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ROMA.- Pasaporte, pasaporte sanitario, test de hisopado negativo, certificado de vacunación, alta de Covid-19, aplicación instalada, código QR a mano, barbijos -en lo posible quirúrgicos-, seguro médico. ¿Algo más?
Viajar ya no será agarrar una mochila y partir, con un documento de identidad válido y algo de ahorros. En el mediano plazo, llegar a otros países no será imposible, pero sí mucho más complicado y, por lo menos en los primeros tiempos, más caro. No habrá margen de improvisación: pasaportes sanitarios y salvoconductos digitales -aún en plena elaboración-, controles y pases varios formarán parte de la nueva manera de moverse por el mundo.
Adiós al clásico “me voy a la aventura”, habrá que planificar todo rigurosamente, algo que al momento supone un verdadero desafío teniendo en cuenta la maraña de disposiciones presentes en los diversos países, que dependen no solo de los números de la pandemia, sino sobre todo de la inmunización lograda con la vacunación en curso.
“Aún no hay reglas comunes, cada país tiene sus normas: Canadá exige una semana de cuarentena, para Estados Unidos es necesaria una autorización de la embajada y así... Uno se compra un pasaje y las reglas cambian. ¿Cómo se puede programar?”, se pregunta Ulderico Baldesi, dueño de una agencia de viajes de Frosinone, que, en diálogo con LA NACION, consideró que es demasiado pronto para hablar de un regreso masivo de los viajes al exterior. “La situación es todavía muy dura en mi sector, porque hasta que no salgan los pasaportes sanitarios, hasta que todo el mundo no se haya vacunado, y hablo de todo el mundo, no solo la población de los países ricos, el sector del turismo no podrá recuperarse”, indicó, al tiempo que admitió que su empresa, a la que le iba viento en popa, ahora solo puede dedicarse al turismo interno tras una caída de ingresos brutal, del 99%.
Aún no hay reglas comunes, cada país tiene sus normas.
Por lo pronto, en el Viejo Continente se espera con ansias para fin de junio el denominado “digital green certificate”, una suerte de pasaporte sanitario que significará el relanzamiento de los viajes, al menos en el seno de la Unión Europea (UE). A través de una app dotada de un código QR o en formato impreso, el pase deberá certificar alguna de las siguientes opciones: la vacunación contra el Covid -con el número de dosis recibidas-, el alta médica tras haber cursado la enfermedad en los precedentes seis meses -con la comprobación de la presencia de los anticuerpos mediante un test- o el resultado negativo de un hisopado -aún se está negociando en Bruselas si alcanzará con un test rápido o deberá ser un PCR-. El permiso contará con una firma electrónica para evitar fraudes y falsificaciones. Para preservar la privacidad –tema sobre el que también hay muchas discusiones-, los datos personales no podrán ser conservados en el país de destino, ni habrá una base de datos centralizada de la UE.
Como fronteras y salud son competencias exclusivas nacionales, cada Estado miembro podrá establecer los requisitos de ingreso en su propio territorio e imponer una cuarentena y ulteriores tests, aun en presencia del certificado digital, pero deberá notificarlo en Bruselas. Las medidas “deberán ser proporcionales y no discriminatorias”, recordó en varias ocasiones la Comisión Europea. Se trata de un tema de enorme complejidad, que da la idea de la complicación que será retomar los vuelos. De hecho, aún ni siquiera se sabe cuánto tiempo de validez podrá tener el documento, sin contar con que hay muchos eurodiputados que, justamente para evitar cualquier discriminación, consideran que los países de la UE deberían garantizar el acceso universal a tests accesibles, tempestivos y gratuitos.
Respecto de las vacunas, la Comisión propuso que solo puedan viajar dentro de la UE quienes recibieron, por lo menos 14 días antes, la última dosis de Pfizer-BioNTech, Moderna o AstraZeneca, o la monodosis de Johnson & Johnson, que son las vacunas autorizadas. Al momento, se encuentran bajo estudio de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) la Sputnik V y las producidas por Novavax y CureVac AG.
¿Qué pasará entonces con los ciudadanos de afuera que no han sido inoculados con esos fármacos? Aún no está claro. Pero probablemente deberán someterse a un hisopado. No obstante, siempre sus posibilidades de viajar estarán sujetas a eventuales decisiones que se tomen por la situación sanitaria del país de procedencia.
Estados Unidos, en cambio, descartó por el momento la implementación de un pasaporte sanitario para eludir cualquier planteo sobre una eventual violación al derecho a la privacidad de las personas. La Casa Blanca también ha evitado cualquier señal respecto a cuándo levantará las restricciones a los turistas de los países de la zona Schengen y de Brasil, que todavía están sujetos a la veda impuesta durante la gestión de Donald Trump.
Hoy pueden llegar viajeros desde los países permitidos por el gobierno federal, a quienes se les exige un test negativo de Covid-19 realizado hasta tres días antes del vuelo. En enero, el gobierno de Joe Biden anunció que todos los pasajeros que arriban desde el exterior, sean ciudadanos, residentes o visitantes, deben cumplir con ese requisito.
