Ovadia Yosef: el controvertido último guía espiritual de Israel
JERUSALÉN.- Terminó un capítulo en la historia de Israel. Murió ayer el gran rabino Ovadia Yosef, una de las figuras más determinantes en la política del país en las últimas tres décadas, pero, ante todo, una personalidad religiosa de profunda y amplia sabiduría, considerado por sus seguidores y sus críticos "el gigante de la generación".
Venerado por multitudes de judíos sefardíes -entre ellos, muchos no ultraortodoxos, como él-, también fue una figura muy criticada. Polémico y discutido, querido y odiado, dejó sin duda su impronta en la vida de Israel.
Yosef, internado en las últimas semanas por serios altibajos de salud, murió en el hospital Hadassah, de Jerusalén, a los 93 años. Por la noche fue sepultado en el cementerio Sanhedria de la capital, acompañado por 600.000 personas que se hicieron presentes para darle el último adiós, lo que equivale al 10% de toda la población judía de Israel.
Calles enteras quedaron cubiertas de hombres vestidos de blanco y negro, como es típico de los judíos ultraortodoxos, mientras diferentes entradas a Jerusalén quedaron bloqueadas por la cantidad de gente que intentaba abrirse camino hacia el sepelio. Miles dejaron sus autos a un costado de la ruta al ver que no podrían avanzar, marchando a pie kilómetros para llegar al sitio de las exequias, lo cual no pudo menos que complicar el proceso de despeje de la ciudad finalizada la ceremonia.
Yosef nació en Bagdad, Irak, y a los cuatro años llegó con su familia a Jerusalén, gobernada entonces por los británicos.
Fue un gran estudioso de la Torá, llegó a ser gran rabino sefardí y es recordado por sus decisiones dramáticas cuando se desempeñó como jefe de los tribunales rabínicos, entre ellas el reconocimiento del judaísmo de los etíopes.
Su nombre quedó asociado al partido ultraortodoxo sefardí Shas, que fundó en 1984 y del que fue su indiscutido líder espiritual.
Yosef inspiró grandes contradicciones. Por un lado, formuló fuertes declaraciones de tinte extremista contra los árabes, a los que llamó "serpientes". En otra ocasión, luego de un atentado, expresó su esperanza de "que desaparezcan Abu Mazen y todos esos malvados", en relación con el presidente palestino, Mahmoud Abbas, a quien le deseó que "le caigan misiles en la cabeza".
Pero por otro lado, aunque sus seguidores eran percibidos en general como de tendencia conservadora de derecha, tuvo diversos pronunciamientos para recalcar que "la santidad de la vida es lo principal" y que para preservar la vida "está permitido retirarse de territorios".
Ayer, además, en una reunión con diputados israelíes en la Muqataa en Ramallah, el presidente Abbas pidió transmitir a la familia Yosef sus condolencias y reveló que había recibido varias veces en su oficina a la hija del rabino. El presidente Shimon Peres, en tanto, contó que Yosef había apoyado las negociaciones de paz y también había pedido, años atrás, reunirse con el presidente de Egipto Anwar el-Sadat.
También en el plano interno tuvo pronunciamientos muy discutidos, como las maldiciones que lanzó contra los ex diputados Yosi Sarid y Shulamit Aloni, declarados luchadores contra la fuerza de la imposición religiosa.
Especialmente condenados fueron sus comentarios que daban a entender que no cabía sorprenderse de que "soldados mueren en la guerra, si no cuidan los preceptos de la Torá", o su afirmación de que los judíos asesinados por los nazis en la Segunda Guerra Mundial eran "reencarnación de almas pecadoras".
"El pueblo de Israel perdió a uno de los hombres más sabios de su generación", dijo el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en una declaración. "El rabino era un gigante de la Torá y de la ley judía y un mentor para decenas de miles (de personas)", aseveró. También Peres elogió a Yosef, al afirmar que había recibido la noticia sobre su deceso "con profundo dolor".
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