Otro gesto impactante del Papa: "¿Quién soy yo para juzgar a los gays?"
Dijo que el problema es el "lobby gay"; en el avión habló del papel de Benedicto, del VatiLeaks y de la comunión de los divorciados; por ahora no vendrá a la Argentina
ROMA.– "Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla? " Francisco volvió ayer a sorprender por su autenticidad y apertura. Nunca se había escuchado a un papa pronunciar así, sin vueltas, la palabra "gay", tabú en el Vaticano.
Durante el vuelo que lo trajo de vuelta a Roma, el papa que quiere renovar la Iglesia dio una inusual conferencia de prensa. Sin ningún tipo de censura, dejó boquiabiertos a los 71 periodistas de medios de todo el mundo que lo acompañaban (entre ellos, LA NACION).
Después de su triunfal y agotador viaje de 7 días a Brasil para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), cumplió la promesa hecha en el viaje de ida y superó todas las expectativas. Contestó 20 preguntas no acordadas de antemano. Habló de temas que van desde pequeñas curiosidades –el misterio de qué hay dentro de su portafolio negro– hasta cuestiones candentes, como la corrupción, el supuesto "lobby gay" en el Vaticano, el escándalo del VatiLeaks y la reforma de la curia ("donde hay santos, pero también personas que provocan escándalo", dijo).
Confesó que no sabe cómo terminará el IOR (el banco del Vaticano, bajo sospecha de lavado de dinero) y, por otra parte, al hablar de la delicada cuestión de la prohibición de la comunión a los divorciados vueltos a casar, deslizó que podría reverse. En cuanto al papel de las mujeres en la Iglesia, dijo que debe ser activo, aunque sin acceso al sacerdocio.
Sólo media hora después de despegar de Río –cuando el Airbus A330 de Alitalia ya sobrevolaba el Atlántico–, apareció en la parte trasera del avión. Y, aunque nadie se lo esperaba, allí se quedó, de pie, 1 hora y 20 minutos.
El ex arzobispo de Buenos Aires, que en el viaje de ida había admitido que no se sentía cómodo con las entrevistas (algo que finalmente hizo en el avión, en forma colectiva), ni siquiera aprovechó una fuerte turbulencia para escaparse de la "jaula de los leones". Hizo gala de buen humor -más de una vez provocó carcajadas por sus salidas y ocurrencias-, transparencia, sinceridad e inteligencia. Como cuando dijo que si en Brasil jamás habló del aborto o de los matrimonios entre personas del mismo sexo fue porque ya se conoce cuál es la postura de la Iglesia al respecto y prefería centrarse en lo positivo.
Preguntado sobre el explosivo "caso Ricca", el monseñor que designó en un cargo clave del IOR y que fue acusado por el semanario L'Espresso de turbias relaciones homosexuales en su pasado, Francisco volvió a sorprender al respaldarlo y, directo como nunca, habló de los gays. Dijo que no había encontrado nada al hacer una investigación previa sobre Ricca, de acuerdo al Derecho Canónico.
Recordó que "el Señor es misericordioso y perdona todo". Habló de los gays, a quienes definió como "hermanos", dijo que había que integrarlos en la sociedad, sin discriminarlos -tal como indica el catecismo-, y distinguió entre la tendencia gay y el "lobby" que habría dentro del Vaticano. También habló de monseñores de la curia que hacen escándalo y mencionó a monseñor Nunzio Scarano, recientemente arrestado por corrupción y estafa.
Confirmó que no tiene en sus planes un viaje a la Argentina en el corto plazo y habló de su relación con Benedicto XVI, a quien comparó con un "abuelo sabio". Confirmó, además , que Juan XXIII y Juan Pablo II serán canonizados juntos, no el 8 de diciembre, como se esperaba, sino probablemente el año que viene.
Al principio, con micrófono en mano, habló espontáneamente. Admitió estar muy cansado de su viaje a Brasil, "pero con el corazón alegre" porque finalmente había vuelto a estar en contacto con la gente. Felicitó a los organizadores de la maratón: "Me parecía estar en una computadora, todo funcionaba perfecto". Consciente de que hubo polémicas en torno a su seguridad, destacó que "no hubo ni un incidente en todo Río de Janeiro en estos días". "Todo era espontáneo", agregó.
"Con menos seguridad yo pude ir con la gente, abrazarla, saludarla, sin coches blindados. La seguridad es confiar en un pueblo. Siempre hay peligro de que haya un loco que haga algo. Pero también está el Señor. Hacer un espacio blindado entre el obispo y el pueblo es una locura. Prefiero esta locura, tener el riesgo de la otra locura. La cercanía nos hace bien a todos", dijo. Tras agradecer el trabajo de los periodistas y reconocer que no podía creerlo cuando, desde el altar de la playa de Copacabana, veía a tres millones de jóvenes de 178 países, vino el momento de las preguntas. Para ello, los periodistas nos habíamos organizado antes por grupos lingüísticos y de países.
