Otra cara de Chile: tendrá una presidenta, pero las mujeres siguen relegadas
Aunque Bachelet y Matthei llegaron a lo más alto del poder, la mayoría de las chilenas viven otra realidad
Michelle y Evelyn definirán pasado mañana el ballottage presidencial en Chile; Melissa y Naschla lideran las dos federaciones estudiantiles más poderosas del país; Carolina es la alcaldesa de Santiago, y Bárbara preside la mayor multisindical chilena. Del otro lado de la Cordillera, las mujeres llegaron al poder.
Cuando faltan dos días para que Michelle Bachelet se convierta casi sin dudas en la primera presidenta reelegida del país en décadas, 18 mujeres ya fueron designadas diputadas en la primera vuelta de los comicios, celebrados el 17 de noviembre, y otras siete entraron en el Senado.
Dos mujeres ganaron también, casi un mes atrás, la presidencia de las federaciones universitarias más importantes del país: Melissa Sepúlveda triunfó en la Universidad de Chile, y Naschla Aburman, en la Universidad Católica. Y mientras que Carolina Tohá se convirtió, un año atrás, en la primera alcaldesa de Santiago, Bárbara Figueroa preside, desde agosto, la Central Unitaria de Trabajadores.
Si bien resonantes y novelescos, estos casos, sin embargo, enmascaran la desmedrada situación en materia de representación política, económica y social femenina que aqueja a Chile, a años luz de "terminar con la patria para comenzar la matria", como gritó una conocida actriz desde un escenario el día en que Bachelet fue elegida presidenta por primera vez.
De acuerdo con un informe difundido este año por el Foro Económico Mundial, Chile ocupa el poco honroso puesto 91 de una lista de 136 países que mide indicadores en materia de igualdad de género, como participación y oportunidades económicas, nivel de educación, empoderamiento político y salud.
En el ámbito político, los recientes resultados legislativos corrigieron un poco el ranking: la Cámara baja pasó de 17 a 18 diputadas (de un total de 120 escaños), y la Cámara alta, de cinco a siete senadoras (de un total de 38). Pero a este paso de tortuga la paridad parlamentaria podría llegar recién en 2050, como aventuró el Instituto de la Mujer.
También en el mundo económico y empresarial la desigualdad de género es abrumadora. Sólo un 3% de los directores de empresas del país usan pollera, mientras que la brecha salarial entre hombres y mujeres asciende a 30%. Chile tiene, además, una de las tasas más bajas de participación laboral femenina en América latina (48%), y, según la Fundación Sol, el 27,5% de los 440.000 empleos femeninos creados en el último año y medio son por cuenta propia, personal de servicio doméstico y familiar no remunerado.
Para muchas mujeres, el mundo laboral es aún un campo minado: bajos salarios, extensas jornadas y una insuficiente red de cuidado infantil. Un paso importante para su incorporación al mercado, sin embargo, fue la instauración, dos años atrás, de la licencia maternal de seis meses, la más extensa de la región.
Dato curioso: la medida permite que a partir de las 18 semanas de vida del bebe la madre le traspase al padre hasta 45 días de su permiso posnatal. Pero hasta ahora sólo dos de cada 100 hombres hicieron uso de este derecho, según datos oficiales.
Y es que, de acuerdo con un estudio del Servicio Nacional de la Mujer (SNM), el 77% de los hombres chilenos considera que la madre e incluso los abuelos son los principales responsables de la crianza de los hijos. ¿La opinión al respecto del 87% de las chilenas? Que el país es machista.
"Sexismo"
La deuda de la democracia con las chilenas hizo que tanto Bachelet como la candidata de la Alianza, Evelyn Matthei, apelaran a las mujeres en su campaña hacia el ballottage.
La ex presidenta anunció que creará un Ministerio de la Mujer; que modificará la ley de violencia intrafamiliar para aumentar las penas, y que aumentará el número de guarderías. Matthei, en tanto, propuso cambiar la legislación sobre tribunales de familia a favor de la mujer y un subsidio de vivienda para víctimas de violencia intrafamiliar.
Sus propuestas, sin embargo, tuvieron mucho menos eco que la atención que despiertan por ser mujeres, algo que irritó, especialmente, a Bachelet, que durante su primer gobierno (2006-2010) no dudó en denunciar el "femicidio político".
"Hay un cierto sexismo. Cuando dos mujeres van de candidatas, se dice que es una campaña de dos mujeres. ¿Alguna vez alguien ha dicho que hay una campaña de dos hombres?", cuestionó la candidata opositora en agosto pasado. "Cuando hay hombres de candidatos, se discute lo trascendental y no lo circunstancial. A mí me encanta que haya mujeres en la política, pero no nos equivoquemos: aquí hay una carrera de proyectos de país distintos", remarcó.
Poco después, Bachelet insistió en que "el mundo político todavía es machista", y recordó una anécdota ejemplificadora: cuando era ministra de Defensa, en 2002, una de las primeras invitaciones que le llegó para un acto oficial decía: "Señora ministro y esposa", todo en masculino. Diez años más tarde, el protocolo, al menos, seguramente sea un poco menos sexista.
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