“Pensás en la muerte todo el tiempo”: la terrible situación de los palestinos en la Franja de Gaza mientras escala el conflicto con Hamas
Los residentes de Gaza dicen que la mayoría de los bombardeos aéreos israelíes ocurren sin previo aviso y de manera indiscriminada, generando la sensación de que la muerte es inminente e inevitable
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JERUSALÉN.- Nayrouz Qarmout, una autora palestina que vive en la Franja de Gaza, recuerda que en las guerras anteriores contra Israel, cuando escuchaban las explosiones, los palestinos sentían pánico y angustia extrema, pero luego volvía la esperanza de un alto el fuego y de que la vida siguiera adelante.
Pero esta guerra es diferente.
Los habitantes de Gaza dicen que la mayoría de las bombas caen sin previo aviso y de manera indiscriminada, causando desesperación generalizada y la sensación de que la muerte inminente es inevitable.
“La sensación es indescriptible”, dice Qarmout. “Sabés que no hay lugar seguro, que pueden atacar en cualquier parte, y estás todo el tiempo pensando que vas a morir.”
Los bombardeos de Israel sobre Gaza en respuesta al ataque de Hamas del 7 de octubre ya llevan tres semanas. Desde entonces, las fuerzas militares israelíes lanzaron más de 7000 ataques aéreos sobre esa superpoblada franja costera donde viven más de 2 millones de palestinos. Según informó el Ministerio de Salud de Gaza, a cargo por Hamas, durante los ataques de Israel murieron más de 7700 personas, al menos 3195 de las cuales eran niños.
Hasta los conflictos más sangrientos que ha sufrido Gaza en los últimos 15 años quedan eclipsados por la cantidad de muertos de esta guerra, que para colmo acaba de comenzar y está lejos de resolverse.
Y en medio de los ataques aéreos israelíes más intensos de las últimas tres semanas, de repente ese terror llegó a su punto crítico tras un corte de internet y de las comunicaciones telefónicas, un apagón informático que acrecentó el pánico.
Según las empresas de comunicaciones palestinas, los ataques aéreos habían cortado prácticamente todas las conexiones telefónicas y de internet en la franja ya antes de que Israel intensificara el bombardeo.
Durante el apagón informático, los palestinos se apiñaron en casas y refugios –algunos son solo una carpa– sin saber dónde caería la próxima bomba. “Es la noche más aterradora que me haya tocado vivir”, posteó la periodista gazatí Hind Khoudary en la plataforma X –ex Twitter–.
Y en Gaza muchos temen que, si no mueren en un ataque aéreo, podrían morir de hambre o sed debido al asedio de Israel, que los deja con una crítica escasez de agua, alimentos, combustible y otros productos esenciales.
Olfat al Kurd, una investigadora de campo que trabaja en Gaza para la organización israelí de derechos humanos B’Tselem, dice que desde que empezó la guerra murieron 70 familiares suyos. Como cada día llega la noticia de la muerte de otro amigo, familiar o vecino –y a veces, de todo un grupo entero–, el clima de temor y de muerte es permanente y va in crescendo, dice Al Kurd.
“Esperamos que nos llegue la hora”
“La guerra que se está librando actualmente en Gaza es contra los civiles. No diferencian entre combatientes y civiles”, dice Al Kurd desde un campamento en la ciudad de Khan Younis, al sur de Gaza, adonde huyó su familia cuando Israel pidió a los palestinos que evacuaran el norte de la franja antes de la prevista invasión terrestre.
“Así que una siente que le llegó su momento, que está viviendo sus últimos días”, agrega Al Kurd. “Simplemente esperamos que nos llegue la hora.”
Israel dice que su objetivo es sacar a Hamas del poder y erradicar al grupo armado. Las autoridades israelíes dicen que solo están atacando sitios vinculados con Hamas, incluidas las viviendas de sus miembros. Las fuerzas militares israelíes dicen no estar atacando a los civiles, pero también reconocen que las alertas para la población civil no fueron tan exhaustivas o específicas como en guerras pasadas.
Desde el comienzo de los ataques aéreos de Israel, los palestinos dicen que en Gaza no hay lugar donde se sientan seguros: los bombardeos arrasaron mezquitas, hospitales y escuelas, y sin previo aviso dejaron reducidas a escombros casas con familias enteras adentro.
