Crisis en Perú: una receta conocida que hizo caer al gobierno y sembró el futuro de dudas
Si alguien puede dar testimonio de la famosa soledad del poder, es el expresidente Martín Vizcarra, expulsado del gobierno con un mecanismo usado en Perú hasta el cansancio,el juicio político. Era una soledad en el sentido más llano posible: no contaba con bancada propia en el Congreso. Ni un solo legislador. Nadie que levantara la voz en su nombre en el recinto cuando la mano venía difícil. Con todos callados, Vizcarra cayó.
La destitución provocó protestas en varias ciudades del país. Vizcarra reunía más adhesiones en la calle que en el Congreso. Hace dos meses se había salvado de un primer juicio político exprés, como el que marcó su final el lunes. Esa vez, algunos de sus críticos cambiaron de parecer en la semana previa y la votación se convirtió en un mero trámite.
Tanto fue un trámite sin trascendencia que antes de dar el veredicto, los legisladores de todas las bancadas debatieron durante una hora y media sobre otro asunto, absolutamente ajeno, antes de retomar, como quien no quiere la cosa, el voto de destitución de Vizcarra. Como si sacar o dejar un presidente fuera cosa corriente.
Y, en realidad, lo es. Su antecesor, Pedro Pablo Kuczynski, renunció en 2018 cuando estaba a punto de ser destituido por este mismo sistema. Se fue horas antes de que lo echaran. O se iba por las suyas o lo humillaban con una votación y sus alegatos.
Como Vizcarra, Kuczynski precisó dos juicios en contra para salir del poder. Se había salvado en diciembre de 2017, arañando las fiestas de fin de año, casi un regalo navideño de la oposición legislativa, que tenía todo listo para expulsarlo de la mesa del poder y dejarlo abandonado en un rincón de la sala como un juguete viejo.
Igual que Kuczynski, sobre Vizcarra pesaban denuncias de corrupción, acusaciones que estaban siendo investigadas por la Fiscalía por supuestos cobros de coimas por obra pública en 2014, cuando era gobernador regional.
Entre los argumentos de sus detractores se mezcló de todo. Incluso la crisis del coronavirus, que dejó al país entre los más golpeados de América Latina e impactó de manera espectacular en una economía que, pese a sus muchas falencias, era de las más activas de la región.
Ahora el tema es cómo se sale de esta nueva crisis política, que se añade a la sanitaria y a la económica, en un país donde el mandato dura hasta el próximo juicio. Se trata de un juicio de "vacancia", según indica la Constitución, durante el cual los legisladores deben dilucidar la "incapacidad moral" del acusado.
"Es una situación de gran incertidumbre. De acuerdo con una encuesta de Ipsos el 78% pensaba que Vizcarra debía culminar su mandato y ser luego investigado por las acusaciones de corrupción que ha recibido, mientras solo el 20% creía que debía ser vacado", dijo a LA NACION el analista político Alfredo Torres.
De un tiempo a esta parte el Congreso se volvió una institución impopular en el país, vista como un organismo que traba sistemáticamente la agenda presidencial, cualquiera sea esa agenda, y que debate más expulsiones de presidentes que proyectos de ley.
"El Congreso votó por una confluencia de intereses y odios personales y ahora la gente protesta en las calles y los acusa de haber cometido un golpe de Estado", añadió Torres. Y afirmó que Manuel Merino, el presidente del Parlamento que llenó la vacancia y juró como nuevo jefe de Estado, asumió su gobierno en una posición se debilidad.
Tampoco la economía va a salir indemne. "Todo esto lo que hace es agudizar la incertidumbre, que ya estaba alta", dijo a la agencia Reuters el economista Carlos Anderson, presidente de la consultora local Instituto del Futuro. "Esto [la expulsión de Vizcarra] sorprendió a todo el mundo, nadie tenía la certeza de que esto iba a pasar".
Incluso los principales candidatos presidenciales, que comienzan a perfilar su estrategia de cara a las elecciones de julio de 2021, se pronunciaron en contra de la decisión del Congreso. No quieren ser vistos como golpistas. Y, sobre todo, no quieren correr la misma suerte y ser denunciados por incapacidad moral a los pocos meses de haber recibido la banda presidencial y entrado con honores y fanfarrias al Palacio de Gobierno.
"El problema, sin embargo, ya no es Vizcarra (…) sino el terrible antecedente y mensaje para los siguientes presidentes que tengan bancadas minoritarias", dijo frente al previsible desenlace el analista político Fernando Tuesta, cuando la destitución del mandatario era casi un hecho consumado y solo faltaban las formalidades.
"Creo que se va a respetar la fecha de las elecciones, pero los próximos meses van a ser muy turbulentos", señaló Torres sobre la inestabilidad que se viene. Y mientras cruzan los dedos porque la crisis política no se extienda ni se agrave, muchos se preguntan, como quien mira el reloj: ¿A qué hora es el próximo juicio?
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