Pese a las crisis y los golpes, vuelven a ser tentadores los países emergentes
Países como Turquía y Brasil captan otra vez la atención ante las tasas cercanas a cero de las economías avanzadas
NUEVA YORK.-En apariencia, éste no sería precisamente el mejor momento para invertir en Turquía. El aeropuerto de Estambul fue blanco de un atentado terrorista, un golpe de Estado frustrado sembró dudas sobre la estabilidad política del país y las agencias de riesgo están degradando la calificación de la deuda turca, todo en el lapso de dos semanas.
Pero ¿cuáles fueron las inversiones globales que más rindieron en la última semana? Los bonos de deuda y las acciones de empresas turcas, que según Merrill Lynch subieron 6,6% y 3,8%, respectivamente, su precio en dólares.
Los mercados emergentes son conocidos por sus giros bruscos y discordantes, pero esta minicorrida hacia Turquía, por breve que pueda ser, pone de manifiesto los riesgos que están dispuestos a correr los inversores ávidos de ganancias en tiempos en que los bonos soberanos de todo el mundo ofrecen tasas negativas. Por eso un bono de deuda turca al 9% anual resulta tan tentador, por más que el país tenga una inflación del 8,7% y en aumento, y que la lira turca esté en franca caída.
Las acciones y bonos de mercados emergentes están en buena racha desde principios del año pasado, liderados por países antes castigados, como Brasil (54% de alza en dólares en 2015) y Sudáfrica (24% arriba durante el mismo período).
Ese auge se vio en parte impulsado por un cambio de humor de los inversores que habían elegido retirar sus castigados activos de esos países. En su conjunto, las bolsas de los mercados emergentes están operando con fuertes descuentos frente a sus contrapartes de Estados Unidos y Europa.
El parcial repunte del precio del petróleo, la mayor calma política en Brasil y la creciente sensación de que Pekín no dejará que el yuan se hunda también tuvieron su efecto.
Pero la razón de fondo de este súbito flujo de dinero hacia activos de alto riesgo es la dificultad que enfrentan muchas instituciones, desde grandes fondos de pensión y aseguradoras hasta algunos fondos de cobertura, para generar ganancias en un mundo de tasas de interés negativas.
Esa presión se incrementó aún más desde el shock que sufrieron los mercados tras el Brexit. Como el rendimiento de los bonos se sigue achicando y el mercado accionario bate récords de alzas, los inversores han vuelto a pensar en sus atractivas posiciones en mercados y bonos emergentes.
"En lugares como Europa, Gran Bretaña o Estados Unidos, hay mucho riesgo y ninguna ganancia", dice Gavin Serkin, experto en mercados emergentes de la consultora londinense Frontier Fonds. "En el mundo desarrollado también hay riesgos, pero es un riesgo que paga", agrega.
Y eso incluye hasta a Mongolia, donde la asunción de un nuevo gobierno y la sensación de que el mercado de commodities ha tocado fondo han provocado una estampida compradora de bonos soberanos.
Esos bonos, emitidos en medio de una brusca caída de las materias primas, eran hasta hace poco demonizados como uno de los emblemas de los excesos de los mercados emergentes. Pero desde entonces su cotización se ha ido a las nubes, con rendimientos de entre el 8% y el 16% en el mes de marzo.
Otro de los mercados inesperadamente en auge es Rusia, donde las acciones se han valorizado un 20% anualizado en dólares.
Según los operadores, una de las razones del actual flujo de dinero es que la moneda de esos países está en franca recuperación tras sufrir varios años de apreciación del dólar.
Y aunque la Reserva Federal norteamericana todavía tiene margen para aumentar su tasa de interés, hay menos temor que hace un año a que la tasa suba sostenidamente y absorba el dinero colocado en economías emergentes.
Para los inversores también son una ganga las acciones de empresas de mercados emergentes que han mejorado su rentabilidad en los últimos años pero que siguen operando con descuentos de hasta el 30% respecto de sus pares de mercados desarrollados. "Hay un verdadero cambio de sensación", dice Nick Robinson, administrador de fondos de Aberdeen Investment Management, que maneja 420.000 millones de dólares en inversiones, gran parte en mercados emergentes. "Y no hay que buscar demasiado para encontrar buenos negocios con valuaciones bajas", agrega.
Según el Instituto Internacional de Finanzas, un lobby de bancos que monitorea el flujo global de capitales, el mes pasado ingresaron unos 25.000 millones de dólares de inversiones en mercados emergentes, la mayoría de América latina y Asia. Sumados a los 13.000 millones de dólares que absorbieron esos mercados durante junio, los últimos dos meses reflejan un marcado cambio de opinión, después de uno de los peores períodos históricos de flujo de capitales para los mercados emergentes.
Según los cálculos del Instituto, 81.000 millones de dólares salieron de esos mercados en los meses que siguieron a la amenaza de la devaluación en China, en agosto pasado.
Los economistas del Instituto dicen que el movimiento de capitales se disparó tras la sorpresiva decisión de Gran Bretaña de abandonar la UE, cuando los inversores se refugiaron en la seguridad de los bonos de Japón, Europa y Estados Unidos. Pero cuando el rendimiento en esos países se desvaneció, a fines del mes pasado, los bonos que rendían un 10%, como los del gobierno de Brasil, Sudáfrica y Turquía, empezaron a resultar atractivos. Y más aún cuando se los comparaba con Italia, donde papeles similares ofrecían un 1% incluso en medio de los crecientes temores de que su crisis bancaria obligue al país a abandonar el euro. O Japón, donde en julio los inversores tomaron la extraordinaria decisión de pagar por prestarle dinero a 20 años a un gobierno que tiene el mayor peso de deuda externa de cualquier país desarrollado.
Las insignificantes ganancias que se ofrecen actualmente son resultado de una era de activismo sin precedente en materia de política monetaria, durante la cual los bancos centrales de todo el mundo compraron el 15% del total de bonos soberanos y corporativos para estimular la recuperación económica. Para Jan Dehn, jefe de investigaciones en la consultora londinense Ashmore, ésa es la razón de que haya tanta diferencia entre el rendimiento de los bonos en los países desarrollados y en los emergentes. La mayoría de los inversores ha ignorado a los emergentes y ha seguido los pasos de los bancos centrales.
Traducción de Jaime Arrambide
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