Oscar 2022: el sangriento conflicto de décadas en Irlanda que retrata Belfast, ganadora del premio al mejor guion
La película de Kenneth Branagh se basa en un recuerdo de su infancia, cuando tuvo que escapar de la violencia en 1969, en medio del enfrentamiento entre protestantes y católicos conocido como “Los Problemas”
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Más de medio siglo atrás la inestable paz en Irlanda del Norte se quebrantó por completo en el conflicto más violento en la historia del Reino Unido desde la Segunda Guerra Mundial, conocido como “Los Problemas” (“The Troubles”), en el que se enfrentaron protestantes y católicos durante 30 años dejando un saldo de 3500 muertos, más de 47.000 heridos y cerca de 60.000 familias desplazadas internamente y fuera de las fronteras.
Entre quienes tuvieron que escapar de la violencia de 1969 estaba Kenneth Branagh, el actor y director británico que dio vida a este recuerdo de la infancia en su semi autobiográfica película, Belfast, que ayer fue premiada en una de sus siete nominaciones en los Oscar como mejor guion original.
“Esta historia es la búsqueda de la alegría y la esperanza frente a la violencia y la pérdida”, dijo el también director de Thor desde el escenario al recibir su estatuilla dorada. “Nunca olvidaremos a todos los perdidos en la desgarradora y conmovedora historia humana de esa increíble ciudad de Belfast, en la fabulosa isla de Irlanda”.
En poco más de una hora y media de película en blanco y negro, Branagh recrea su memoria a partir de sus cinco años en la capital de Irlanda del Norte a través del personaje de Buddy (Jude Hill), un inocente niño de 9 años cuyo mundo infantil se desploma repentinamente por la convulsión que disparó el descontento social en su vecindario, el comienzo de tres décadas de violencia. Las peleas imaginarias contra dragones colisionan ahora con verdaderos tanques del ejército británico, al tiempo que las conversaciones típicas de su ingenua cotidianidad se transforman para incluir interrogantes como qué responder ante la pregunta de si es protestante o católico.
Branagh ilustra además el drama de miles de familias que tuvieron que escapar del caos y que tomaron la difícil decisión de dejar familiares, amigos, memorias y la felicidad de los vínculos construidos durante años en la ciudad más grande del norte irlandés.
Desde su estreno el 12 de noviembre de 2021, las reseñas de esta ficción basada en la vida de su director no logran un acuerdo. Hay quienes aplauden la perfectamente resuelta elección de una mirada personal hacia atrás a través de los ojos de un niño – como menciona Variety-, mientras otros critican la falta de representación de la crueldad que emergió en Irlanda del Norte.
“Un conflicto de 30 años que comenzó con las protestas por los derechos civiles se reduce a un vago problema de ´maldita religión´”, fustiga una crítica de The Guardian. Quizás haya sido esto lo que impidió a Belfast obtener el mayor premio en la noche de los Oscars.
El conflicto
Lo cierto es que la vida del niño en la ficción, como la de otros miles de chicos en la realidad -el 10% de los menores resultó herido-, se transformó de la noche en la mañana cuando el sectarismo religioso culminó en una espiral de violencia en la que se vieron envueltos civiles protestantes y católicos, el ejército británico y grupos considerados paramilitares como el Ejército Republicano Irlandés (IRA).
El conflicto fue alimentado por numerosos brotes de violencia que se remontan a siglos atrás entre la población en su mayoría católica de Irlanda y la predominantemente protestante de Inglaterra. En 1921, los irlandeses lograron vencer en la lucha por su independencia y resolvieron liberarse de la corona británica al dividir el país en dos: el Estado Libre de Irlanda (más tarde la República de Irlanda), e Irlanda del Norte, que permanecería bajo dominio británico.
“En las décadas posteriores, Irlanda del Norte estuvo dominada política, económica y culturalmente por la mayoría protestante/unionista. Se consideraban británicos y deseaban seguir formando parte del sistema político británico. La minoría católica/nacionalista se consideraba irlandesa y deseaba anular la partición del país y volver a una ‘Irlanda unida’”, explica a LA NACION el historiador británico de la Universidad de Ulster, Kyle Hughes.
