Pese a las presiones, el reformismo iraní resiste
Frustrados por el acoso del régimen, los activistas de la "marea verde" se hacen oír en las redes sociales
DUBAI.- Hace cuatro años, una marea verde inundó las calles de Irán. Con ese color como bandera, y para sorpresa de la nomenclatura, un primer ministro de los albores de la República Islámica, Mir Hossein Moussavi, logró concentrar el deseo de cambio de amplios sectores de la población iraní ante las elecciones presidenciales. Pero el entusiasmo se transformó en rabia cuando las autoridades dieron por ganador a Mahmoud Ahmadinejad.
El Movimiento Verde, como se conoció a la variopinta coalición que respaldó a Moussavi, contestó los resultados durante meses. ¿Dónde están hoy sus simpatizantes? ¿A quién van a votar el viernes en las elecciones presidenciales?
"Ya no hay protestas en las calles, pero las ideas, los deseos de cambio, siguen vivos a la espera de otra oportunidad para manifestarse", dice el periodista Roozbeh Mirebrahimi, en conversación telefónica desde Nueva York.
"La represión silenció a varias organizaciones, periódicos y páginas de Internet, y muchos activistas fueron detenidos o amedrentados para que se mantuviesen callados. No quedó el más mínimo espacio para la crítica. Todos hemos oído hablar de las torturas en la cárcel", explica, por su parte, desde Canadá, Nasrin Afzali, defensora de los derechos de la mujer.
A sus 34 años, Afzali y Mirebrahimi son dos de los numerosos miembros de la Generación K (nacidos bajo Khomeini y educados bajo Khamenei) que se vieron obligados a abandonar Irán por sus inclinaciones reformistas. Su voto hizo presidente a Mohammed Khatami, en 1997. Luego, se desencantaron por la lentitud y falta de calado de sus reformas, pero cuando lo relevó Ahmadinejad, comprendieron lo que sus ocho años de gobierno habían significado y quisieron recuperar la esperanza bajo la enseña verde que agitaba Moussavi.
"El Movimiento Verde está frustrado. Nadie está satisfecho con la situación económica o política, pero no hay espacio para mostrarlo. Existe bajo la superficie", sostiene Omid Memarian, un analista iraní que optó por el exilio tras conocer el triunfo de Ahmadinejad en 2005 y tras haber pasado 55 días en una celda de aislamiento por su actividad como bloguero.
Memarian, de 40 años, no duda en afirmar que "Irán se ha convertido en un Estado policial". Como resultado, el activismo se ha trasladado al ciberespacio.
Todos ellos forman parte de una red informal que intenta mantener viva la llama reformista informando de los abusos que sus colegas dentro de Irán no pueden denunciar y difundiendo esa labor anónima y arriesgada.
"Internet y las redes sociales son nuestro principal instrumento de trabajo. Estamos en contacto con colegas, amigos y familiares. Cada uno tenemos 10.000 o 12.000 seguidores, así nos mantenemos al tanto y tomamos el pulso de la situación", confía Mirebrahimi.
Gracias a esas conversaciones saben que las sanciones han agravado las dificultades económicas de sus compatriotas durante los cuatro últimos años. Ahora, la principal preocupación no es la falta de democracia, sino el paro, la inflación y el precio de los alquileres. Pero los activistas que se han quedado dentro de Irán viven atemorizados.
"La intensa represión hace muy difícil que la gente se exprese", señala Memarian. A ello se suma la ausencia de líderes. Tanto Moussavi como su mujer, Zahra Rahnavard, y Mehdi Karrubí siguen bajo arresto domiciliario, mientras que Khatami no puede salir del país y tiene limitada su capacidad para reunirse con simpatizantes.
Además, coinciden, el régimen ha prevenido de antemano la posibilidad de un candidato fuerte que pudiera ganarse un gran apoyo de los votantes.
El veto a que el ex presidente Akbar Hashemi Rafsanjani vuelva a concurrir a las elecciones constituyó la prueba de que los gobernantes temen la fuerza subyacente del Movimiento Verde. Para Afzali, los numerosos gestos de apoyo que suscitó la candidatura de Rafsanjani "mostraron que la gente aún tiene esperanza".
Pero, como apunta Memarian, las autoridades "no se han arriesgado a que hubiera una alternativa viable en la campaña para evitar otro Khatami, o incluso otro Ahmadinejad".
Se retira un candidato
Cuando faltan cuatro días para las elecciones presidenciales en Irán, uno de los cinco candidatos conservadores, Gholam Ali Hadad Adel, anunció ayer que se retiraba de la contienda. "Me comprometo a evitar cualquier gesto que provoque la derrota de los principalistas", señaló Adel, a través de un comunicado que difundió la agencia de noticias Fars.
Adel, ex presidente del Parlamento y consuegro del ayatollah Ali Khamenei, líder supremo iraní, no formaba parte de los favoritos. Tras su anuncio de retiro, quedan ahora sólo siete candidatos en carrera.
© El País, SL
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