Pedro Sánchez forma una "coalición progresista" con Podemos para seguir en el gobierno
MADRID.– Un apretón de manos al comienzo. Un abrazo al final. Con esa escenografía, el socialista Pedro Sánchez alcanzó un preacuerdo con Pablo Iglesias, el líder de la izquierda radical de Podemos, para desbloquear así la parálisis de su gestión e intentar, finalmente, una investidura parlamentaria.
Lo que ambos líderes no pudieron lograr antes de las elecciones del domingo pasado, lo lograron 48 horas después del terremoto político que dejaron. Entre ellas, el inédito avance de la derecha extrema en el panorama político. Ocurrió todo con sorprendente rapidez.
Así lo definió el propio Iglesias. "Este es un preacuerdo para establecer un gobierno de coalición progresista" capaz de frenar el avancede la extrema derecha en España, dijo el dirigente.
Si cristaliza, será un paso inédito en muchos sentidos. Por primera vez se ensayaría un gobierno de coalición en España, con distribución de cargos en el Ejecutivo entre dos fuerzas.
También será la primera vez que, con Podemos, llega al poder nacional una agrupación que pone en duda la vigencia de la corona y que proclama el derecho a la autodeterminación en Cataluña, algo que –hasta ahora– fue negado por las instituciones nacionales españolas.
Nuestro proyecto es formar un Gobierno progresista estable liderado por el @PSOE para hacer políticas en beneficio de la mayoría. Todos los partidos debemos actuar con generosidad y responsabilidad a partir de mañana para desbloquear el país. #EleccionesGenerales10N#10NPSOEpic.twitter.com/TR6cVUSQ6K&— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) November 10, 2019
La oferta incluiría la cesión de posiciones de alta exposición y poder para Podemos. Una de las posibilidades que el propio Iglesias asuma una de las vicepresidencias de España.
Pero el tono del debate ha cambiado en España, donde la sorpresiva maniobra no gustó nada a la derecha radical de Vox, convertida ahora en tercera fuerza nacional por las urnas.
"Esto es muy peligroso. El gobierno se abraza al comunismo bolivariano y a los aliados de un golpe de Estado", dijo su líder, Santiago Abascal, al anticipar el rechazo. "Le haremos responsable de cada daño que produzcan a la convivencia y al orden constitucional", agregó el dirigente, al señalar a los socialistas.
Sin tanta virulencia, el acuerdo fue rechazado por la derecha moderada del Partido Popular (PP) y los liberales de Ciudadanos (Cs). Tampoco fue bien recibido en medios empresariales y en el mercado financiero.
Concesiones
En un esfuerzo contra reloj para desbloquear la parálisis en que se encuentra su gestión, el socialista Sánchez terminó por aceptar el acuerdo y la cesión de cargos que durante semanas rechazó con Podemos, por considerarlo una opción poco confiable.
"Necesitamos gobierno confiable y monocolor para asumir el desafío del independentismo catalán", había pontificado Sánchez. Presumiblemente los resultados del domingo, con una victoria de sabor amargo y lejos de sus pretensiones, lo hicieron modificar el discurso.
"Este preacuerdo es muy ilusionante", dijo ahora, al presentar lo mismo que antes rechazaba. "Será un gobierno rotundamente progresista, en el que lo único que no cabrá será el odio y la confrontación entre españoles", añadió el dirigente socialista.
Pero lo cierto es que, si bien ayuda y constituye el primer paso para despejar el frente, la unión de las dos fuerzas no basta por sí misma y será necesario el concurso de otros bloques. Posiblemente, los independentistas de Izquierda Republicana de Cataluña (ERC).
De confirmarse, eso implicará otra modificación respecto del discurso presidencial. "No quiero depender de los independentistas", decía Sánchez antes de que las urnas no le dieran "la mayoría propia y suficiente" que reclamaba antes de la convocatoria.
Por sí solo, el acuerdo cuenta con 159 respaldos. Le falta todavía el aval de otros 17 legisladores para llegar a los 176 que exige la investidura parlamentaria en primera vuelta. No está claro todavía de dónde saldrán.
¡VOX 3° FUERZA!#EspañaSiempre[R][R][R] pic.twitter.com/KJlaMdrzM3&— VOX [R][R] (@vox_es) November 10, 2019
La noticia fue recibida con reticencia por los bloques mayoritarios de oposición. "Vemos que el gobierno ha pautado un gobierno radical. Nosotros no seremos partícipes de eso", opinó el líder del conservador PP, Pablo Casado. Tampoco fue avalado por Cs, en plena crisis luego de que el brutal castigo electoral obligara a la renuncia de Albert Rivera, su líder histórico.
Su número dos, Inés Arrimadas, anticipó que no dará su apoyo a una coalición que considera "contraria" a los intereses de la mayoría de los españoles.
Con el poder de sus 52 bancas, la ultraderecha fue la más dura en el rechazo.
"Haremos responsable al presidente y titular del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) del daño que esta alianza provoque a la convivencia y al orden constitucional", dijo Abascal.
El sorpresivo principio de entendimiento en España se produjo bajo presión, y es el mismo que se intentó sin éxito luego de las elecciones de abril. La imposibilidad de que viera la luz generó la convocatoria a nuevas elecciones del domingo pasado.
La cuarta economía de la zona euro sostuvo cuatro elecciones en los últimos cuatro años.
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