Otro paso para construir una Iglesia en misión permanente
ROMA.- Con la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II , dos papas que "no se avergonzaron de la carne del hermano", Francisco no sólo dio a la Iglesia un mensaje de unidad y reconciliación. Al pronunciar un sermón evidentemente escrito de su puño y letra y pensado en el más mínimo detalle, también volvió a reafirmar el rumbo renovador y reformista de su pontificado .
Un papado que apunta a una Iglesia en estado de misión permanente, una Iglesia simple, que viva la esencia del Evangelio, que no condene, sino que acompañe a los hombres del mundo moderno.
Lejos de contraponer a dos papas considerados muy distintos, con sabiduría Francisco exaltó su gran energía, su alegría, la esperanza que transmitían, su determinación, que, como recordó, fue siempre superior a los arduos momentos históricos que les tocó vivir.
Francisco buscó los elementos en común entre Juan Pablo II, un papa más reciente en la memoria, que gobernó la Iglesia durante casi 27 años en los que sus viajes por el planeta hicieron historia, y Juan XXIII, un papa más lejano en el tiempo, pero que al convocar el Concilio Vaticano II abrió la Iglesia al mundo moderno.
El jefe de la Iglesia destacó que ambos dieron testimonio "de la bondad de Dios, de su misericordia", elemento que el ex arzobispo de Buenos Aires insiste en subrayar desde que fue elegido pontífice y que volvió a recordar ayer, que, por otra parte, se celebraba la Fiesta de la Divina Misericordia, establecida por el papa polaco.
El primer papa jesuita destacó, además, que los dos nuevos santos estaban "llenos de la audacia del Espíritu Santo" y terminó su homilía llamando a seguir su ejemplo, para que la Iglesia toda sea "dócil al Espíritu Santo", especialmente en vista del sínodo extraordinario sobre temas de familia de octubre próximo y de 2015.
En éstos se debatirán varios temas relativos a la familia -institución que es la célula de la sociedad, pero que está en crisis-, e incluso argumentos antes tabú, como la difícil cuestión de los divorciados vueltos a casar.
No es la primera vez que Bergoglio llama a escuchar al Espíritu Santo y a ser audaces: lo dice claramente en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, su documento programático, y lo dijo a fines de febrero, al término de una asamblea de cardenales.
Volver a decirlo ayer pareció ser un mensaje claro a sectores anclados a posiciones del pasado. No por nada, al canonizar a dos papas "valientes", también volvió a insistir en la importancia de que ambos se conviertan para la Iglesia en un modelo para adentrarse "en el misterio de la misericordia divina que siempre espera, siempre perdona, porque siempre ama".
Por último, con la doble canonización de ayer, un evento único en la historia, llamado "el día de los cuatro papas" porque también participó Benedicto XVI, papa emérito, Francisco también dejó en claro que no hay ninguna contraposición con su predecesor, sino gran sintonía, admiración y respeto mutuo.
La cohabitación de dos papas -uno en funciones, el otro emérito- dentro de los muros del Vaticano, lejos de ser un elemento desestabilizador, como temieron algunos, es símbolo de una nueva modalidad de entender el papado.
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