Un boom industrial transformó el municipio de Pesquería en 2014; la ciudad tuvo un crecimiento poblacional del 608% respecto a 2010
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“Antes de que llegaran los coreanos esto era desértico, no pasaba nada, ni las lagartijas querían pasar por aquí”.
Así describe Juana María Arciniega cómo era el municipio de Pesquería antes de que arribaran miles de coreanos a esta zona del área metropolitana de Monterrey, en el estado de Nuevo León, norte de México.
Juana María tiene un puesto de venta de ajo a la orilla de la carretera que comunica a Monterrey con Pesquería.
A cada lado de la vía hay grandes fábricas y bodegas. Por la carretera pasan camiones a toda velocidad y a pocos metros, en un terreno arenoso, está el pequeño quiosco de madera de Juana María, con un aviso que anuncia “Ajo negro natural”.
El aviso está escrito en español y en coreano.
“He leído que a los coreanos les gusta el ajo negro, aquí en Pesquería hay muchos coreanos, entonces hay que venderlo”, dice el hijo de Juana María, quien mandó a hacer el aviso usando el traductor de Google.
A partir de 2014, un boom industrial comenzó a atraer a tantos coreanos a Pesquería, que los mexicanos comenzaron a llamarle “Pescorea”.
Con esa palabra se refieren a los cambios que comenzaron a notar en varias zonas, no solo de Pesquería, sino de otras ciudades del área metropolitana de Monterrey, como Apodaca y San Pedro.
En BBC Mundo viajamos a Nuevo León para conocer el fenómeno de “Pescorea”, y a los coreanos que crearon una comunidad a miles de kilómetros de su tierra natal, con una cultura y costumbres muy distintas, y en algunos casos sin saber español.
Entre ellos nos encontramos con una joven youtuber con millones de seguidores que hace humor con las diferencias culturales de ambos países; comerciantes que aprovechan el auge de las series y la música coreana para vender sus productos; y emprendedores que vieron en México la oportunidad de tener por fin su propio negocio.
Personas como ellos han contribuido a que en los últimos años, en el área metropolitana de Monterrey se note la influencia coreana con tiendas, restaurantes, escuelas, peluquerías, iglesias y puntos de encuentro donde estos migrantes construyen su nueva vida.
De Pesquería a Pescorea
“Yo llegué en 2016 porque recibí una oferta de trabajo en Kia México, y no dudé en aceptarla porque iba a ser una gran oportunidad para mi y mi carrera profesional”, le dice a BBC Mundo Jin Ju Jung, una empleada de la compañía automotriz.
La historia de Jin Ju Jung o Camila, su nombre en México, es muy parecida a la de otros coreanos que desde 2014 llegaron a Pesquería a trabajar en la construcción y puesta en marcha de esta fábrica de automóviles coreana.
La planta es un gigantesco complejo que ocupa un área equivalente a 700 campos de fútbol.
Ahí dentro se respira un aire futurista, con veloces máquinas de última tecnología que contrastan con el ambiente modesto y apacible que se vive a solo 10 minutos en el centro de Pesquería, donde parece que el tiempo se detuviera bajo el calor del mediodía.
Junto a Kia, a Pesquería llegaron compañías constructoras, proveedoras de insumos y de ingeniería que generaron miles de empleos.
De esa manera, el área rural de Pesquería comenzó a transformarse en un gigantesco eje industrial, con fábricas que ocupan lo que antes eran terrenos deshabitados.
En 2020, la población de Pesquería fue de 147.624 habitantes, lo que representa un crecimiento del 608% respecto a 2010, según el portal oficial DataMéxico.
Entre 2018 y 2020, Pesquería fue el municipio que atrajo mayor inversión extranjera directa, incluso más que la Ciudad de México, según la Secretaría de Economía del Gobierno Federal.
Gran parte de ese crecimiento poblacional y económico se debe a la llegada de las empresas coreanas y de otros países a la zona, muchas de ellas relacionadas con la industria automotriz.