Los dos argentinos presentes en el vuelo tuvimos la ventaja del papa argentino: los dos pudimos hacer preguntas. Transcribir la hora y veinte minutos de preguntas nos dejó a muchos sin dormir.
-¿En nombre de los 50.000 argentinos que había en Río, primero de todo quiero felicitarlo. Y como ya dijo que no va a ir al país, le voy a hacer una pregunta más difícil: ¿Se asustó cuando vio el informe VatiLeaks ?
-No. Les voy a contar una anécdota sobre el informe VatiLeaks. Cuando fui a ver al papa Benedicto, después de rezar en la capilla nos reunimos en el estudio y había una caja grande y un sobre. Benedicto me dijo: en esta caja grande están todas las declaraciones que han prestado los testigos. Y el resumen y las conclusiones finales están en este sobre. Y aquí se dice ta, ta, ta... ¡Lo tenía todo en la cabeza! Pero no, no me asusté. Es un problema grande, pero no me he asustado.
-Una pregunta un poco delicada. La historia de monseñor Ricca ha dado la vuelta al mundo: quería saber cómo va afrontar este asunto y todo lo relacionado con el lobby gay en el Vaticano.
-Con respecto a monseñor Ricca, he hecho lo que el Derecho Canónico manda hacer, que es la investigación previa. Y esta investigación no dice nada de lo que se ha publicado. No hemos encontrado nada. Pero yo querría agregar una cosa: muchas veces en la Iglesia se va a buscar los pecados de juventud y se publican. Y hablo de pecados, no delitos como los abusos de menores. Pero si una persona -laica, cura, o monja- comete un pecado y luego se arrepiente, el Señor la perdona. Y cuando el Señor perdona, olvida. Lo importante es hacer una teología del pecado. Muchas veces pienso en San Pedro: hizo de los peores pecados, renegar de Cristo. ¡Y con ese pecado lo hicieron papa!
-¿Y el lobby gay?
-Se escribe mucho del lobby gay. Todavía no me encontré con ninguno que me dé el carnet de identidad en el Vaticano donde lo diga. Dicen que los hay. Cuando uno se encuentra con una persona así, debe distinguir entre el hecho de ser gay y el hecho de hacer lobby, porque ningún lobby es bueno. Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla? El catecismo de la Iglesia Católica explica de forma muy linda esto. Dice que no se deben marginar a estas personas por eso. Hay que integrarlas en la sociedad. El problema no es tener esta tendencia. Debemos ser hermanos. El problema es hacer un lobby.
-Ha dado la vuelta al mundo una fotografía suya al subir la escalerilla del avión llevando un portafolio negro? ¿Qué había adentro?
-No estaba la llave de la bomba atómica [risas]. Lo llevaba porque siempre lo hice. Cuando viajo lo llevo. Adentro está la afeitadora, el breviario, la agenda, un libro para leer, que es uno sobre Santa Teresita, de la que soy devoto. Siempre llevo el portafolio cuando viajo, es normal. Debemos habituarnos a ser normales. La normalidad de la vida.
-La sociedad brasileña cambió, los jóvenes cambiaron. Usted no habló sobre el aborto ni sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo. En Brasil se ha aprobado una ley que amplía el derecho al aborto y otra que contempla los matrimonios entre personas del mismo sexo. ¿Por qué no habló sobre eso?
-La Iglesia se ha expresado ya perfectamente, no era necesario volver sobre eso, como tampoco hablé sobre la estafa, la mentira u otras cosas sobre las cuales la Iglesia tiene una doctrina clara. No era necesario hablar de eso, sino de las cosas positivas que abren camino a los chicos. Además, los jóvenes saben perfectamente cuál es la postura de la Iglesia.
-¿Pero cuál es su postura en esos temas?
-La de la Iglesia, soy hijo de la Iglesia.
-¿Cómo se siente siendo Papa? ¿Es feliz?
-Hacer el trabajo de obispo es una cosa linda. El problema es cuando uno busca ese trabajo, eso no es tan lindo, eso no es del Señor. Existe siempre el peligro de creerse un poco superior a los otros, no como los demás, un poco príncipe... Son peligros y pecados. Pero el trabajo de obispo es lindo, es ayudar a los hermanos a avanzar. El obispo delante de los fieles para señalar el camino; el obispo en medio de los fieles para ayudar a la comunión; el obispo detrás de los fieles, porque los fieles con frecuencia tienen el olfato de la calle. Me preguntaba si me gusta... Sí, me gusta ser obispo. En Buenos Aires fui muy feliz. El Señor me asistió en eso. Como obispo fui feliz, como sacerdote fui feliz. En ese sentido me gusta.
