Mattarella y que siempre busca concentrarse en lo que une, más que en las diferencias. En este sentido, se muestra alarmado por la baja natalidad que hay en Italia –”hacer hijos es patriótico”, dijo-, una preocupación que comparte con Meloni.
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