Paul Marcinkus
Entre Dios y las finanzas
1982
Fue, sin duda, el sacerdote más poderoso y controvertido que haya trabajado junto a un Papa. De altura imponente (1,90 metros), Paul Marcinkus fue guardaespaldas personal de Pablo VI. La prensa italiana le puso el sobrenombre de "Gorila", después de que actuó con valentía al impedir que un atacante apuñalara al pontífice en el aeropuerto de Manila, en 1970.
Alcanzó el cenit de su poder como director del Instituto para las Obras Religiosas (IOR), conocido como el Banco del Vaticano, entre 1971 y 1989, cargo por el cual tuvo bajo su control las finanzas de la Iglesia Católica. "No se puede llevar adelante una Iglesia con avemarías" es una frase que se le atribuye cuando se le insinuó que estaba más concentrado en las cifras que en las cuestiones espirituales.
En 1982 fue vinculado con el colapso del Banco Ambrosiano (por un valor de 1300 millones de dólares), institución con nexos cercanos al IOR, en una intrincada trama de operaciones fraudulentas y lavado de dinero de la mafia. Sin embargo, nunca fue arrestado, ya que los miembros de la Santa Sede poseen inmunidad. Juan Pablo II debió pedir su alejamiento cuando el escándalo llegó a los titulares de la prensa mundial.
A Marcinkus se lo relacionó con el banquero italiano Michel Sindona y el propio director del Banco Ambrosiano, Roberto Calvi. Ambos fueron asesinados. Calvi apareció colgado debajo del puente Blackfriars de Londres en 1982: primero se habló de un suicidio "inducido", luego, de un crimen ritual. Sindona murió en una cárcel italiana luego de tomar una taza de café con cianuro en 1986.
En su libro "En el nombre de Dios", el periodista David Yallop vinculó a Marcinkus con un supuesto complot para asesinar a Juan Pablo I, muerto a sólo 33 días de comenzar su papado. Según esa teoría, el nuevo pontífice planeaba poner fin a los turbios manejos del Banco del Vaticano y sus lazos con la mafia, y también remover a Marcinkus de su cargo. La versión del asesinato fue rechazada luego por el periodista John Cornwell, que dijo que Juan Pablo I murió de causas naturales.
2004
Marcinkus, que hoy tiene 82 años, dejó Roma en 1991 y se trasladó a Chicago. En 1995 salió a la luz otro escándalo, sobre tráfico ilegal de oro, que rozó al sacerdote por su aparente proximidad con el principal implicado, un agente de la CIA retirado llamado Roger D’Onofrio, detenido en Italia.
A Marcinkus se lo vio recientemente oficiando misa en la diócesis de Phoenix, Arizona, y dedicándose en sus ratos libres a jugar al golf. Vive en una casa de siete habitaciones, valuada en 120.000 dólares, que compró en 1997 cerca de los links de Sun City.
Marcinkus siempre negó los cargos en su contra. "He sido acusado de asesinar a un Papa y en estar envuelto en el caso del Ambrosiano. Ambos cargos son absolutamente infundados. Y me repito a mí mismo: "Quizás es la forma en que Dios tiene de asegurarse de que yo ponga mi pie en la puerta del paraíso. Si pongo mi pie, no puede cerrarme la puerta".
Otra investigación, esta vez del Departamento de Estado norteamericano, lo puso en la mira por la controversia suscitada a raíz de los millones de dólares del oro nazi lavados desde Alemania tras la Segunda Guerra Mundial.
Pero aún tiene la inmunidad que le otorga el pasaporte diplomático del Vaticano. Es decir, sigue siendo intocable.