Pese a las amenazas, todos tienen razones para evitar una guerra total
TOKIO.- A medida que las tensiones aumentan en la península coreana, una cosa sigue siendo cierta: todas las partes tienen buenas razones para evitar una guerra total. La última allí, hace seis décadas, dejó unos cuatro millones de muertos. Los líderes norcoreanos saben que ir a la guerra sería suicida: a largo plazo, no pueden esperar derrotar ni a Estados Unidos ni a Corea del Sur.
La guerra también sería horrorosa para la otra parte. Los surcoreanos podrían sufrir bajas en cantidades increíbles. Washington vería cómo un importante aliado quedaría desestabilizado y aumentarían dramáticamente las tensiones con China, aliado de Corea del Norte.
En la península coreana reina un precario equilibrio de poder que mantuvo a la zona cerca de un conflicto desde que, en 1953, concluyó la guerra de tres años. Pero, pese a la ruidosa retórica y a las amenazas, los líderes a ambos lados de la zona desmilitarizada evitaron volverse a poner al borde del abismo, por varias razones.
El mar de fuego. Incluso sin armas nucleares Corea del Norte tiene un as bajo la manga. La mayoría de los expertos creen que posee suficiente poder militar convencional como para devastar Seúl, la pujante capital surcoreana, y sus alrededores, que suman 24 millones de habitantes. Un ataque dejaría muchos muertos en un breve período.
La mayoría de las baterías de artillería ya están en posición de atacar, ocultas bajo el terreno, lo que significa que las fuerzas norteamericanos y surcoreanas no pueden anularlas.
Las armas más amenazadoras de Corea del Norte son sus baterías de artillería Koksan de 170 milímetros, que tienen 14 metros de longitud y pueden arrojar morteros convencionales a una distancia de 40 kilómetros. Eso es insuficiente para llegar hasta Seúl, que está a 50 kilómetros de la zona desmilitarizada, pero si los norcoreanos usaran proyectiles asistidos por cohetes, podrían alcanzar unos 60 kilómetros. Las armas químicas disparadas desde allí podrían provocar un gran caos.
Pero no todo el mundo cree que Corea del Norte podría hacer valer sus amenazas de crear "un mar de fuego" en Seúl. Roger Cavazos, experto en seguridad y ex oficial del ejército norteamericano, escribió el año pasado que las grandes armas de los norcoreanos tienen una elevada tasa de proyectiles lanzados que no explotan, aunque podrían matar a decenas de miles de personas, iniciar una guerra y provocar un daño enorme antes de que el régimen caiga.
Ataques preventivos. Corea del Norte afirma que está desarrollando armas nucleares y misiles de largo alcance para impedir que Estados Unidos o Corea del Sur ataquen primero. El razonamiento es que Washington no lanzará un ataque preventivo si Pyongyang puede arrojar una respuesta inmediata y devastadora.
No se cree que Corea del Norte tenga la capacidad de fabricar un arma nuclear tan pequeña que quepa en un misil de largo alcance capaz de llegar a Estados Unidos. Pero Pyongyang sigue buscando avances tecnológicos, por creer que necesita misiles con ojivas atómicas capaces de llegar a Washington para tener un elemento creíble de disuasión.
El dilema de China. Sin ella, Corea del Norte no existiría. Los chinos pelearon junto a ellos en la Guerra de Corea y desde entonces respaldan al país con ayuda económica. Pero con el paso del tiempo Pekín llegó a sentirse frustrado con el gobierno norcoreano por su programa nuclear. China y Estados Unidos trabajaron juntos en redactar una resolución de la ONU que sanciona a Pyongyang por su prueba atómica del 12 de febrero pasado.
Pero China aún tiene razones válidas para no querer que el régimen se derrumbe repentinamente.
Una guerra en la península coreana podría desatar un éxodo de norcoreanos a través de su porosa frontera de 1300 kilómetros, que a su vez podría llevar a una crisis humanitaria. La caída de Pyongyang propiciaría que Washington establezca bases militares más cercanas al territorio chino, o la creación de una Corea unificada sobre la que Pekín tendría menos influencia.
China, la segunda economía del mundo, también sostiene un comercio significativo con Corea del Sur y Estados Unidos. Una inestabilidad en la península coreana podría afectar esas economías.
Patrick Cronin, experto en Asia en el Centro para una Nueva Seguridad Norteamericana, dijo que Pekín está ayudando a establecer negociaciones secretas con Corea del Norte para hacer que las tensiones disminuyan. Pero advirtió que es improbable que la Casa Blanca se granjee a China como un socio confiable contra Pyongyang.
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