En septiembre de 2015, el Instituto Nacional de Migración (INM) informó que durante ese año hubo un flujo de cerca de 8000 coreanos en Nuevo León.
Según Daniel Lee, vicepresidente de la Asociación de Coreanos de Nuevo León, se estima que hoy en el estado viven unos 3000 coreanos.
Una nueva vida
“Para mí, llegar a México fue volver a respirar”, le dice a BBC Mundo Sujin Kim, más conocida como “Chingu amiga”, una youtuber, instagramer y tiktoker con millones de seguidores en sus redes.
En sus videos, Sujin muestra cómo es vivir siendo coreana en México, mostrando las cosas que le llaman la atención y explicando las diferencias culturales entre ambos países.
Sujin llegó a Monterrey en 2017, como parte del fenómeno “Pescorea”. Al principio trabajaba para una compañía coreana, pero luego se dedicó a enseñar coreano y a sus redes sociales.
Sujin cuenta que salió de Corea porque el estilo de vida de su país la sometía a mucho estrés y “presión mental”.
“Estuve enferma durante casi un año, no podía ni comer, no podía hacer físicamente nada”.
“Crecí escuchando que no podía dormir más de 3 horas, ni salir con mis amigas porque debía estudiar”, dice.
“No quería vivir siempre compitiendo”.
Para Sujin, llegar a México fue comenzar “una segunda vida”.
A sus 30 años, dice que aquí vive más tranquila.
Desde su apartamento graba y edita los videos para sus redes y combina su labor de creadora de contenido como profesora de coreano en una universidad.
“Con el fenómeno de “Pescorea” llegaron muchos coreanos, muchos se fueron pero muchos como yo nos quedamos porque nos gustó la cultura”.
“La cultura de aquí cuadra mucho más con mi personalidad, soy coreana pero de corazón latino”, dice Sujin sonriendo.
Ambiente coreano
En el área metropolitana de Monterrey es fácil notar la influencia coreana impulsada por el fenómeno “Pescorea”.
“Uh... pero si aquí casi no hay coreanos”, nos respondió en tono irónico una empleada en el aeropuerto cuando le contamos qué hacíamos en la ciudad.
Un taxista nos contó que cuando trabajaba como ingeniero aprendió algunas palabras en coreano ante la llegada masiva de colegas de ese país.
En la vía que conecta a Apodaca y Pesquería es fácil encontrarse negocios que tienen sus avisos en coreano, como peluquerías, supermercados, restaurantes, agencias de viaje, academias de idioma coreano y de taekwondo, tiendas de cosméticos y oficinas de abogados.
En Guadalupe, otro municipio del área metropolitana, hay una iglesia evangélica para la comunidad coreana. Y junto a la iglesia, está la escuela para niños coreanos.
El béisbol es un deporte muy popular en Corea, y en Monterrey los coreanos tienen su propio equipo en el campeonato local.
“Los letreros cambiaron de estar en español a coreano, era como si ya no estuvieras en territorio mexicano”, le dice a BBC Mundo Claudia Delgado, una joven estudiante que trabaja en un supermercado de productos coreanos en Apodaca.
En esta tienda, que está junto a un salón de belleza y un restaurante coreanos, se venden productos típicos de ese país, desde el kimchi hasta las sopas prefabricadas y el soju, un popular licor coreano.
El impacto que han tenido películas como Parásito, las telenovelas coreanas y el K-pop, han despertado un interés de los locales por los productos de ese país.
“Muchos mexicanos vienen aquí por las series de Netflix”, le dice a BBC Mundo Alejandra Kim, empleada del supermercado coreano, en el que de fondo suena música del grupo BTS.
“Les da curiosidad probar a qué sabe esa comida que ven”.
Algo similar pasa con las tiendas de cosméticos coreanos, especializadas en la K-beauty, como se le conoce a las rutinas de embellecimiento de Corea del Sur.
Los videos musicales de las bandas coreanas y las series en las que se ve a los actores con una piel muy bien cuidada, atraen a clientes mexicanos, según le dice a BBC Mundo Kim Sung-Il, un emprendedor coreano que llegó a Monterrey hace cuatro años a trabajar con una compañía coreana y ahora tiene una tienda de cosméticos.
