Pascua sangrienta: una ola de ataques a iglesias y hoteles desgarra a Sri Lanka
COLOMBO, Sri Lanka.- Mientras los cristianos en Sri Lanka se reunían ayer por la mañana para celebrar la misa de Pascua, poderosas explosiones arrasaron tres iglesias (dos católicas y una evangélica) repletas de fieles. Los atentados, que también tuvieron como objetivos tres hoteles de lujo, dejaron 290 muertos, entre ellos, 35 extranjeros, y 500 heridos.
El primer ministro del país asiático, Ranil Wickremesinghe, informó de la detención de ocho personas y dijo que los autores de parte de las explosiones, que se produjeron en tres ciudades, eran suicidas y pertenecían a un mismo grupo terrorista, sin especificar su identidad. Según trascendió, el gobierno había recibido un aviso del jefe de policía sobre posibles ataques a iglesias.
Los ataques de ayer son los más sangrientos desde que terminó la guerra civil en Sri Lanka, en 2009, un conflicto étnico-religioso que enfrentó a la mayoría budista y a la minoría hindú tamil durante más de dos décadas.
Ante la gravedad de la situación, el gobierno ordenó un toque de queda de duración indeterminada, que entró en vigor ayer, y el bloqueo temporal de las redes sociales.
Las explosiones, registradas a las 8.45, hora local, causaron un baño de sangre en tres iglesias y cuatro establecimientos hoteleros, tres de ellos, de lujo, localizados en diferentes partes del país, donde centenares de fieles celebraban la Pascua. Una de las explosiones se registró en la iglesia de San Antonio, de Colombo; otra, en la iglesia San Sebastián, de Negombo, al norte de la capital, y la tercera, en una iglesia de Batticaloa, en el este de la isla.
De los establecimientos hoteleros atacados, tres son hoteles cinco estrellas de Colombo: el Cinnamon Grand, el Kingsbury y el Shangri-La.
La séptima detonación se registró algunas horas más tarde en un pequeño hotel situado a unos 100 metros del zoo de Dehiwala, un suburbio ubicado una decena de kilómetros al sur del centro de Colombo, en tanto que la octava y última, hasta el momento, tuvo lugar en un complejo de viviendas en la zona de Dermatagoda, también en la capital, sin que hayan trascendido más detalles.
Las imágenes difundidas en las redes sociales de los atentados mostraban techos y fachadas destrozados, y sangre en bancos cercanos al altar en una de las iglesias atacadas.
"Fue un torrente de sangre", dijo N. A. Sumanapala, un comerciante, al lado de la iglesia de San Antonio en Colombo. "Corrí adentro para ayudar. Me encontré al sacerdote, que salía cubierto de sangre", agregó.
En un video filmado en una de las iglesias atacadas se veían numerosos cuerpos descuartizados por el suelo, lleno de escombros y de sangre.
En el Hotel Shangri-La de Colombo un fotógrafo de AFP constató importantes daños en un restaurante del segundo piso, con las ventanas destruidas y los cables colgando del techo. También fue atacado el Cinnamon Grand, cercano a la residencia oficial del primer ministro.
Un ciudadano de Sri Lanka que se había registrado en el hotel la noche anterior bajo el nombre de Mohamed Azzam Mohamed hizo estallar una bomba en la fila de gente que aguardaba el buffet de Pascua del restaurante.
"Eran las 8 y media de la mañana. Había muchas familias", contó un empleado. El kamikaze, "con un plato en la mano, se digirió al principio de la cola y se hizo estallar", agregó. "Un gerente que recibía a los clientes forma parte de los que murieron instantáneamente [...] Era el caos total", dijo.
El primer ministro, Ranil Wickremesinghe, condenó lo que ha calificado de "ataques cobardes". "Hago un llamamiento a todos los esrilanqueses a permanecer unidos y fuertes en este momento trágico [...] El gobierno está tomando medidas inmediatas para contener la situación", publicó en un mensaje en Twitter. El Ejecutivo ha convocado al gabinete de seguridad nacional para analizar la situación.
"Por favor, permanezcan en calma y no sean engañados por rumores", pidió el presidente de Sri Lanka, Maithripala Sirisena, en un mensaje a la nación, en un país acostumbrado a los choques entre civiles como reacción a sucesos violentos.
La noticia de los ataques provocó un rechazo de la comunidad internacional. Los ataques contra minorías religiosas se han venido repitiendo en el pasado, los últimos de relevancia, en 2018, cuando el gobierno tuvo que declarar el estado de emergencia después de que se produjeran enfrentamientos entre musulmanes y cingaleses budistas con dos muertos y decenas de detenidos.
Agencias AFP, AP, DPA y Reuters
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