Pedro Sánchez gira a la izquierda y apuesta por rivalizar con el PP en la tormenta económica
El presidente del gobierno español quiere recuperar la iniciativa frente a sus adversarios conservadores
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BARCELONA.- El presidente español, Pedro Sánchez, afrontó esta semana el debate del Estado de la Nación en su peor momento, acuciado por encuestas que pronostican una clara victoria del Partido Popular (PP) y una inflación galopante que amenaza el poder adquisitivo de buena parte de la sociedad. Por ello, el líder socialista necesitaba un cambio de guion y lo ha intentado con un giro a la izquierda, una iniciativa que parece haber descolocado al PP, que todavía no ha esbozado una respuesta clara.
El martes, en la primera jornada del debate, Sánchez presentó cuatro medidas para paliar los estragos de la inflación y la crisis económica que ya se asoma en el horizonte. Estas son: la asignación de 100 euros adicionales cada mes a todos los estudiantes de más de 16 años que ya reciben una beca, la gratuidad de los abonos de transporte de tren, y la imposición de un impuesto especial a la banca y otro a las compañías energéticas para los dos próximos años. Estas dos últimas medidas han sido las más ambiciosas e inesperadas, y con ellas el gobierno espera recaudar un total de 3500 millones de euros.
El principal partido de la oposición reaccionó con cierta ambigüedad a estas propuestas y no desveló si votará a favor o en contra. El presidente del partido, Alberto Núñez Feijoo, se mostró más bien crítico en un discurso el martes en la escuela de verano del PP en Madrid. Feijoo, que sustituyó en abril a Pablo Casado tras una revuelta interna, no es diputado en el Congreso, por lo que la tarea de responder a Sánchez en el hemiciclo le correspondió a la secretaría general del partido, Cuca Gamarra. “Es imposible estar en contra de algo que no se conoce”, declaró.
Feijoo acusó al presidente socialista de “activar el mayor populismo en materia fiscal en Europa”. Desde el partido conservador, se argumenta que los impuestos a la banca y a las energéticas, dos sectores que han registrado abultados beneficios en los últimos meses, harán que estas compañías repercutan en los consumidores el costo de los impuestos, por lo que aún podrían hacer crecer más la inflación.
Más allá del contenido de las medidas, en su discurso Sánchez hilvanó una narrativa que se centra en repartir de una forma más justa la pérdida de riqueza que supone la crisis económica provocada por la invasión rusa de Ucrania. “Esta crisis no la pagarán los mismos que la de 2008″, remachó el presidente. En aquella ocasión, el erario público gastó más de 50.000 millones de euros en rescatar a varias entidades financieras en riesgo de bancarrota, y la percepción general es que las clases populares y medias fueron las que más sufrieron aquel ajuste. Sánchez aspira a recuperar el terreno cedido al PP de Feijoo a partir de la confrontación ideológica, acusando a sus adversarios de defender los intereses “de los poderosos”.
El socio del PSOE en el gobierno de coalición, Unidas Podemos, hace tiempo que había propuesto un impuesto especial a la banca y a las energéticas a raíz de la escalada de los precios de la electricidad. Por eso, aplaudieron sin ambages una medida que, curiosamente, ha sido adoptada también por varios países europeos de ideología liberal, como el italiano, dirigido por Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo.
El giro a la izquierda puede servir a Sánchez para restañar las heridas abiertas tras la reciente cumbre de la OTAN y las muertes de al menos 23 migrantes en la valla de Melilla. Ahora bien, el partido de izquierda evidenció sus diferencias respecto a la voluntad de Sánchez de aumentar hasta el 2% del PBI el gasto militar. “Con la cesta de la compra disparada, la gente no necesita tanques”, espetó el diputado Jaume Asens.
El resto de partidos se posicionó en función de su anclaje en el eje derecha-izquierda. Mientras la ultraderecha de VOX exhibió su rechazo categórico a las iniciativas de Sánchez, los partidos nacionalistas periféricos de vocación progresista, como el catalán ERC, se mostraron dispuestos a apoyar al presidente. El vasco PNB, de centroderecha, se mostró a favor, pero con reservas.
Más de diez años de su disolución, el grupo terrorista ETA volvió a ocupar una parte del debate, pues el PP le echó en cara haber pactado con Bildu, los herederos del partido que nunca condenó sus atentados. “Desgraciadamente, el pasado no tiene remedio, sabemos que nada de lo que digamos puede deshacer el daño causado, pero estamos convencidos de que es posible al menos aliviarlo”, dijo desde la tribuna Mertxe Arizpurua, diputada independentista vasca.
Sin embargo, casi todo el protagonismo del debate, que finalizó este miércoles, recayó sobre la economía y la inflación. Mientras los diputados debatían, se hizo pública la cifra para junio: los precios subieron 10,2%, la cifra más alta desde 1985.
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