Para los jóvenes, una protesta por más que Europa o Rusia
Luchan "por el futuro de Ucrania" y no por un líder determinado, como en la revolución de 2004
Desde hace más de dos meses, de manera casi ininterrumpida y a pesar de temperaturas que promedian los 20 grados bajo cero, hombres y mujeres, jóvenes en su mayoría, en auto, a pie o en el subte de Kiev, marchan a la Plaza de la Independencia -Plaza Maidan, por ellos rebautizada Euro Maidan-. Allí permanecen, a pesar del frío y la represión policial, convencidos de que ése es el lugar en el que tienen que estar para "asegurar el futuro de Ucrania".
Las concesiones dadas por el presidente Viktor Yanukovich esta semana no lograron calmarlos. Ni la abolición de las durísimas leyes con las que las autoridades habían intentado sin éxito acallar las protestas, ni la renuncia, el lunes pasado, del gobierno presidido por el primer ministro pro ruso Nikolai Azarov, ni la ley de amnistía a los manifestantes encarcelados (a cambio de que desocupen los edificios públicos) consiguieron hacerles abandonar las calles.
La decisión tomada a fines de noviembre por Yanukovich de frenar un acuerdo de asociación y libre comercio con la Unión Europea (UE), que muchos daban por sentado después de las negociaciones de los últimos tres años, y su posterior aceptación de ayuda económica rusa reavivaron un fuego que parecía extinto desde el fin de las protestas que en 2004 y 2005 cuestionaron la victoria en las urnas del propio Yanukovich.
Como en un déjà vu , los proeuropeos que hace una década lideraron la Revolución Naranja para denunciar por fraudulento el triunfo en las urnas de Yanukovich, el candidato cercano a Moscú, y aclamar a los prooccidentales Viktor Yushchenko y Yulia Timoshenko, volvieron a la Plaza de la Independencia. Pero esta vez se les sumaron miles de compatriotas desilusionados por años de promesas incumplidas, por los bajos salarios y los altos costos de vida.
Instalaron carpas, puestos de comida y de primeros auxilios, hicieron fogatas para resistir el frío y dispusieron todo lo necesario para mantener viva la protesta. En diciembre, incluso decoraron el árbol de Navidad de metal de la plaza con banderas ucranianas y europeas y mensajes contra Yanukovich, quien volvió al poder en 2010, gracias a la decepción del electorado con el gobierno de Yushchenko y Timoshenko, triunfadores en los segundos comicios de 2004.
Las redes sociales, tal como sucedió en la "primavera árabe" y con "los indignados", les sirven a los manifestantes no sólo para transmitir lo que pasa en las calles y sortear así el silencio de los medios convencionales, cercanos al gobierno, sino también para coordinar las protestas.
En Facebook, por ejemplo, los ucranianos piden y ofrecen distintos servicios, desde abrigo y alimento hasta alojamiento para los que viajan desde el resto del país. Vital Chyzh, por ejemplo, puso a disposición su número de teléfono "para el tipo de 24 años que andaba buscando alojamiento en Kiev", y Anna Polyanskaya ofreció un sofá para "alguna mujer que necesitara pasar la noche".
Pero el protagonismo de las redes sociales no es lo único que diferencia a estas protestas de las de 2004. "Esta vez no luchamos para convertirnos en Europa, luchamos para permanecer siendo Ucrania", se lee en una imagen que se volvió viral en Twitter. Los manifestantes insisten en que el reclamo no se limita a una lucha entre ucranianos proeuropeos y ucranianos prorrusos.
Desde su casa en Kiev, Taras Revunets, consultor de relaciones públicas de 33 años y activo participante de las protestas, tanto en la Plaza como en las redes sociales, dijo: "Luchamos contra la corrupción, en primer lugar, y contra un gobierno que usurpó el poder y que toma decisiones que no están en el interés público, sino en el suyo personal".
Ivan Bandura, de 26 años, nacido en Kiev y residente en Gran Bretaña, volvió a su país porque "no podía permanecer indiferente ante lo que estaba pasando". En diálogo con la nacion, dijo: "El problema con la Revolución Naranja fue que se puso demasiado énfasis en una persona [Viktor Yushchenko] y no en las ideas, como ahora".
En este sentido, Revunets dijo: "Estamos más cínicos [que en 2004]. Ya no nos importan los políticos, sólo el futuro de Ucrania. La gente ya no canta sus nombres como en 2004 con Yushchenko y Timoshenko. «Gloria a Ucrania», decimos ahora".
Las ideas, o más precisamente, los ideales, mantienen viva la protesta, que si bien está teñida de un marcado sentimiento de patriotismo, tiene en Europa un modelo a seguir, que los inspira a la hora de pensar en "una Ucrania mejor". Algo para lo que están decididos a permanecer en las calles todo lo que sea necesario.
"El tiempo dirá en qué termina esto", reflexionó Bandura, y agregó: "Creo que al final el pueblo prevalecerá, porque estamos defendiendo nuestro país y nuestro futuro".