Papá Xi: el culto a la personalidad del líder chino ya rivaliza con el de Mao
Ningún presidente había inspirado tanta admiración entre la gente desde la muerte del fundador del régimen comunista; los críticos denuncian una intensa propaganda oficial
PEKÍN.- Las atracciones turísticas imperdibles de la capital de China conforman un circuito impresionante: la Gran Muralla, la Ciudad Prohibida, la plaza Tiananmen, y para los madrugadores dispuestos a esperar en largas filas, el mausoleo de Mao Tse Tung.
Pero ese circuito ahora tiene una nueva parada: un modesto local de comidas del oeste de la ciudad que se ha convertido en destino de peregrinaje para los fanáticos del presidente Xi Jinping. Fue desde este lugar, hace un año, que Xi cautivó a la nación cuando se salió del protocolo para hacer una visita al parecer espontánea al Qingfeng Steamed Bun Shop, donde pagó en el mostrador y se llevó la bandeja hasta una de las sencillas mesas plegables del local.
"Estamos siguiendo los pasos de nuestro gran líder", dijo con entusiasmo Bai Henglin, un chofer de 29 años, mientras se sacaba una selfie con su combo presidencial de 3,50 dólares: empanadas al vapor y estofado de hígado de cerdo.
La multitud que atrae el local de la mañana a la noche es sólo uno de los termómetros de la adulación directa que recibe Xi desde su ascenso al poder, en 2012. Su sonrisa serena decora platos ornamentales y dijes para la buena suerte, y un libro con sus ideas de gobierno publicado en ocho idiomas ya ha vendido 17 millones de ejemplares. Su encanto paternalista ha inspirado canciones y poemas que celebran a "Papá Xi", marido virtuoso, amigo de los campesinos y enemigo de los corruptos.
"Los hijos e hijas de China te siguen tomados de la mano", dice la letra de un himno a Xi en ritmo de soft-rock. "Gran secretario general, amado presidente Xi / la nación china de seguro rejuvenecerá, gracias a ti."
Desde que Mao gobernaba la nación con su magistral combinación de populismo, fervor y miedo, ningún otro líder chino inspiró tanta admiración de la gente. Deng Xiaoping tenía una potencia formidable, pero renegó de las manías de la era Mao. Desde ese entonces, los halagos públicos hacia los líderes políticos fueron considerados un tabú. Hu Jintao, predecesor de Xi, hizo del bajo perfil una virtud. No así "Papá Xi".
Parte de su atractivo emana de su guerra contra la corrupción y de sus eslóganes optimistas, como cuando habla del "Sueño Chino", su visión de una nación rejuvenecida y poderosa. Pero la veneración que suscita también es fogoneada por una incansable propaganda que pinta a Xi como una imbatible aleación de Superman y "vecino de al lado", que sostiene su propio paraguas, patea una pelota de fútbol y sabe cargar un rifle.
Durante sus primeros dos años en el poder, su nombre apareció en la sección principal en la sección central del People's Daily, el diario más importante del Partido Comunista, más del doble de veces que el de Hu en su mismo período de mandato.
"Toda la maquinaria propagandística de China se ha alineado para publicitar su personalidad", dijo Xiao Qiang, profesor de la Universidad de California. "Ya es una exceso."
Si bien muchos chinos agradecen tener a un líder fuerte y directo, los críticos dicen que la fervorosa promoción de Xi ha comenzado a tomar algunos de los ribetes del culto a la personalidad, alarmando a quienes ven similitudes con los excesos que consumieron a Mao.
En su gran mayoría, la opinión pública china celebra la feroz campaña contra la corrupción de Xi, que ha destituido a poderosos funcionarios que antes parecían intocables. Sus advertencias de que China reafirmaría sus reclamos territoriales con una diplomacia vigorosa y con mayor poderío militar también han demostrado ser muy populares.
Los intelectuales liberales se dejan impresionar menos y dicen que la monstruosa maquinaria de construcción de imagen del partido está jugando con fuego, dada la desafortunada experiencia de China con el culto a la personalidad y la cacería de brujas de los años de Mao.
Li Datong, analista político de Pekín, dice que los más preocupados son los que alcanzaron la mayoría de edad durante las décadas del 60 y del 70. "Es ridículo que esté apelando al culto de la personalidad", dice Li. "El aparato de propaganda chino, que es chupamedias por instinto del supremo líder, es parcialmente culpable, pero el problema es que Xi no ha movido un dedo para frenarlos. Es obvio que lo permite, y para ser honestos, eso no inquieta bastante."
A pesar de sus recelos, muchos liberales no creen que Xi llegue al punto de reeditar los excesos de la era Mao. Pero Bao Tong, alto funcionario del partido que fue expulsado y encarcelado tras las protestas prodemocráticas de 1989, dice que Xi corre el riesgo de molestar a sus seguidores dentro del propio partido al proyectarse como el único capaz de salvar a China.
Convertir a Xi en un semidiós de la política para anular cualquier debate o disenso "no unificará el pensamiento de la gente", dijo Bao Tong.
Traducción de Jaime Arrambide
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