Pedro Sánchez, el dirigente de las mil vidas que se juega su futuro tras una apuesta política arriesgada
El presidente español tiene una inusitada resiliencia para salir adelante en circunstancias políticas adversas, característica que confirmó este domingo
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BARCELONA.- Tras la debacle progresista en las elecciones municipales y autonómicas en España del pasado mayo, nadie dudó en señalar a un mismo culpable: el presidente Pedro Sánchez. Él había decidido “nacionalizar” la contienda y convertirla en un referéndum sobre su gobierno.
El veredicto de las urnas fue inapelable, y las semanas siguientes las encuestas apuntaron a una mayoría absoluta para la oposición de derecha. Sin apenas tiempo para reconducir la trayectoria de su gobierno, y con una mayoría precaria en el Parlamento, la suerte del líder socialista parecía estar echada. Una vez más.
No obstante, pocos analistas se han atrevido a ofrecer un diagnóstico definitivo para las elecciones generales del domingo. Sus análisis, que ofrecían numerosas razones para situar a Alberto Núñez Feijóo (Partido Popular) como favorito, solían incluir una cláusula final a modo advertencia: “Pero, claro, nunca se puede dar por muerto a Pedro Sánchez”. Y es que, durante su carrera política, el jefe de la Moncloa se ha labrado la fama de ser una especie de ave fénix, capaz de renacer de sus cenizas cuando nadie lo espera.
Este domingo, logró salvarse de una derrota luego de que ni su partido, el oficialista PSOE, ni el opositor PP lograran una mayoría, por el que el país se verá abocado a nuevas elecciones dentro de unos meses.
“La característica principal de Sánchez es que es un superviviente, capaz de superar todas las adversidades y acabar ganando las batallas”, comenta Lluís Orriols, catedrático de la Universidad Carlos III de Madrid. Quienes lo conocen bien atribuyen esta tenacidad al espíritu ultra competitivo que adquirió jugando en las categorías inferiores del Estudiantes, el histórico club de básquet madrileño, donde militó hasta los 21 años. Con 1,90 de altura, Sánchez está dotado de un físico apto para este deporte.
Su entrenador en la categoría juvenil, Mateo Quirós, explicó en la emisora de radio Cope cuál era su perfil a los 15 años: “Era un jugador que no destacaba, pero hacía piña [era motivador], era un todoterreno y entrenaba siempre al máximo”. Aunque no llegó a su objetivo de convertirse en profesional, mantuvo su pasión por el deporte y, sobre todo, el hábito de cuidar su cuerpo a través de la bicicleta y las pesas en el gimnasio.
Gusto por el riesgo
Además de una entrega total, que se plasma en habituales mensajes a sus colaboradores de madrugada, el básquet quizás le inculcó el gusto por el riesgo, por las apuestas en busca del todo o nada. Aunque también podría ser más bien fruto de la influencia que ejerció su antiguo asesor político de cabecera, el spin doctor Iván Redondo. En todo caso, de todos sus golpes de efecto, el más trascendental e inesperado ha sido el avance de las elecciones generales, previstas inicialmente para diciembre.
Nacido en una familia acomodada de Madrid en 1972, se afilió al PSOE antes de graduarse en Economía. Luego, tras concluir el servicio militar, estudió un máster sobre la Unión Europea (UE) en Bruselas, lo que le abrió las puertas para trabajar como asesor en el Parlamento Europeo, y luego en el gabinete del Alto Representante de la ONU en Bosnia, el también socialista Carlos Westendorp.
Desde el inicio, su trayectoria en la política española estuvo repleta de decepciones a las que sobrepuso gracias a su habilidad y legendaria suerte. En las elecciones de 2003, por un puñado de votos no pudo entrar en el ayuntamiento madrileño. Sin embargo, un año después, la renuncia de una compañera socialista le permitió obtener el acta de concejal. Lo mismo le sucedería en las elecciones generales de 2008 y 2011: las urnas lo dejaron con la miel en los labios, pero una renuncia le convirtió en diputado.
Su destino como suplente del básquet y la política daría un giro en 2014, cuando un sector del aparato del PSOE lo vio como un buen aspirante a liderar un partido roto y desgastado. Joven y apuesto pero sin experiencia de gestión, podía encarnar la renovación, y sobre todo taponar al candidato del sector rival, Eduardo Madina. “El chico no sirve, pero nos puede servir”, comentó en una reunión Susana Díaz, presidenta de Andalucía, y la verdadera candidata de un establishment que veía en él un simple “hombre de paja”.
Sin duda, lo infravaloró y lo acabó pagando caro. Después de su derrota frente a Mariano Rajoy en las generales de 2015, Sánchez fue defenestrado, y su vida política pareció completamente acabada. Sin recursos, con el aparato del PSOE y todos los medios de comunicación en contra, su intención de disputar a Díaz el liderazgo del partido en unas primarias parecía una quijotada. Pero a base de recorrer España pueblo a pueblo y con un discurso izquierdista y anti-establishment, Sánchez logró un imposible: volver a dirigir a un PSOE todavía en la oposición.
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