Y cuando las familias y los amigos logran ponerse en contacto, el tema es siempre el mismo: “Pueden ser nuestras últimas horas de vida.”
Cuando el poeta y ensayista Mosab Abu Toha, fundador de la Biblioteca Edward Said en Gaza, escucha que se acerca un misil, siente que va dirigido directamente contra él.
“Los que murieron y tuvieron alguien que los enterrara tuvieron suerte. Quién sabe si quedará alguien para enterrarnos a nosotros”, dice Abu Toha. “Son sensaciones que reflejan el estado de terror, de derrota y de desesperación causado por la barbarie de los bombardeos aéreos israelíes.”
El 13 de octubre, Israel le pidió a más de 1 millón de palestinos que evacuaran sus casas en el norte de Gaza y se desplazaran hacia el sur. Pero los que huyeron se dieron cuenta de que también el sur es peligroso, porque allí también Israel continúa con los bombardeos.
Kurd dice que el primer día de la guerra huyó de su casa en la zona norte de la Ciudad de Gaza y estuvo cuatro días en casa de unos familiares en otra parte de la ciudad, pero allí también sentían las explosiones a su alrededor.
Entonces se fueron con su marido y sus cuatro hijos al hospital Al Shifa de Gaza, donde durmieron tres días tirados en un pasillo, desde donde veían el flujo constante de muertos y heridos que llegaban al hospital.
Hace una semana, la familia se fue a Khan Younis, donde seguían lloviendo bombas israelíes.
“Dicen que vayamos a un lugar seguro, pero después atacan el lugar donde nos habían dicho que nos refugiáramos”, dice Kurd. “Esto es intencional. No hay piedad, es masacre tras masacre, y el mundo se queda mirando de brazos cruzados.”
Cuando escuchan los aviones de combate israelíes sobrevolando sus cabezas, algunos pronuncian la declaración de fe musulmana y les dan a los seres queridos de su entorno lo que podría ser el beso de despedida. Los niños se escriben su nombre en la mano o en el brazo para que, en caso de morir, sus cuerpos sean identificados y no arrojados a fosas comunes para cuerpos no identificados.
Otros se vuelcan a las redes sociales para postear su testamento, saldar sus deudas o las peleas no resueltas, o pedir perdón ante la perspectiva de morir.
Esta semana, el secretario general de la ONU, António Guterres, dijo que los “espantosos ataques de Hamas” contra Israel no podían justificar el “castigo colectivo al pueblo palestino” y agregó que le preocupaban las claras violaciones del derecho internacional humanitario.
“El implacable bombardeo las fuerzas israelíes sobre Gaza, la cifra de víctimas civiles y la destrucción de barrios enteros siguen en aumento y son profundamente alarmantes. Si le ordenan a más un millón de personas que se autoevacúen hacia el sur, y después también atacan el sur, eso no es proteger a los civiles”, lanzó Guterres.
William Schomburg, jefe de la misión de la Comisión Internacional de la Cruz Roja en Gaza, dice que de los muchos conflictos que han vivido los palestinos, la situación actual es “exponencialmente más difícil”.
Sus amigos y colegas en Gaza le dicen que la sensación de desesperación, de miedo y de incertidumbre que cunde en este momento en la franja no puede compararse con nada anterior.
“Cuando esta guerra termine, esas heridas invisibles, esas cicatrices, el trauma que quedará por todo esto y que afectará tanto a los niños como a los adultos, tendrá efectos trágicos durante mucho tiempo”, dice Schomburg.
Qarmout, la autora palestina del arranque de esta nota, cree que el único objetivo de los ataques aéreos de Israel es hacer sufrir y vengarse de los palestinos. Dice que en muchos barrios flota el olor a muerte, ya que entre los escombros hay tantos cuerpos que es imposible recuperarlos. “Es ese olor el que genera esta sensación de duelo”.
Qarmout menciona la creencia que existe en muchos lugares en guerra, donde la gente dice que no alcanzas a escuchar la bomba que termina con tu vida: “Simplemente explotas”, dice la autora. “En medio de toda esta crueldad, tal vez eso sea una bendición.”
Por Raja Abdulrahim
(Traducción de Jaime Arrambide)
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