Para Alberto Fernández, “es trágico”: ¿cómo afecta el cambió climático a las islas del Caribe?
El presidente argentino habló sobre los motivos de su viaje a Barbados, de regreso de su gira por China y Rusia; el aumento de las temperaturas y los fenómenos meteorológicos devastadores hacen de la región una de las más vulnerables del mundo
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El presidente Alberto Fernández, en su calidad de flamante titular de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), se refirió durante una entrevista con C5N a la situación “muy trágica” que atraviesa el Caribe con respecto al cambio climático, cuando hablaba de la escala que hará en Barbados a su regreso de su gira por Rusia y China.
En la isla caribeña, que recientemente abandonó la monarquía británica y se transformó en república, Fernández se reunirá con la primera ministra, Mia Mottley, con quien abordará centralmente el tema de la crisis climática y el proceso de descolonización en el país.
“Quiero que mi gestión en la Celac preste particular atención a lo que está pasando en en el Caribe”, manifestó el mandatario, al mismo tiempo que pidió a la Comisión Europea de Inversiones que deriven recursos hacia esa región. El 40% de la cartera de ese organismo se compone de recursos destinados a recursos contra el cambio climático. “El Caribe la está pasando muy mal. Es una cuestión muy trágica”, enfatizó.
“Como hermanos latinoamericanos del Caribe, tenemos que ayudar a que ellos sobrelleven este problema y lo resuelvan”, añadió. “Es impactante como el agua va tapando y haciendo desparecer islas, y se llevan puestas comunidades enteras”, dijo Fernández.
¿Las islas van a desaparecer?
Los peligros específicos derivados del aumento de las temperaturas, como la subida del nivel del mar y los fenómenos meteorológicos más frecuentes y extremos, como los ciclones, convierten al Caribe en una de las regiones más vulnerables, ya que “en muchas naciones se espera que se modifique la estructura de las costas, lo que podría provocar pérdida de territorio y desplazamiento de personas”, explica a LA NACION Sebastián Rodríguez Claros, biólogo y experto en cambio climático de ONU Medio Ambiente.
“A medida que aumenta la temperatura se produce el descongelamiento de los glaciares y los polos entonces se espera un aumento del nivel del mar –el último reporte del IPCC estima que de aquí a 2100 se podría llegar a registrar una elevación del nivel del mar de entre aproximadamente 30cm y 60cm–, lo que significa que estas pequeñas islas del Caribe, además de perder más territorio, podrían sufrir procesos de salinización de sus acuíferos, lo que compromete el acceso al agua potable y eso conlleva a problemas de salud y alimentarios, así como enormes pérdidas en los sectores productivos”, añade.
Sin embargo, “decir que para 2100 van a desaparecer Barbados, Jamaica, San Cristóbal y Nieves podría ser exagerado, no hay certeza de ello”, dice con respecto a la afirmación del presidente de que las islas del Caribe corren el riesgo de desaparecer.
Por su parte, Enrique Maurtua Konstantinidis, especialista en cambio climático, remarca el grave peligro de la subida del nivel del mar y dice que incluso “atenta contra la mismísima existencia de algunas de las islas del Caribe”.
La fuerza devastadora de los ciclones
El pequeño tamaño de estas islas también es un problema ya que una sola catástrofe puede tener un efecto desproporcionado en la economía, con huracanes que han causado daños que van desde un mínimo del 6% del PBI hasta el 200%, como fue el caso de Granada y las Islas Caimán tras el huracán Iván en 2004, según informó el Proyecto de Adaptación al Riesgo Climático y Seguros en el Caribe (Craic) de la ONU. El huracán Iván se consideró un acontecimiento decisivo en el Caribe, que afectó al menos a nueve países y provocó pérdidas regionales por un total de más de 6000 millones de dólares.
