Pese a la guerra en Ucrania, Xi Jinping profundiza su apuesta a largo plazo por Rusia
El presidente chino, histórico admirador de Putin, fortalece los vínculos entre ambos países con un incremento del intercambio comercial y asociaciones en materia energética
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NUEVA YORK.– En los últimos meses, el líder chino, Xi Jinping, trató de poner distancia pública entre Pekín y Moscú, ante los sucesivos reveses sufridos por los rusos en su guerra en Ucrania. Pero detrás de las apariencias diplomáticas, Xi sigue profundizando su apuesta a largo plazo por Rusia.
Según los asesores de políticas públicas de Pekín, en las últimas semanas Xi dio instrucciones a su gobierno para reforzar sus vínculos económicos con Rusia y consolidar una relación comercial que este año, frente a las sanciones de Occidente, se convirtió en un verdadero salvavidas para el Kremlin.
El plan prevé un incremento de las importaciones de petróleo, gas y productos agrícolas rusos, nuevos emprendimientos energéticos conjuntos en el Ártico, y un aumento de las inversiones chinas en infraestructura en Rusia, como la construcción de puertos y líneas de trenes.
Además, las transacciones financieras entre Rusia y China son cada vez más en rublos y yuanes, en vez de en euros o dólares, una jugada con la que ambos países buscan blindarse de futuras sanciones en su contra y de paso ampliar la circulación de la moneda china en el mundo.
Pero el afianzamiento de los lazos es apenas último giro de una relación bilateral que se intensificó justo antes de la invasión rusa, cuando en una declaración conjunta ambos países afirmaron que “no había límites” para su asociación. Después de haber parecido titubear sobre alinearse tan claramente con Moscú, desde entonces China dio pasos concretos para consolidar la cooperación.
“El fortalecimiento de las relaciones de China con Rusia va más allá de la invasión rusa”, dice Yun Sun, directora del programa de China en el Centro Stimson, un grupo de expertos con sede en Washington. “Y es probable que muy pronto la relación se estreche aún más.”
En una declaración formal, la cancillería china manifestó que “China y Rusia son socios estratégicos, cooperativos e integrales mutuamente. El desarrollo de las relaciones bilaterales se basa en los principios de no alianza, no confrontación y no ataque a terceros”.
El servicio de prensa del Kremlin no respondió a una solicitud de comentarios.
Un salvavidas
La asociación de China con Rusia contribuyó a que Moscú esquivara las peores consecuencias económicas de las sanciones occidentales, lo que a su vez permitió que Vladimir Putin continuara con su guerra. Pero el vínculo también está fogoneando una grieta global, obligando a muchos países en desarrollo que dependen del comercio con China a tomar partido en el conflicto.
Hace mucho que Moscú y Pekín buscan erosionar la influencia de Estados Unidos en el mundo, un objetivo común que se ha enfocado aún más en los últimos años, ahora que ambos países confían en que pueden remodelar un orden internacional que siempre vieron como sesgado a favor de Occidente y sus aliados.
La histórica admiración de Xi por Rusia y por Putin no hizo más que reforzar los intentos del mandatario chino para mejorar los lazos con su vecino del norte. Para el año próximo está prevista una visita de Xi a Moscú, probablemente después de las sesiones legislativas de China en marzo, según les dijo recientemente a los periodistas Igor Morgulov, embajador de Moscú en Pekín: de producirse, ambos líderes se habrán encontrada cara a cara 40 veces.
La cancillería china dijo que Pekín y Moscú “continuarán realizando intercambios en todos los niveles”.
Escalada
De todos modos, en los últimos meses la escalada de la guerra en Ucrania obligó a Pekín a caminar diplomáticamente por la cuerda floja: para cumplir con su sueño de superar a Estados Unidos y ser la economía más grande del mundo, China sigue necesitando tecnología occidental y buenas relaciones con otras potencias extranjeras.
Además, Xi está en al poder desde 2012 y enfrenta desafíos internos: China atraviesa su peor desaceleración económica en décadas y las severas restricciones por el Covid han provocado una ola de protestas en todo el país. Por otro lado, su entente con Putin lo dejó cada vez más aislado en el tablero mundial.
En los últimos meses, Xi trató de moderar públicamente el tono del acercamiento con Rusia para evitar provocar una reacción negativa colectiva de Occidente, según los analistas internacionales y asesores del gobierno de Pekín. En ese contexto, cabe destacar que Xi les dijo recientemente a otros líderes mundiales que se opone al uso de armas nucleares en Ucrania, después de que Putin amenazara con hacerlo.
China no condena directamente la invasión rusa, pero tampoco entrega armas o brinda apoyo abierto al esfuerzo bélico de Putin.
En marzo, en videoconferencia con el presidente norteamericano, Joe Biden, Xi buscó tomar distancia de la guerra de Rusia, sin condenarla. Según personas al tanto de la conversación, le dijo a Biden que no sabía de antemano los planes de invasión del líder ruso, y que la invitación a Putin había sido en reciprocidad por la invitación del mandatario ruso a la apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi 2014.
Xi se reunió nuevamente con Putin en Uzbekistán en septiembre, al margen de una cumbre regional, un encuentro donde la euforia de la relación “sin límites” de principios de año le dejó lugar a un tono más moderado.
Sentado en extremos opuestos de una enorme mesa ovalada, el líder ruso arrancó con sus críticas a Estados Unidos y expresó su agradecimiento a Xi por “la posición equilibrada de nuestros amigos chinos en relación con la crisis de Ucrania”. Y a continuación agrego: “Entendemos sus inquietudes y preocupaciones al respecto”, sin abundar en detalles.
Durante el intercambio, Xi destacó el papel de China como una superpotencia benigna y se comprometió a trabajar con Rusia para restaurar la estabilidad. Según los asesores políticos de Pekín, el líder chino también quiso aprovechar la reunión para transmitir indirectamente su malestar por la agresión de Rusia a Ucrania.
Pero el verdadero destinatario de ese mensaje, según los asesores de Pekín, eran los aliados europeos de Washington. En ese momento, Pekín estaba en conversaciones con Alemania sobre una visita del canciller Olaf Scholz. Más tarde, en la reunión con Scholz en Pekín, el líder chino dejó en claro que se oponía “al uso o amenazas de uso de armas nucleares”.
A mediados de noviembre reafirmó esa posición en su reunión con el presidente Biden en la isla indonesia de Bali, según informó la Casa Blanca.
“Eso no quiere decir que China esté abandonando a Rusia, pero sí que ahora hacerle un desaire a Rusia le parece aceptable”, dice Sun, del Centro Stimson. “El dominio de China en la relación está creciendo”, agregó.
Por Lingling Wei y Marcus Walker
The Wall Street Journal
(Traducción de Jaime Arrambide)
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