Estas comunidades católicas, que se instalaron en las principales ciudades como Belfast y Derry, denunciaron durante años episodios de discriminación deliberada ya sea en el ámbito laboral, como en la representación en elecciones, y en gran medida se consideraban ciudadanos de segunda clase.
Fueron estos malestares continuos y la inspiración adoptada tras los movimientos de derechos civiles de los años 60 en Estados Unidos lo que llevaron a miles de católicos a marchar. Desde 1968, las protestas resultaron muchas veces en incidentes violentos y choques entre manifestantes y las fuerzas policiales que reprimían de forma brutal.
Muchos historiadores toman como el verdadero inicio de The Troubles a la Batalla del Bogside, en agosto de 1969, cuando un desfile protestante en la ciudad de Derry se paseó por las calles de un barrio de mayoría católica, que tomó el hecho como una provocación, lo que desencadenó tres días de revueltas y violentas represalias.
Desde entonces, los choques entre protestantes y católicos se extendieron por Irlanda del Norte, donde el primer ministro se vio obligado a pedir refuerzos por parte del ejército británico para restaurar el orden, algo que no pudo lograrse hasta 1998, con la firma del Acuerdo del Viernes Santo, que creó un marco legal para un reparto más equitativo del poder político.
Además de miles de muertos y heridos, familias separadas por los desplazamientos, y cientos de viviendas destruidas -83% hogares de católicos- The Troubles dejó consecuencias que trascendieron los 30 años de enfrentamientos.
“Algunas de las principales consecuencias sociales son un sectarismo persistente que se manifiesta en una escolarización separada, partidos políticos que apelan casi exclusivamente a sus propias comunidades protestantes/unionistas o católicas/nacionalistas, viviendas segregadas (sobre todo en las ciudades de Belfast y Derry) y segregación cultural en cuestiones como el deporte”, profundiza Hughes. “Esto está disminuyendo lentamente a medida que más personas comienzan a rechazar la desconfianza del pasado y nos alejamos más en el tiempo de los recuerdos de la violencia”.
Brexit: nuevo giro en el conflicto
Con la ratificación del Brexit, Irlanda del Norte revivió el fantasma de las tres décadas del sangriento conflicto con los peores disturbios en años en 2021. La salida británica de la Unión Europea trastocó el difícil equilibrio político, al reavivar el recelo de quienes quieren permanecer en la Unión al igual que Irlanda, y quienes apoyaron la decisión del gobierno británico.
“Los nacionalistas sostienen que el Brexit ha demostrado que al gobierno del Reino Unido no le importan los deseos de los habitantes de Irlanda del Norte (al fin y al cabo, votó mayoritariamente por la permanencia, al igual que Escocia) y que no tiene futuro seguir vinculado a un Reino Unido encerrado en sí mismo, reaccionario y dominado por los conservadores y los ingleses, por lo que defienden la eliminación de la partición en favor de una solución para toda Irlanda y el regreso a la UE”, detalla Hughes.
Bombas molotov, vehículos en llamas, proyectiles. Cientos de personas impactaron en abril del año pasado al “muro de la paz”, que separa barrios protestantes y leales a Gran Bretaña de vecindarios católicos y nacionalistas irlandeses.
“La destrucción, la violencia y las amenazas son completamente inaceptables e injustificables, independientemente de las preocupaciones que existan en las comunidades”, afirmó entonces el gobierno autónomo norirlandés –constituido por unionistas, republicanos y centristas–. “Aunque nuestras posiciones políticas son muy diferentes en muchos temas, todos estamos unidos en nuestro apoyo a la ley y el orden”.
A pesar del reciente recrudecimiento de la violencia, Hughes sostiene que el periodo de paz desde 1998 es relativamente sólido. “Hay minorías en ambos bandos que no están satisfechas con varios aspectos del proceso de paz y otras que se oponen totalmente a los términos de la paz, pero parece que hay una considerable voluntad entre la población y las clases políticas de garantizar que no se vuelva al conflicto”, asegura.
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