Pasada la emoción, apuran la explotación económica del drama de la cueva en Tailandia

MAE SAI, Tailandia.- Aceleran los planes de explotación económica de la epopeya de Tailandia cuando los chicos siguen en el hospital. No es raro que la gesta de los Trece de Tham Luang atrajera la atención global durante 18 días: amistad, superación, drama y tensión creciente hasta el final feliz. Extrañará que la trama aburra en las salas de cine.

Un par de medianas productoras ya se pelean por los derechos y se espera a los grandes estudios. Hasta Mae Sai han acudido trabajadores para preguntar a los buzos y familiares los detalles del rescate. Busca los derechos la compañía estadounidense Pure Flix, especializada en producciones cristianas como Dios no está muerto y documentales ultra conservadores. A su favor juegan los vínculos de Michael Scott, su socio fundador: vive en Tailandia y su esposa local estudió con el buzo ahogado. Y en su contra, la cuestión de qué hace una productora de películas cristianas con una historia donde casi todos rezaban a Buda. Scott lo ha aclarado: "No veo esto como una película religiosa sino inspiradora".

También la ve como "una producción hollywoodiense con estrellas de primera clase". Ahí lo ha mordido el director chino-estadounidense Jon Chu, autor de la película de inminente estreno Asiáticos ricos locos y empleado en la productora Ivanhoe Pictures (Los Ángeles). Quiere la película para evitar otro blanqueamiento, es decir, la interpretación de roles asiáticos por actores blancos. Es un asunto que descompone cíclicamente a Asia desde aquel improbable Gengis Khan de John Wayne. Muchos se han preguntado qué pintaba el rubio Matt Damon en la Gran Muralla en el siglo XI o por qué Scarlett Johansson protagonizó la adaptación del célebre manga Ghost in the shell. "Me niego al blanqueamiento del rescate tailandés. Ni en broma. Eso no ocurrirá o los mandaremos al infierno", clamaba en Twitter Cho, que asegura haber conseguido los derechos del gobierno.

El parque natural donde se encuentra la cueva es un escenario de película más allá de la metáfora. Parece un manto verde de contornos dulces. Con esfuerzo se adivina en la silueta de las montañas a la mujer dormida que asegura la leyenda local: una bella princesa escapó a la cueva con su amante plebeyo, su padre envió a los soldados que le matarían, ella se suicidó y de ahí salió el nombre: Tham Luang Nang Non o la cueva de la mujer tumbada. Ayer se distinguían más claramente los camiones cargados de bombas de extracción que salían por los accesos aún cerrados al público.

La propuesta de convertir la cueva en un museo quedó acallada durante el rescate por su escasa sensibilidad. Pero los debates éticos se extinguieron tras la última inmersión y Narongsak Osottanakorn, jefe del operativo, la confirmó en la conferencia de prensa del día siguiente. El museo complementará el tradicional menú tailandés de playas, templos y desinhibición. "Será otra gran atracción turística", avanzó. A la provincia de Chiang Rai no le faltan argumentos. Cuenta con un par de templos más que relevantes, paisajes naturales impactantes y es la vía de entrada al Triángulo de Oro (Tailandia, Laos y Myanmar), lleno de opio y prostitutas. Pero carece de la fama de la vecina Chiang Mai, Bangkok o las islas. No se le puede negar olfato a un país que saca del turismo el 10 % de su PBI.

El museo lidiará con el mismo monzón que entorpeció las tareas de salvamento y es dudoso que pueda permanecer abierto entre los meses de julio y octubre. Sería tragicómico que los turistas se vieran sorprendidos por una súbita inundación como la que impidió el regreso de los miembros de los Jabalíes Salvajes FC. El primer ministro, Prayuth Chan-ocha, aclaró después que la cueva seguía siendo peligrosa y que serán necesarias medidas de seguridad dentro y fuera para proteger a los turistas.

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