En Pesquería, junto a un restaurante coreano hay un taller mecánico, ambos propietarios son coreanos que vieron en este lugar la oportunidad de tener su propio negocio.
Pali pali vs “ahorita”
Varios de los coreanos con los que conversamos coinciden en que uno de los aspectos que más les costó descifrar a su llegada a México es la noción del tiempo.
En Corea es muy común la expresión “pali, pali” que significa “rápido, rápido” o “date prisa”.
“La práctica de pali-pali no es simplemente parte de la vida diaria de los coreanos; la rapidez está profundamente arraigada en sus mentes como un valor básico”, según explica el antropólogo Kim Choong-soon en el libro Way Back into Korea (Camino de regreso a Corea).
“Gracias a esta cultura de la prisa, Corea del Sur pudo lograr un tremendo progreso económico y una industrialización en un período muy corto de tiempo”, dice el experto, citado en un artículo de BBC Future sobre la cultura coreana.
“Como nuestra cultura es tan competitiva, tenemos que movernos más rápido que los demás”, dice la youtuber Sujin, que habla bien español, pero lo hace tan rápido que por momentos cuesta entenderle algunas palabras.
Por su parte, Camila sostiene que a “los coreanos les gusta hacer todas las cosas muy rápido, siempre están muy apresurados”.
“En cambio aquí he aprendido a disfrutar un poquito más mi día, tomarme mi tiempo”, dice.
Y en el extremo contrario de “pali, pali”, está el muy mexicano “ahorita”, algo que a Sujin y a Camila les costó entender.
“Para los coreanos, ‘ahorita’ significa ‘en este momento’, pero aquí en México puede ser en 5 minutos, en media hora, en un día, en una semana…me sentía muy confundida”, dice Camila.
“Ahora cuando me dicen “ahorita”, ya sé que tengo que esperar”.
Por su parte, Sujin dice que ya aprendió que “ahorita” significa que sucederá “en algún momento antes de morir”.
Y a esas diferencias culturales muchas veces se les suma la barrera del idioma.
“Quieren todo rápido y te hablan en un español muy limitado, entonces uno queda como ‘quiero hacerlo pero no te entiendo”, dice Claudia, quien maneja las redes sociales del supermercado coreano.
Eréndira Guadalupe Gutiérrez, una de las cocineras en un restaurante coreano en Pesquería, nos contó que como su jefe no habla español, la única manera de comunicarse con él es utilizando el traductor de su celular.
¿Volver?
Hoy “Pescorea” significa más que un fenómeno migratorio.
Para quienes llevan varios años viviendo en el área de Monterrey, vivir ahí significa extrañar un lugar al que no saben si volverán.
“A mi mamá le dije que iba a regresar en dos años, pero ya llevo cuatro años aquí”, dice Sujin.
“Sería un poco difícil volver a Corea, pero tengo a mi familia y amigos ahí, entonces va a ser una decisión difícil”.
Los coreanos con los que conversamos coinciden en que se sienten muy bien acogidos por los mexicanos.
“He escuchado que la cultura asiática en algunos países no es tan agradable para algunas personas, en las noticias también he visto que desde que comenzó esta pandemia tanto en Estados Unidos como en Europa algunos asiáticos fueron golpeados”, dice Camila.
“Acá en México no hemos tenido ningún tipo de racismo... lo contrario, una sincera aceptación y es algo que estoy muy segura que todos o la mayoría de los coreanos estarían de acuerdo conmigo”.
Así, lo que comenzó como una migración impulsada por la industria y los negocios, hoy se ha convertido en una pequeña diáspora que mezcla ambas culturas.
“Si a mi me preguntan si soy mexicana o soy coreana, yo digo que soy mexicoreana”, dice Alejandra Kim, empleada del supermercado.
“No soy ni mexicana 100%, ni 100% coreana, como ‘Pescorea’”.
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