Para el régimen castrista, el cambio es económico, no político
LA HABANA.- El cambio va a llegar y creo que Raúl lo entiende", subrayó Barack Obama, la figura del momento en la isla, en su entrevista con el canal ABC al poco tiempo de aterrizar en La Habana.
No opinan lo mismo los "cubanólogos" especialistas en leer las entrelíneas del régimen de los Castro, sobre todo tras la escenificación de la histórica reunión de ayer en el Palacio de la Revolución: a un lado, el presidente norteamericano; al otro, Raúl y su hijo, Alejandro Castro Espín, todopoderoso militar que con este guiño se consolida como gran favorito para suceder a su padre en 2018.
El cambio es económico, no político, aunque no lo precise Obama en sus declaraciones. Pese a los balbuceos en la rueda de prensa conjunta, pese a la violencia desplegada contra las Damas de Blanco, la posición política de Raúl Castro sale muy reforzada. En ningún parámetro interno caben dudas acerca del control total que la revolución mantiene sobre la isla, más ahora si las llamadas "actualizaciones" económicas van a contar con el respaldo financiero del poderoso vecino del Norte.
Sólo los disidentes y opositores exigen cambios, pocas voces en un desierto político. El cubano se ha acostumbrado tras el Período Especial a buscar soluciones personales que lo ayuden en su atolladero existencial. Y eso lo sabe la revolución.
La gran apuesta para mantener el poder se llama Alejandro Castro y es coronel del Ministerio de Interior, de 50 años, único hijo varón de Raúl y especialista en inteligencia y contrainteligencia. Conocido como "el Tuerto" (la leyenda dice que perdió un ojo en la guerra de Angola, aunque él ha reconocido que fue un accidente en un entrenamiento lo que le redujo la visión), su figura ha emergido en los últimos años siguiendo la estela de su padre y sustituyéndolo en distintos actos, también en el exterior.
En la misma entrevista con ABC, Obama insistió en que el gobierno cubano ha evidenciado su capacidad "para reconocer dónde está el futuro y empezar a preparar el terreno". Un futuro que apunta, realmente, a la consolidación de la familia Castro al frente de Cuba.
En el Palacio de la Revolución tampoco faltaron Miguel Díaz Canel, el vicepresidente que no es militar, y Bruno Rodríguez, el canciller que ha sabido buscar su sitio en un puesto del que sus predecesores, Felipe Pérez Roque y Roberto Robaina, cayeron tras destacarse en demasía. Junto al zar económico Marino Murillo, son los otros favoritos para la sucesión.
Retroalimentación
¿Qué papel juega Venezuela, el gran aliado del castrismo, en el "new day" desplegado por su gran enemigo en la isla? Raúl afirmó que no había dado tiempo a tocar el tema, pero Obama lo contradijo al destacar que su inestabilidad preocupa en el continente. Ambas revoluciones se retroalimentan y se necesitan, pero es evidente que el deterioro económico del país sudamericano ha empujado a los cubanos en busca de soluciones más allá de Caracas. La Habana seguirá prestando sus servicios a Nicolás Maduro en su enroque en el poder.
El Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), que se celebra el mes que viene, también confirmará la estrategia de Raúl, un orador limitado si se lo compara con su hermano (como volvió a dejar claro ayer), pero un estadista pragmático que ya en los 90 apostó por los cambios económicos pese a la resistencia de Fidel.
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