-¿Y ser Papa, le gusta?
-Sí, también. Cuando el Señor te pone ahí, si tú haces lo que el Señor te pide eres feliz. Eso es lo que siento.
-¿Está cansado?
-No estoy casado, yo soy single [risas].
-¿Por qué usted pide tan insistentemente que se rece por usted?
-Yo siempre pedí esto. Empecé a pedirlo con cierta frecuencia en el trabajo de obispo. Siento que si el Señor no ayuda en este trabajo, para que el pueblo de Dios vaya hacia adelante, uno no puede. Yo me siento de verdad con tantos límites, con tantos problemas, también pecador. Debo pedir esto, me sale de adentro. También a la Virgen le pido que rece por mí al Señor. Es una costumbre que me viene de afuera, también de la necesidad que tengo por mi trabajo. Siento que debo pedirlo. Es así.
-¿Qué piensa de la ordenación de las mujeres?
-La Iglesia ha hablado y dice no. Lo ha dicho Juan Pablo II, pero con una formulación definitiva. Esa puerta está cerrada. Pero sobre esto quiero decirles algo: la Virgen María era más importante que los apóstoles y que los obispos y que los diáconos y los sacerdotes. La mujer en la Iglesia es más importante que los obispos y que los curas. ¿Cómo? Esto es lo que debemos tratar de explicar mejor a través de una profundización de la teología de la mujer.
-En cuanto al acceso de los sacramentos de los divorciados vueltos a casar, ¿existe la posibilidad de que algo cambie?
-Esto es necesario mirarlo en la totalidad de la pastoral matrimonial. Esto es un problema. Pero abro un paréntesis: los ortodoxos tienen una praxis diferente, ellos siguen la teología de la economía, hacen una segunda posibilidad y cierro paréntesis. Creo que este problema hay que estudiarlo en el marco de la pastoral matrimonial. Y por eso uno de los temas a consultar con estos ocho del consejo de cardenales, que nos reuniremos el 1, 2, 3 de octubre, es cómo seguir adelante en la pastoral matrimonial.
-¿Nos puede hacer un pequeño resumen de estos cuatro meses de pontificado? ¿Qué ha sido lo mejor, lo peor y qué le ha sorprendido más en este período?
-De verdad, no sé cómo responder a esta pregunta. Cosas malas no hubo. Cosas buenas, sí. Por ejemplo, el encuentro con los obispos italianos. Fue muy lindo. Una cosa dolorosa, que me golpeó el corazón, fue la visita a la isla de Lampedusa. Cuando llegan estas barcas, los dejan [a los inmigrantes ilegales] a algunas millas de distancia de la costa y ellos tienen que llegar solos. Ha sido doloroso porque pienso que estas personas son víctimas del sistema socioeconómico mundial. Pero la cosa peor [tono de broma] fue una ciática, de verdad, la tuve en el primer mes. Fue dolorosísimo. No se la deseo a nadie.
Habían pasado ya casi 11 horas de vuelo. Nunca se me pasó tan rápido un viaje intercontinental de 9201 kilómetros. Faltaban 20 minutos para aterrizar en el aeropuerto de Ciampino, en Roma, desde donde más tarde el Papa partiría hacia el Vaticano, una jaula dorada, ya no a bordo del legendario Fiat Idea que usó en Brasil, sino en un igual de modesto Ford Focus azul metalizado.
Los periodistas del vuelo papal aún estábamos trabajando frenéticamente en nuestros textos, sumergidos en la computadora, cuando, de repente, volvió a aparecer él, Francisco, en el pasillo del avión. Volvió a saludar y agradecer, con una sonrisa, y preguntó cómo estábamos. Le dije: "¡Padre Jorge, no dormimos nada, se pasó de rosca, nos hizo trabajar demasiado!". Y él contestó: "Ustedes se lo buscaron".
Repercusiones en el país y el mundo
Las definiciones del Papa tuvieron gran impacto
- En la Argentina
La Comunidad Homosexual Argentina (CHA) consideró lo que dijo el Papa como una muestra de la "disminución en el enfrentamiento del Vaticano con los gays", pero reclamó políticas vaticanas concretas - En EE.UU.
Es "un paso en la dirección correcta", señaló Catholics United, una organización católica progresista muy crítica de la jerarquía
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