Otra matanza conmociona a EE.UU.
Un joven que se autodenominó "el Guasón" asesinó a 12 personas en un cine de Denver donde se estrenaba la nueva película de Batman
WASHINGTON.- Espantado, este país asistió una vez más al drama de la matanza súbita, pero en escala pasmosamente extrema.
Ocurrió cuando, armado hasta los dientes, un ex estudiante de medicina se metió en un cine en Aurora, una hasta ayer tranquila ciudad de Colorado y, durante quince minutos, disparó a mansalva a los espectadores que abarrotaban la sala pasada la medianoche del jueves.
Fue un baño de sangre que, en el conteo disponible hasta anoche, se saldó con 12 muertos y 59 heridos. "Por el número de personas afectadas, es la cifra más grande a la que asistimos en este tipo de situaciones", dijo la policía.
A eso se suma la paranoia que ahora impera entre los amantes del cine. La matanza ocurrió en la noche de estreno de la nueva película sobre Batman - El caballero de la noche asciende- , lo que generó que varias salas cancelaran el film, mientras que otras optaron por pedir refuerzo policial para impedir que surgieran "imitadores" del asesino.
Identificado como James Eagan Holmes, el sospechoso fue detenido en la playa de estacionamiento del cine sin oponer resistencia alguna. Aún llevaba puesto el disfraz de Bane -el malo de la película de Batman- con el que ingresó camuflado para perpetrar su matanza.
"Soy el Guasón", gritaba el asesino mientras disparaba, según dijeron testigos a la cadena NBC.
Anoche, además, la policía comprobó que la casa del asesino estaba "repleta de trampas, con cables por todos lados que parecían conducir a detonadores", según dijo el comisario Dan Oates, responsable policial en Aurora, el pueblo de Colorado donde todo ocurrió. "Revisar todo esto puede demandar varios días", añadió. Por las dudas, varias viviendas cercanas a la casa de Holmes fueron evacuadas hasta que se comprobara que no había riesgo de explosión.
Las armas que usó para disparar a sus víctimas -un rifle de asalto, una escopeta y una pistola- fueron adquiridas legalmente y contaba con todos los permisos para portarlas. Nadie, al entregárselas, tuvo la menor sospecha del profundo desequilibrio que padecía.
Esa circunstancia reabrió, una vez más, el sempiterno debate en este país entre quienes claman por una restricción en la enorme cantidad de armas que están en posesión de los ciudadanos.
"Es obvio que algo hay que hacer", demandó anoche el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg. Pero otras veces se escuchó el mismo mensaje y, al final, nada ocurrió.
De hecho, las primeras reacciones tanto del presidente Barack Obama como de su adversario electoral, el republicano Mitt Romney, omitieron toda referencia al asunto y se centraron, más bien, en llamar a la calma y en consolar a las víctimas y a sus familiares.
Pesadilla
En número de muertos, el ataque ocurrido ayer es el mayor en los Estados Unidos en los últimos cinco años. En 2007 tuvo lugar la matanza de la universidad Virginia High Tech, en la que el estudiante Cho Seng Hui asesinó a 32 personas.
La masacre del instituto secundario de Columbine, en la que dos alumnos asesinaron a 13 personas, ocurrió en 1999 a sólo una treintena de kilómetros del multicine donde Holmes disparó contra sus víctimas.
Lo ocurrido ayer dentro de la sala de cine fue una verdadera pesadilla, a cuyo comienzo no pocas de las víctimas confundieron con un juego.
"En un principio pensamos que el ruido, el gas y los gritos eran sólo parte de la parodia para el estreno de la película", confesaron varios de los asistentes (ver aparte).
El atacante había entrado camuflado entre otros espectadores disfrazados de héroes y de villanos. Pero lo hizo "luego de pagar su entrada", según corroboró la policía.
Al parecer, en un primer momento Holmes se ubicó cerca de la pantalla y disparó a los espectadores de frente. Luego se dirigió hacia un costado y apuntó contra los desesperados que se agolpaban en las puertas de salida de emergencia. En medio de la confusión, varias personas llegaron a filmar videos con sus teléfonos y otros advirtieron a la policía, cuya comisaría queda a sólo tres cuadras de la sala. Sin embargo, transcurrieron quince minutos antes de que pudieran llegar. Cuando lo hicieron, Holmes seguía disparando.
Finalmente lo atraparon luego, en la playa de estacionamiento, sin que se resistiera. "Desgraciadamente, creemos que tienen a la persona indicada", admitieron sus padres, apenas enterados de la detención. La familia de Holmes envió condolencias a las víctimas y pidió tiempo para "procesar" lo ocurrido. Ninguno de los familiares dijo nada sobre su estado de salud mental.
Pero, como suele ocurrir en estos casos, buena parte de sus compañeros de facultad o los vecinos del edificio en que vivía lo describieron como una "persona normal" aunque "muy poco" comunicativo.