Paralelismos: la táctica de Ortega para la represión política en Nicaragua, una copia fiel del libreto chavista
En su estrategia para aplastar a la oposición, el líder sandinista encarcela e inhabilita dirigentes y controla los entes judiciales y electorales, como hace su aliado venezolano
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CARACAS.- Sandinismo y chavismo, tanto monta, monta tanto. La caza y captura en Managua de precandidatos, de dirigentes opositores y de sandinistas disidentes es apoyada sin fisuras desde Caracas, por algo los paralelismos en el libreto de ambos regímenes son enormes. Y más allá de los paralelismos, incluso se retroalimentan para mejorar las herramientas autoritarias.
Presos políticos, inhabilitación de opositores, toma por la fuerza de partidos, captura del ente electoral, control del Poder Judicial, creación de partidos colaboracionistas, organismos represivos, paramilitares, propaganda y hegemonía comunicacional, persecución de los periodistas independientes, tropas digitales… La lista de similitudes es interminable entre las revoluciones hermanas.
“Lo único que este grupo de usurpadores de la oposición tiene en común es su lealtad al gobierno de Estados Unidos y el hecho de que, directamente o a través de sus respectivas ONG, han recibido millones de dólares en dinero del pueblo estadounidense a través de Usaid, NED, IRI y otras agencias, con el objetivo de derrocar al gobierno electo del presidente comandante Daniel Ortega”, destacó esta semana el gobierno sandinista en un documento titulado “En defensa de la soberanía nacional y el Estado de Derecho”. Bastaría con cambiar el nombre de Ortega por el del presidente venezolano, Nicolás Maduro, para que el documento fuera publicado en Caracas.
“En los casos de Nicaragua y Venezuela, que son procesos de des-democratización, una vez que los mecanismos electorales les garantizaron el poder, entraron en la fase de desactivación de la institucionalidad democrática, de manera que cuando ya no es necesario, o es muy peligroso, convocar procesos electorales, profundizan las características autoritarias que mantenían en reserva”, señala a LA NACION la politóloga María Puerta Riera.
Ambas revoluciones suman más de 500 muertos violentos con las represiones que pusieron en marcha en 2017 en Venezuela y en 2018 en Nicaragua, con el objetivo de someter a los jóvenes que se pusieron a la cabeza de las protestas antigubernamentales. Las órdenes que recibieron quienes comandaban a las fuerzas represivas fueron las mismas en los dos países: “Vamos con todo”.
Presos políticos
Mientras la pareja presidencial Ortega-Rosario Murillo mantiene en prisión a más de 120 presos políticos, el chavismo bate los récords de las revoluciones con 300 prisioneros políticos, entre ellos 128 militares, 21 mujeres y un adolescente. Una parte de los venezolanos están apresados en el Helicoide, siniestra sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), mientras que los detenidos en la última operación sandinista fueron recluidos en el temido El Chipote.
Ambos son calificados como centros de tortura por los organismos de derechos humanos. En la cárcel de Managua, además, se impide a los presos políticos que sus familiares acudan a visitarlos. A todos los detenidos en la última ofensiva se les ha impuesto reclusión de por lo menos tres meses.
“El triángulo Nicaragua, Cuba y Venezuela no puede convertirse en una especie de nuevo triángulo de las Bermudas en las Américas, donde desaparezcan por completo los derechos humanos, la libertad y la democracia para siempre”, se quejó la diputada opositora venezolana Olivia Lozano.
Fueron palabras también muy parecidas a las que estos días repiten quienes adversan al sandinismo, que además enfrentan el intento de blanqueo de ambos regímenes en materia de derechos humanos por parte de los dirigentes aliados del Grupo de Puebla en el peor momento.
Basta con escuchar los detalles de la detención de la mítica “comandante dos”, Dora María Téllez, una de las grandes figuras de la revolución del siglo pasado, que han conmocionado aún más a los detractores de la pareja presidencial. La primera ministra de Salud tras el triunfo sandinista fue encañonada, golpeada en el estómago y la agarraron por el pelo, como si quisieran borrar de un plumazo la lucha de liberación contra la dictadura somocista.
Amenazas
“Ingenua, pensé que después del allanamiento de casa de mi hermano no pasaría nada peor. Anoche vestidos como ladrones entraron y se llevaron absolutamente todo de la casa. Amenazaron a mi cuñada y mi sobrina. No sé ni cómo calificar este horror”, denunció la poetisa Gioconda Belli, otra de las desencantadas con el sandinismo pese a que ocupó distintos cargos políticos durante la primera década de poder revolucionario. Humberto Belli, hermano de la escritora y otro de los perseguidos por el régimen, está exiliado en Estados Unidos.
“Ortega está enviando un mensaje que no deja lugar a dudas: ni siquiera los históricos de la Revolución Sandinista están a salvo. Le dice a los suyos que son los otros los que traicionaron la revolución. Está haciendo limpieza para erigirse como el único revolucionario, porque no solamente está reprimiendo a los sectores ideológicamente opuestos (Chamorro), sino que arremete contra quienes históricamente fueron aliados. Ortega está eliminando toda posibilidad de competencia, no solo en este año electoral, sino a largo plazo”, concluye Puerta.
La lista de revolucionarios “enemigos” de Maduro también es larga: el exzar del petróleo Rafael Ramírez; el marxista Jorge Giordani, gurú económico de Hugo Chávez; el exministro de Educación Héctor Navarro; el general Raúl Isaías Baduel, fundamental en el fracaso del golpe del 2002, o el exministro de Interior Miguel Rodríguez Torres, uno de los generales favoritos del “comandante supremo”.
Los dos últimos llevan años encarcelados. A todos ellos se los acusa desde el Palacio de Miraflores de haber perdido su pedigrí chavista.
“Es preocupante que Ortega haya podido no solamente desmontar las instituciones, sino que las señales que venía dando claramente señalaban que no estaba dispuesto a medirse electoralmente. Las leyes promovidas el año pasado indicaban justamente a la eliminación jurídica y política de la oposición democrática en Nicaragua”, confirma Puerta.
El mismo guion con distintos matices aplicado por Maduro en Venezuela, que montó la farsa electoral del año pasado con un grupo de partidos opositores, mezcla de falsa oposición, colaboracionistas o “alacranes”, como denominan a quienes están financiados por millonarios boliburgueses. En Nicaragua a estos partidos los llaman partidos “comparsa” o “zancudos” (mosquitos).
De hecho, Ortega fue uno de los cuatro presidentes que asistieron a la toma de posesión de Maduro en 2019, junto a Evo Morales, Miguel Díaz-Canel y el salvadoreño Salvador Sánchez Cerén, refugiado hoy en Nicaragua. “Venezuela es una democracia de nuevo tipo”, dijo entonces Maduro bajo los aplausos de su aliado Ortega.
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