Para el euro, llegó la hora de la verdad
BERLIN.- La ventana de oportunidad para salvar el euro se está cerrando rápidamente, mientras la crisis de la deuda amenaza la solvencia de los bancos europeos y hace subir las tasas de interés que deben pagar para endeudarse incluso países que antes eran sólidos como una roca, como Francia.
Anteayer, la crisis se cargó a otro mandatario, cuando el ahora ex primer ministro Silvio Berlusconi renunció después de 17 años de dominio sobre la política italiana. Tanto en Italia como en Grecia, los convulsionados parlamentos se reunieron con urgencia para instalar gobiernos más tecnócratas, que deberán aplicar duras reformas.
A pesar de esos pasos drásticos y concretos, subsiste sin embargo una montaña de problemas que podrían desbordar de un momento a otro cualquier avance que haga Europa.
Por encima de todas las discusiones sobrevuela como una amenaza la ralentización de la ya anémica tasa de crecimiento del continente, que en 2012 será del 0,5%, y hasta la posibilidad de que se produzca una nueva recesión.
Eso pone en duda la eficacia del último intento de la eurozona por aplacar los mercados, ese esfuerzo rezagado de elevar el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera de 605.000 millones a 1,4 billones, o de encontrar otras vías de financiamiento. Esa tarea se volverá más difícil en el contexto de una recesión, en especial si Francia empieza a perder credibilidad.
"Pienso que estamos en terreno muy peligroso, y que la eurozona debe actuar de inmediato", dijo Simon Tilford, economista en jefe del Centro para la Reforma Europea. "Ya no hay margen para soluciones improvisadas. Y los que creen que es posible que Italia y los países del Sur caigan en default o devalúen para ganar competitividad, o son ilusos o están negando la evidencia que está frente a sus ojos."
En el centro de todo y a la cabeza de los países de Europa del Norte se encuentra Alemania, que con férrea insistencia sostiene que la austeridad y la rectitud fiscal de los deudores, sin importar lo dolorosas que sean, representan el único camino para salir de la crisis. Cualquier propuesta que implique compartir la carga con los países fuertemente endeudados mediante una colectivización de la deuda europea -aunque hayan contribuido a la prosperidad del Norte consumiendo sus exportaciones- es rechazada de plano, por temor al costo político interno.
Cuando el consejo de asesores económicos independientes de Alemania le propuso la semana pasada a Angela Merkel una manera de compartir la deuda europea para proteger a Italia y España, ella rechazó la idea aduciendo que era inviable sin modificar los tratados de la Unión vigentes.
También se ha opuesto a que el Banco Central Europeo aumente su participación en la compra de bonos de países endeudados, lo que podría disminuir las tasas de interés de sus deudas, y ni hablar de permitir que el banco salga como garante de la deuda italiana.
Pero los críticos aseguran que no hay tiempo de modificar ningún tratado, y que esos cambios de los que habla Merkel podrían llevar años. "La crisis hay que resolverla ya mismo; no puede esperar a que estén listos los instrumentos para arreglarla", dijo Bernhard Rapkay, presidente de los socialdemócratas en el Parlamento Europeo.
La vulnerabilidad de Italia hizo llegar la crisis al corazón de la eurozona, porque más allá de todas las especulaciones sobre la posibilidad de que los países más débiles elijan finalmente salirse del euro, sin Italia no hay euro, o al menos no el euro entendido como moneda común de Europa.
Y si se le encarece tanto endeudarse, a tal punto de quedar fuera de los mercados de crédito, no habrá muralla de dinero lo suficientemente alta como para salvaguardar los 2,6 billones de dólares de su deuda soberana.
"Todo o nada"
"Hemos llegado al momento del todo o nada", dijo Thomas Klau, un alemán que dirige las oficinas parisienses del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. "La actual situación de Italia es manejable durante unos días, tal vez semanas, pero no meses. O este nuevo capítulo marca el final de la eurozona, o es la antesala de un gran salto hacia adelante en la integración política y económica."
Con cada muestra de incertidumbre, arreciaron los ataques especulativos contra el corazón de la UE. Grecia se tambalea, Italia zozobra y Francia empieza a temblar. Y todo puede empeorar, con una recesión en ciernes. A menos, por supuesto, que la crisis haya logrado concitar la suficiente preocupación, especialmente en Berlín.
O el Banco Central Europeo deberá cumplir un papel más activo en el sostenimiento de las naciones más fuertemente endeudadas de la eurozona, o los países tendrán que comprometerse a adoptar un sistema más federal, algo así como un Departamento del Tesoro o un banco central de verdad. De lo contrario, la ruptura de la eurozona, con algunos países abandonando o viéndose obligados a abandonar la moneda común, podría ser inevitable.
Las opciones son políticamente difíciles, "pero la alternativa es potencialmente tan devastadora que el precio de actuar, por elevado que sea, es mucho menor que el precio de la inacción, porque la inacción puede desencadenar una serie de eventos que escapará al control de los líderes de Europa", dijo Klau, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
Traducción de Jaime Arrambide
The New York Times