Para EI, cualquier oportunidad es buena para hacer propaganda
PARÍS.- ¿Y si Estado Islámico (EI) estuviera incluso perdiendo la guerra en el terreno de la propaganda? Ésa es la pregunta que ocupa a los especialistas en las últimas semanas, después que el grupo terrorista radical reivindicó varios ataques y atentados que parecen no tener ninguna conexión con la organización jihadista.
Escasos días después de haber reiterado su llamado a golpear a cualquier civil en los países occidentales, formulado por el "califa" Abu Bakr al-Baghdadi, EI reivindicó ayer la masacre de Las Vegas, "cometida por uno de sus soldados". En el comunicado difundido por Amaq, el órgano de propaganda de la organización, Stephen Paddock es identificado como Abu Abd Abdulbar al-Ameriki.
Pero la reivindicación, como varias otras en los últimos días, suscita dudas. En el caso de Las Vegas, el FBI indicó ayer que no pudo establecer "ningún lazo con el grupo terrorista". El perfil del culpable, un blanco de 64 años, sin pasado religioso o criminal, es atípico. Hasta ahora, todos los jihadistas fueron hombres jóvenes, musulmanes de origen árabe u occidentales convertidos, con un pasado marcado por las drogas y la delincuencia común. Amaq afirma que Paddock se convirtió hace pocos meses, un plazo demasiado corto para prepararlo para la jihad (guerra santa). Una conversión que sus familiares no pueden confirmar.
Elemento suplementario: Paddock se suicidó justo antes del asalto policial, algo totalmente inédito en un ataque jihadista. Los atentados kamikazes no son considerados un suicidio -gesto proscripto por el Corán-, sino como un ataque seguido de muerte segura. Por otro lado, contrariamente a su costumbre desde 2015, la organización no difundió ningún video de Paddock jurando fidelidad a EI.
En momentos en que la organización terrorista está a punto de perder la totalidad del territorio de su autoproclamado "califato" en Siria y en Irak, la reivindicación de Las Vegas podría ser, simplemente, fruto del oportunismo.
Lo mismo creen los expertos en el caso del ataque de anteayer en la terminal ferroviaria de Marsella, donde un delincuente común tunecino, Ahmed Hanachi, de 29 años, mató a puñaladas a dos mujeres jóvenes al grito de "Allahu Akbar (Dios es grande)", antes de ser abatido por una patrulla militar. Los investigadores aseguran que, hasta el momento, ninguna relación fue establecida entre Hanachi y EI, que, sin embargo, se apresuró a reivindicar el crimen.
Algo similar sucedió el viernes en Canadá, donde un somalí de 30 años agredió con un cuchillo a un policía antes de atropellar a cuatro peatones con una camioneta. El atacante tenía una bandera de EI en su vehículo, pero nada pudo confirmar una relación concreta con la organización.
"De confirmarse, con esta nueva estrategia de comunicación EI intenta demostrar que sus capacidades son bien superiores a la realidad", opina el especialista Olivier Roy.
Por el momento, la duda subsiste. Hasta hace poco, EI nunca había reivindicado una acción de la que no fuera responsable. En Estados Unidos, desde 2015, la organización asumió la autoría de tres atentados: San Bernardino, Orlando y un ataque sin víctimas en el Curtis Center de Texas. Cada vez, las autoridades probaron su veracidad.
Es verdad también que la estrategia de la organización en ese terreno cambió. Al principio EI revindicaba sólo aquellos atentados en los que tenía el control operacional. Ahora asume incluso los que cometen los jihadistas que actúan propulsados por la propaganda a través de Internet.
Es probable que también haya decidido acreditarse todo asesinato cometido al grito de "Allahu Akbar" en cualquier parte del mundo, gesto imposible de probar hasta el momento en el caso de Paddock. Tal vez, en los próximos días salga a la luz un video que pruebe que así fue. En ese caso, el terrorismo islámico habrá alcanzado un inquietante nivel en su capacidad de reclutamiento veloz.
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