El año 2017 fue otro momento decisivo para el Caribe, tras sufrir la devastación causada por dos huracanes de categoría 5 con 14 días de diferencia. Los daños y las pérdidas provocados por estas tormentas se han estimado en aproximadamente 130.000 millones de dólares y afectaron a 18 países, a sus poblaciones y a sus infraestructuras sociales y económicas, según la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA). Estos acontecimientos catastróficos hicieron que la Comunidad del Caribe (Caricom) declarara su ambición de convertirse en la primera zona resistente al clima del mundo.
Además, un informe de Moody’s de 2017 indica que de los 20 países más vulnerables del mundo, más de la mitad son pequeños estados insulares de las regiones del Caribe y el Pacífico, y que estos 20 países soportan pérdidas medias de entre el 2,1% y el 20,1% de sus respectivos PBI cada año.
“En los últimos años ha habido una correlación entre el aumento de la temperatura de la superficie del océano y el número de eventos hidrometeorólogicos, como huracanes y ciclones, e incluso su intensificación. Este incremento de la frecuencia y la intensidad de estos fenómenos ha causado mayores pérdidas y daños en infraestructura”, dice Rodríguez Claros.
El impacto en la población
Es importante destacar que, si bien los desastres tuvieron un impacto significativo en las economías de los países, lo que provocó un aumento de los déficits fiscales y de la relación entre la deuda y el PBI, también afectaron a la población y a sectores clave como el turismo, la agricultura, la pesca y los sectores sociales, como la vivienda, las escuelas y los hospitales, indica Craic en su último informe publicado el año pasado.
Un ejemplo de ello es Dominica, donde los daños ascendieron a aproximadamente 931 millones de dólares y las pérdidas a otros 380 millones de dólares tras el huracán María en 2017, lo que equivale a cerca del 225% de su PBI de 2016 o a 1310 millones de dólares en daños y pérdidas. Pero los daños y las pérdidas fueron mucho más que daños económicos. Más del 90% de la población se vio afectada: el 15% del parque de viviendas del país quedó totalmente destruido y el 75% parcialmente dañado. Las infraestructuras críticas –rutas, puentes, sistemas de agua, electricidad, telecomunicaciones– también sufrieron un impacto significativo. El impacto en los sectores de la agricultura y el turismo también fue importante, ya que estos sectores eran clave para la seguridad alimentaria, la actividad económica y para proporcionar un medio de vida a miles de personas.
“La economía de estos países depende mucho del turismo y se ha visto afectado por el aumento de la temperatura del agua en muchos sentidos. Por ejemplo, el aumento de la temperatura del agua está correlacionado con el florecimiento de una especie de alga que se llama sargazo y eso ha sido un problema porque llega a las playas y afecta su estética, ahuyentando a los turistas en muchos casos”, explica el experto de la ONU. “También ha producido un blanqueamiento de los corales, que son una fuente importante de turismo en la zona. Además, los corales son una defensa natural para las mareas altas, los huracanes y los ciclones. Y como se están muriendo, se vuelven cada vez menos resilientes, y pierden su capacidad de quitarle fuerza a estos fenómenos”, agrega.
Maurtua Konstantinidis, por su parte, da algunos ejemplos concretos de cómo estos fenómenos climáticos pueden afectar a la agricultura. “Las plantas de tabaco, cacao y café responden a variaciones de temperatura muy particulares. Crecen en condiciones bastante específicas. Entonces el cambio climático puede generar que esas condiciones varíen, poniendo en peligro la producción de ese tipo de cultivos. En un futuro, en donde no hay acción climática concreta, podríamos quedarnos sin café y sin chocolate”, señala.
Estas catástrofes también provocaron un aumento de los niveles de pobreza, ya que estos sucesos suelen tener un impacto desproporcionado en los segmentos más pobres de la población, así como en las personas mayores y los niños.
“Estos países no solamente son vulnerables por la geografía, la topografía y las condiciones ambientales sino también por sus condiciones económicas. Los índices de pobreza son altos y todo eso aumenta la sensibilidad de estos países a los efectos del cambio climático. Ya están muy expuestos pero sus propias condiciones socioeconómicas hacen que aumente la vulnerabilidad y el riesgo”, opina el especialista.
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