Pedro Castillo quedó primero con el 100% de las actas procesadas, pero Keiko Fujimori pide revisar 500.000 votos
El candidato de izquierda terminó al frente del escrutinio presidencial, mientras su rival exige revisar un total de 500.000 votos
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LIMA.– La tensión se elevó todavía más este jueves en el desenlace del ballottage presidencial de Perú, donde Pedro Castillo se aferró a su liderazgo con el 100% de las actas procesadas. Pero el centro de la escena lo tuvo Keiko Fujimori, cuando un fiscal pidió que volviera a prisión preventiva en una causa por corrupción.
El pedido de la fiscalía añadió un nuevo elemento a unos comicios que en otras circunstancias estarían resueltos. Fujimori, con los números en contra, exigió a la justicia electoral la impugnación de unos 200.000 votos, más otros 300.000 votos en 1200 actas “observadas”, lo que estiraría durante días el veredicto final.
El avance del recuento se hizo agónico ante las impugnaciones de actas y las denuncias de fraude, y no se declaró al ganador de la elección a presidente, aun cuando el conteo alcanzó la totalidad de las actas procesadas luego de añadir la ínfima cantidad que faltaba.
Pedido de prisión
El fiscal José Domingo Pérez solicitó al juzgado anticorrupción “que se revoque la comparecencia con restricciones [libertad condicional] y se dicte nuevamente prisión preventiva contra la acusada Keiko Fujimori”, por infringir la prohibición de reunirse con testigos del caso.
La fiscalía acusa a Fujimori de presunto lavado de activos por recibir millones de dólares de la constructora brasileña Odebrecht y empresarios peruanos para sus campañas presidenciales de 2011 y 2016, en las cuales fue derrotada.
Pérez pide 30 años de cárcel para Fujimori, 22 años de prisión para su esposo, el estadounidense nacionalizado peruano Mark Villanella, y otras solicitudes que incluyen a 38 implicados más cuyos pedidos de cárcel suman más de 800 años.
La candidata, que si pierde el ballottage deberá ir a juicio por este caso, había ofrecido el miércoles una conferencia de prensa junto a Miguel Ángel Torres, dirigente de su movimiento y testigo de la causa de Odebrecht, para pedir al Jurado Nacional de Elecciones (JNE) que anulara los resultados de 802 mesas de votación –unos 200.000 votos– por supuestas irregularidades.
También dijo que hay 300.000 sufragios en 1200 actas “observadas” que deben ser contados una vez que se resuelva su validez. “Aquí todavía están en juego 500.000 votos. Medio millón de votos a nivel nacional que creemos que es fundamental que se analicen para el recuento final que tiene que llevar a cabo el JNE”, aseguró.
La petición del fiscal crispó más los ánimos en un país que sigue sin conocer quién será su presidente cuatro días después de la votación.
Tras mantenerse la tendencia conocida en las primeras horas del escrutinio, donde Castillo ya la aventajaba, Fujimori denunció el lunes pasado “indicios de fraude”. Dos días después pidió anular esos 200.000 votos, acentuando el clima de incertidumbre luego de años de convulsiones políticas.
Estado de ánimo
“Da la sensación de que ella quisiera cuestionar todo el proceso electoral. Esta incertidumbre, gane quien gane, va a golpear mucho al estado de ánimo nacional”, dijo el analista Hugo Otero sobre la denostada clase política del país, acusada de enfrentamientos estériles que le costaron el cargo a tres presidentes en los últimos cinco años.
Las solicitudes de revisión podrían decidirse en unos diez días en el JNE, por lo que la contienda sigue técnicamente abierta, con la diferencia clavada de 50,2% a 49,8% a favor de Castillo desde el comienzo del conteo. El maestro de escuela lleva 70.000 votos de ventaja, pero si le dan la razón a Fujimori esa tendencia podría modificarse.
En las elecciones de 2016, los votos se contaron en cinco días y el triunfo del banquero Pedro Pablo Kuczynski sobre Keiko Fujimori –que se presentaba por segunda vez– se logró por menos de medio punto y 41.438 votos de diferencia.
Fujimori aceptó a regañadientes el triunfo de Kuczynski. Pero la bancada de su partido, Fuerza Popular, la más numerosa del recinto, dirigió desde el Congreso una tarea consciente y sistemática de obstrucción y desgaste a su antiguo rival.
“Keiko alega [como fraude] que hay mesas de votación en Cusco que tienen 90% de votos para Castillo, pero no ha dicho que en La Molina [un distrito acomodado de Lima] hay mesas que tienen 90% para ella”, dijo Otero.
El presidente del JNE, Jorge Luis Salas, expresó su sorpresa por la solicitud de Fujimori de anular 802 mesas y recordó que en 2016 “solo se presentaron cuestionamientos contra 29 mesas”.
El tribunal de ética de esa institución, elegido por los partidos que participan en las elecciones, calificó asimismo de “irresponsables” las acusaciones sin pruebas. “Alimentan un clima de polarización social y debilitan los organismos electorales”, dijo en un comunicado.
Esas desmentidas se sumaron a las del ONPE, el organismo electoral, que no encontró nada que objetar en los comicios del domingo, y a las de la misión de observación de la OEA, que calificó el proceso de normal y transparente. La ONPE organiza la votación, pero el JNE revisa los resultados y proclama al vencedor. Ambos organismos públicos son autónomos.
Fuera de las instituciones oficiales, el cardenal Pedro Barreto calificó de “irresponsables” los cuestionamientos al proceso electoral y pidió aceptar “la voluntad popular”.
Desde Washington, un vocero del Departamento de Estado felicitó al pueblo peruano por los comicios y dijo que se debería “permitir a las autoridades electorales revisar cualquier alegación de fraude o irregularidad”.
“Estados Unidos valora nuestra sólida relación con Perú y esperamos trabajar con el candidato debidamente elegido”, añadió el vocero.
La segunda vuelta volvió a dejar en evidencia no solo la polarización política en Perú, sino también la brecha entre Lima y el Perú profundo, relegado por siglos y muy golpeado por la crisis económica causada por la pandemia. Y mientras los seguidores de los candidatos esperan el resultado oficial, Fujimori se aferra a su última esperanza de escapar a su tercera derrota al hilo.
“Castillo es casi seguro que será el próximo presidente, dijo Eileen Gavin, analista para América Latina de la firma de análisis de riesgo Verisk Maplecroft.
Agencias AFP, AP y Reuters
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