Perdió su casa y vivió en albergues, pero hoy su empresa está valuada en US$260 millones
La primera en estar sorprendida por esta increíble historia de una mujer que pasa de la pobreza absoluta a la vida en la opulencia es la propia protagonista de este hecho. Penny Streeter, una mujer británica que fue sin techo durante dos años y ahora es una empresaria multimillonaria suele decir sobre su propia biografía: "A veces tengo que pellizcarme para creerlo".
Es que hace 25 años, Streeter era una madre soltera y embarazada que vivía entre la calle y un albergue para gente sin tencho luego de que un fallido negocio la dejó con un tendal de deudas que llegaban a los 25.000 dólares y un matrimonio roto.
Pero hoy, esta misma mujer de 52 años, es la cabeza de un imperio comercial valuado en 208 millones de libras (algo así como 260 millones de dólares).
Convertida en una consolidada mujer de negocios, madre de cuatro hijos, que pasa sus días entre Ciudad del Cabo, en Sudáfrica y el condado de Sussex del Oeste, en Inglaterra, Streeter cuenta en primera persona cómo hizo para salir de la pobreza y colocarse entre las personalidades más ricas del Reino Unido.
En un artículo que publicó el diario británico The Sun, la empresaria cuenta cómo fue que logró dar un vuelco en su vida que la transformó en la mujer que es hoy.
Tiempos de desesperanza
La mujer arranca su historia en uno de los momentos más oscuros de su vida: "Sentada en un lúgubre apartamento en Croydon (al sur de Londres), me preguntaba cómo habían llegado las cosas a esto. Estaba embarazada de nueve meses de mi tercer hijo y vivía en un albergue de emergencia. Me sentía sin esperanzas".
Streeter narra que a los 15 años abandonó la escuela pero comenzó a trabajar. A los 19 años, se casó con Douglas. Era el año 1986, y en diciembre de ese año nació su primer hijo, Adam.
"Unos años más tarde, establecí una agencia de empleos con mi madre, Marion, que tenía entonces 40 años, y una excolega, Sue. Obtuvimos un préstamo y alquilamos oficinas".
Al principio todo iba relativamente bien, según cuenta la mujer, pero en agosto de 1989 el negocio cerró y había una deuda con el banco de 20.000 libras -unos 25.000 dólares. "Fue un momento horrible, con los cobradores de deudas golpeando en la puerta de lo de mi madre".
En medio del caos financiero y del agobio de las deudas, nació la segunda hija de Streeter, Giselle. "Dos años después, quedé embarazada de Bonnie, pero en enero de 1994 mi matrimonio se rompió bajo la tensión de todo", agrega Streeter.
"Nos quedamos en casa de mi madre pero no había suficientes habitaciones, así que los niños y yo terminamos en un alojamiento de emergencia después de pasar dos semanas con ella", dice.
Recurrir a la beneficencia
Streeter dice que en ese momento su exmarido no podía pasarle dinero por el mantenimiento de sus hijos y que ella debió recurrir a la beneficencia. Durante dos años quedaron en el albergue de los sin techo.
"Me madre me prestaba algo de dinero para comida, pero ella tampoco estaba bien económicamente luego de que el negocio nuestro colapsara", señala la mujer.
Era difícil alimentar a los niños en esa época y la ropa la compraba en diversas ferias americanas. "Fue horrible", señala hoy Streeter.
"Afortunadamente, los niños eran demasiado pequeños para darse cuenta de lo que estaba sucediendo, pero solo pensaba: '¿Qué hago?' Nunca podría comprarles juguetes nuevos, lo que me hizo sentir increíblemente culpable", reflexiona la hoy mujer de negocios.
La resurrección
En junio de 1995, todavía viviendo en condiciones muy difíciles, la mujer decidió comenzar un nuevo negocio de reclutamiento. Una amiga le prestó un rincón de la oficina de su esposo. Stretter aseguró que estaba decidida a comenzar de nuevo y volvió a asociarse con su madre.
"Llamamos a la gente sin parar para hacer correr la voz de nuestro regreso. Además, organizamos bailes para niños los fines de semana para ganar algo de dinero extra. Cada centavo lo poníamos en el negocio", dice la mujer de negocios en The Sun.
Trabajaron duro y el éxito comenzó a vislumbrarse. No mucho tiempo después, la emprendedora mujer conoció a Nick, su actual marido.
Las cosas comenzaban a mejorar: "En un año, me mudé a un piso alquilado con los niños y, en junio de 1996, el negocio había generado más de un millón de libras".
La empresa de empleos se especializó en la atención médica y se le cambió el nombre a la empresa a Ambition 24 hoyr, más tarde A24 Group. En marzo del '99, Streeter pudo comprar una casa de tres habitaciones. "Estaba orgullosa de haber podido cambiar mi vida", señala.
"Nick y yo tuvimos a nuestra hija Tilly en marzo de 2001. -dice la empresaria- Fue un desafío mantener el negocio haciendo malabares con cuatro niños, pero para 2002 éramos la compañía de más rápido crecimiento en el Reino Unido".
El negocio generaba dinero pero también se reinvertía casi todo. No había vacaciones ni autos de lujo. "Mi etapa de pobreza me había vuelto especialmente cautelosa", dice.
Los buenos tiempos
En 2006, Penny Streeter recibió nada menos que una Orden del Imperio Británico (OBE) de manos de la reina Isabel II por servicios a empresas. "Eso me pareció irreal -cuenta hoy-. Yo había dejado la escuela a los 15 y estaba allí con la reina en el Palacio de Buckingham".
En marzo de 2009, Streeter y Nick se casaron. Él había sido siempre "un gran padrastro" para los tres hijos de la empresaria, para ese entonces adultos.
La lista del Sunday Times de la riqueza del año pasado valuó la empresa de Penny en 209 millones de libras, casi unos 260 millones de dólares. "Somos dueños de un viñedo en Sudáfirca y una bodega en Horsham
"Empleamos a más de 27.000 médicos, enfermeras y profesionales de la salud en el Servicio Nacional de Salud (NHS), cárceles y residencias, y 350 personas directamente. Estoy orgullosa, en este sentido, de ayudar en la lucha contra la pandemia del coronavirus", dice la resiliente mujer.
"Mi consejo para otras mujeres de negocios es seguir tu corazón. No tenía hogar, pero llegué hasta acá: si tenés la determinación, no hay razón para que no puedas tener éxito también", concluye Streeter.
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