Otra es la estrategia de Israel, tras su exitoso plan de inmunización. Más allá de la nueva escalada de violencia, se prepara para reabrir sus puertas el 23 de mayo. Lo hará en etapas y bajo condiciones muy estrictas: solo podrán ingresar personas que hayan recibido el esquema completo de alguna de las vacunas aprobadas por la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA) o la UE y aquellas recuperadas de Covid-19. Al arribar, se les realizará un test serológico para corroborar la existencia de anticuerpos, además de tener que presentar un PCR efectuado 72 horas antes del vuelo.
Pero hay más. En el caso de los pasajeros provenientes de países considerados “rojos”, también se requerirá una cuarentena de 14 días, aunque estén vacunados, con la obligación de hacer un hisopado en el décimo día. Hasta ahora, integran ese listado -que se renueva cada dos semanas- la India, Ucrania, Etiopía, Brasil, Sudáfrica, México y Turquía. Está en estudio si, a partir del 17 de mayo, queda incluida la Argentina.
En caso de que el destino sea el Caribe, el pasaporte también son las vacunas: Belice se convirtió en la primera nación caribeña que permite entrar a visitantes que las hayan recibido, sin necesidad de un test negativo.
“Para que podamos volver a viajar en la pospandemia deberá haber una sinergia de acciones, un trabajo en equipo, algo imprescindible”, estimó Laura Ganassi, que trabaja en el sector administrativo de Thai Airways, en Roma. Y anticipó que se está estudiando un pase internacional, llamado “ok to board”.
“Estamos trabajando en un sistema digital del estado de salud de la persona al que todos puedan adherir, para que el pasajero viaje en forma segura, por supuesto relacionado con su vacunación y demás tests. Para ello debe haber un trabajo en equipo y acuerdos con los aeropuertos donde uno se embarca y con los países donde uno llega”, reveló.
Debe haber un trabajo en equipo y acuerdos con los aeropuertos donde uno se embarca y con los países donde uno llega.
Los aeropuertos, que solían ser hormigueros de gente, tendrán una fisonomía distinta. Serán mucho más limpios y ordenados, con muchas más filas para realizar. Debido a los controles –de temperatura, certificados y demás-, los tiempos de embarque serán más largos. “Pero si realmente vamos hacia la digitalización del estado de salud de la persona, se abrirá otro horizonte”, pronosticó Ganassi, que subrayó el cambio positivo que, por ejemplo, tuvo con la pandemia el Aeropuerto Internacional de Fiumicino.
Ya hay iniciativas implementadas a nivel global de cara a la nueva manera de viajar que el virus impuso: la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, que reúne a las aerolíneas del mundo, estrenó el IATA Travel Pass, una aplicación que permite a los pasajeros almacenar, gestionar y verificar los certificados de test de Covid-19 avalados oficialmente y, en un siguiente paso, también de vacunación.
¿Será más caro volar?
Debido a las enormes deudas que pesan sobre las líneas aéreas luego del inédito stop que sufrieron, ¿será más caro volar? Al respecto hay opiniones encontradas. “Regresaremos al pasado, donde solo viajaban los que tenían dinero -incluso vestían de traje y corbata para el vuelo- y el precio de un billete estaba al valor de lo que costaba. El low cost desaparecerá”, sostuvo en diálogo con LA NACION una persona que trabajó en aviación en España por más de 30 años, que prefirió el anonimato.
Ganassi fue menos pesimista. “Quizás en una fase inicial será más caro viajar, pero cuando todas las compañías vuelvan a ponerse en movimiento, con políticas comerciales ampliadas, los precios volverán a bajar”, auguró. No obstante, admitió que las pérdidas que provocó el parate fueron pesadísimas y que las aerolíneas aún están luchando con la cuestión de los reembolsos de miles de millones de tickets que jamás pudieron ser utilizados.
Quizás en una fase inicial será más caro viajar, pero cuando todas las compañías vuelvan a ponerse en movimiento, con políticas comerciales ampliadas, los precios volverán a bajar.
Un estudio de la consultora global McKinsey, titulado “¿Back to the future? Airline sector poised for change post-Covid-19”, calculó que en 2020 las entradas del sector aéreo fueron de 328.000 millones de dólares, solo el 40% de las de 2019. Estimó, además, que el rubro deberá necesariamente transformarse porque las nuevas modalidades de trabajo remoto determinaron un cambio profundo del mercado. Sobre la base de esto, pronosticó que se recuperarán primero los viajes de placer, mientras que para los de negocios la recuperación llegará solo en 2024.
En un marco de gran incertidumbre, porque tampoco nadie sabe aún exactamente si surgirán variantes del coronavirus que puedan torcerles el brazo a las vacunas, también para Ganassi la recuperación será muy gradual. “Todavía hay zonas del planeta en plena pandemia, la India, América Latina... El problema sigue vivo y psicológicamente las personas, a menos que elijan ciertos destinos, no están listas para volver a subirse a un avión”, consideró. No obstante, y optimista pese a todo, evaluó que las ganas de viajar siempre prevalecerán. Contra viento y marea. “El ser humano necesita viajar, descubrir el mundo”, cerró.
Con la colaboración de Rafael Mathus Ruiz y Michelle Wigdorovitz
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