Para los argentinos, un inesperado déjà vu de 2001
Varios de ellos viven los tumultos en la capital con miedo y sorpresa
"Cuando el domingo por la tarde salí a pasear por Clapham, jamás pensé que sería la última vez que iba a ver a mi actual barrio en buenas condiciones: hasta la peluquería de la vuelta de casa fue saqueada, y, angustiada, tuve una sensación de déjà vu."
Así describe Mariana Garrido, una productora argentina de moda de 30 años que reside en Londres desde hace ocho, los violentos episodios en la capital británica, en una entrevista por e-mail con LA NACION.
En medio de la tensión y de la incertidumbre local, la mayoría de los argentinos contactados por LA NACION recordaron los saqueos, la represión y los cacerolazos de fines de 2001 en este país.
Sofía Risler es una diseñadora gráfica de 30 años y vive en Londres desde hace tres años y, por primera vez, camina con miedo en la ciudad. "El caos está latente en todos los barrios y no hay un blanco específico: atacan a todo tipo de negocios y lo que más miedo me da es pensar cómo la policía va a detenerlo, por eso el clima es similar al de 2001, principalmente por la incertidumbre; no sabés si esta noche o en el camino a tu casa te podés cruzar con algún disturbio."
Por su parte, Pedro Reyna es un arquitecto argentino de 39 años que reside en Hackney, en el este de la capital y donde el domingo pasado se registraron los primeros incidentes.
Ayer, de regreso a su casa en bicicleta, pudo observar el centro de Covent Garden con todos sus locales cerrados y las vidrieras vacías.
Una vez en su casa, escuchaba permanentemente el sonido de helicópteros patrullando la zona. "Creo que lo que se vive es una reacción no esperada a las actuales políticas de gobierno y que, luego de numerosos beneficios facilitados, hoy se los cortaron como se corta una droga sin un tratamiento indicado; no justifico los incidentes, pero se acabó lo que se daba y la gente reaccionó de esta manera", señala.
Esa sensación de sorpresa que tiene Reyna es compartida por otros argentinos. "Estamos todos en shock; la gente no puede creer cómo en una ciudad como ésta no logren resolverlo aún", cuenta Tomás Molina, un joven argentino de 27 años que tiene su propio emprendimiento gastronómico y que reside a tres cuadras de Hyde Park, en pleno corazón de Londres.
También Molina recordó la violencia de diciembre de 2001. "Las zonas afectadas son las más marginales, pero a esta gente no le falta para comer, como lo que pasó en 2001, lo hace porque es una generación que no está incentivada a hacer algo, sólo a vivir de beneficios que les da el Estado y como Londres en general no es una ciudad insegura, vivir lo que esta pasando ahora es de no creer."
En tanto, Marianela Espasandin, una joven de 20 años estudiante de finanzas que reside en Battersea, recuerda el sonido de los helicópteros en la madrugada y la imagen de los comercios típicos de la zona completamente destruidos.
"Es una situación indignante, pero tampoco creo que estemos como se ha tratado de exponer en muchos medios en «territorio de nadie»", opina. Espasandin subraya la indignación que se ve en los londinenses por la tardía reacción de sus dirigentes. "Hay mucha gente que pide mano dura y otra a la que no le importa lo que pasa. Y, por último, existen los más paranoicos que, como vi hoy por la tarde en el supermercado, vaciaron las góndolas."
Por su parte, Leandro Carrera es un investigador argentino del London School of Economics, tiene 37 años y llegó a Londres en 2006. "En la situación argentina tenías un gobierno que estaba a la deriva; aquí el gobierno trató de reaccionar, pero un poco tarde. Lo que se puede conectar es la anarquía que se vive en las calles y el tener que movilizarse con cuidado", indica.
"Una de las ciudades con más turistas en el mundo parece un desierto, donde sólo se escucha el ruido de sirenas", describe Molina. "Hoy, un amigo inglés me dijo que se mudará a Buenos Aires dentro de poco porque está cansado de la violencia y no quiere que su hija vaya al colegio con gente de este tipo; es de no creer."
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