Perú, en vilo por Nadine Heredia, una incómoda primera dama
El peso político de la mujer de Humala despierta críticas y recelos en el país
Sonrientes e impecables, hay primeras damas que organizan eventos sociales, asisten a inauguraciones de obras públicas y participan en actos oficiales... Y después está Nadine Heredia , la mujer del presidente peruano, Ollanta Humala, que desde que desembarcó en la Casa de Pizarro tiene en vilo al país.
Hace dos semanas, Perú sucumbió a una crisis de gobernabilidad cuando, en una decisión inédita, la mayoría del Congreso se abstuvo de darle su voto de confianza al nuevo -el quinto- gabinete de Humala. ¿El motivo? El apodo que recibió en los medios: "Gabinete Nadine".
La etiqueta fue poco ingeniosa: los otros cuatro gabinetes recibieron rótulos similares y la suerte que corrieron sus respectivos primeros ministros dependió de su cercanía con la primera dama. El último de ellos, César Villanueva, abandonó su despacho el mes pasado con un portazo que retumbó en todo Perú. "Renuncié por la intromisión de Nadine Heredia", dijo. O más bien denunció.
La obsesión del establishment peruano con Heredia no es nueva. Tras la llegada de Humala al poder, en julio de 2011, casi a diario algún político salió a advertir la "excesiva injerencia" de la primera dama en el gobierno. Pero fue la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, quien finalmente puso al desnudo el inconsciente nacional cuando, a fines de 2012, la llamó en público, sin querer, "señor presidenta".
Siempre se supo que, como los Clinton o los Kirchner, los Humala forman un "equipo político". Heredia cumplió un rol clave en la campaña electoral de su marido y, luego del triunfo en las urnas, se convirtió en una suerte de operadora transversal de su gobierno: ella elige a los ministros, define la agenda, recibe a empresarios, imparte instrucciones a funcionarios.
Esa "intromisión" en asuntos que no le corresponden le valió una ráfaga de críticas. Pero como las encuestas le daban bien, con una popularidad muy por encima de cualquier otro político, incluido su marido, su exposición fue en aumento. Tanto, que el mejor y principal cuadro político del oficialismo terminó por convertirse en el pararrayos del gobierno de Humala y en su talón de Aquiles. Y la factura es cada vez más cara.
Durante meses, Heredia, de 37 años, logró caminar con la frente en alto por un filo muy delgado, hasta que las encuestas se le cayeron encima. La semana pasada, un sondeo de la consultora Ipsos Perú reveló que la aprobación de la primera dama sufrió un bajón de 13 puntos y pasó de un 40% en febrero a un 27% en marzo.
El 69% de los peruanos, además, sostuvo que preferiría que Humala gobernase solo y no en forma conjunta con Heredia, porque no es una autoridad electa. La insatisfacción con el gobierno se personalizó así en la pareja presidencial y la desaprobación pasó a ser conyugal.
"Nadine olvidó la racionalidad política y se dejó vencer por su afán protagónico, que la llevó a estar en el centro de prácticamente todas las tormentas políticas recientes. Se convirtió en carne para los leones", opinó a LA NACION el analista Luis Benavente de la Universidad de Lima.
La última crisis
La salida de Villanueva a fines de febrero volvió a dejar en claro que la primera dama es quien tiene la última palabra en asuntos de Estado y la oposición decidió entonces plantarse en el Congreso y no avalar al nuevo gabinete. La aprobación sólo llegó después de tres votaciones y la promesa por parte del sucesor de Villanueva, René Cornejo, de que no permitirá "ningún tipo de intromisión". No nombró a Nadine; la aclaración no era necesaria.
En defensa de Heredia, en tanto, salió su nuevo paladín, el Premio Nobel de literatura Mario Vargas Llosa, que acusó al ex presidente Alan García de liderar una campaña de "demolición" contra la pareja presidencial. "Alan García es un hombre que está en campaña, quiere ser reelegido por tercera vez. La popularidad de Nadine Heredia lo ha descentrado, lo ha desquiciado y, al ver amenazada su candidatura, es la figura maquiavélica detrás de esta extraordinaria operación de demolición", señaló el escritor días atrás.
Si bien Heredia descartó una y otra vez su potencial candidatura para 2016 -una movida que incluso requeriría modificar la ley electoral-, los peruanos no terminan de creerle. Y sus opositores, de temerle. ¿A quién, si no, deberían "demoler"? Humala no puede buscar la reelección inmediata porque la Constitución se lo prohíbe, y su Partido Nacionalista Peruano (PNP) sólo tiene una figura de peso que podría reemplazarlo: su presidenta, Nadine.
"La sobreexposición de la primera dama fue inversamente proporcional a su popularidad", dijo a LA NACION Alfredo Torres, presidente ejecutivo de Ipsos Perú. "Pero si lograse mantener un perfil un poco más bajo -agregó-, su imagen positiva remontaría. Ella es una mujer muy política. Y, sin duda, tiene un tremendo futuro político." Anteayer, de hecho, Nadine inició una gira por el interior del país en calidad de presidenta del PNP. Y las críticas en los medios ya comenzaron a llover sobre mojado.
El talón de Aquiles del presidente
Nadine Heredia - Primera dama de Perú
- Popularidad en baja
La presencia de Nadine en prácticamente todas las crisis de gobierno y su alta exposición mediática hicieron que su aprobación, altísima durante meses, cayera. Según la última encuesta de Ipsos, su popularidad pasó de 40% en febrero a 27% en marzo.
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