"Para mí, es como si hubiera sido ayer"
El argentino Alberto Santoro perdió a su hijo en los ataques; ayer participó de la ceremonia
NUEVA YORK (Para LA NACION).- Alberto Santoro se toma unos segundos antes de responder la pregunta sobre lo que más le llegó del acto de ayer para conmemorar a las víctimas de los ataques del 11 de septiembre de 2001, en el que se inauguró el monumento a las víctimas. Fue algo por lo que él, como el resto de los familiares de los fallecidos, esperó diez años.
Santoro, padre de Mario Luis Santoro, uno de los paramédicos que entregó su vida al responder esa trágica mañana de septiembre para ayudar a los heridos, piensa un rato, y luego responde: "Los chicos. Los hijos de esos muertos, que conocen, que saben, que sienten lo que ha pasado. Un chico, que en ese momento tenía 14 años, ayer dijo: «Papi, ¿sabés que la semana pasada fuiste abuelo?» Que estén presentes esos chicos fue emocionante. Creo que fue lo destacado", responde, finalmente, Alberto.
El y su mujer, María, estuvieron ayer entre las miles de personas que se acercaron a conocer el monumento para conmemorar a las víctimas. Fueron ellos los protagonistas centrales del acto, los que perdieron a un familiar hace diez años, el día que cambió al mundo.
Fue una ceremonia extensa, dice Alberto. Extensa, emocionante y un poco más dolorosa, porque estaban los hijos, que eran chicos, y ahora son jóvenes, y algunos, incluso, adultos. "Algunos ni conocieron a los padres, y ayer leyeron con mucha emoción sus nombres", apunta Alberto.
La ceremonia contó con los cuatro silencios habituales de todos los años (dos por cada impacto de cada avión en las torres, y dos por el momento en el que colapsaron los edificos), a los que se agregaron otros dos, uno por las víctimas del Pentágono y otro por las del vuelo United 93, que se estrelló en Pensilvania (ver aparte).
Y por más que Nueva York lo vivió ciertamente con otro espíritu, con más optimismo, eludir la tristeza que trae el recuerdo es, a veces, algo casi imposible.
"Realmente, para los que perdimos un hijo, o un padre, es como si hubiera sido ayer. Es lo mismo. Y uno escucha que hay familias enteras muertas. Ya le digo, pasaron diez años, pero para los que estuvimos ahí, fue como si hubiera sido ayer", agrega Alberto.
A través de las pantallas que se instalaron en el Memorial en Ground Zero, los Santoro pudieron ver a los familiares de Sergio Villanueva, otro de los cinco argentinos que murieron en los ataques. Pero estaban lejos, y había muchísima gente. Cuando llegaron hasta el lugar donde está grabado el nombre de Sergio, ya no estaban, cuenta Alberto.
Al igual que el resto de los miles de familiares de las víctimas que ayer recorrieron el parque, entre los robles y las fuentes, los Santoro buscaron el nombre de Mario y le sacaron una foto.
Su nombre aparece al lado del de su compañero paramédico, Keith Fairben. Sobre el final, Santoro vuelve a hacer hincapié en la presencia de los jóvenes en el acto. "Creo que hicieron énfasis en eso. Y me parece excelente la idea. Fueron, y lo que sentían lo dijeron en voz alta."
A Santoro hubo una presencia ayer que le causó malestar. "Yo estoy completamente en desacuerdo con que haya estado Bush", sentenció.
"Sí acepto al actual mandatario, porque es el presidente, y porque encontró a Osama ben Laden, y después a Rudolph Giuliani [ex alcalde de Nueva York], que hizo un trabajo enorme. Un hombre muy eficaz."
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