Orden de Malta: los secretos detrás del ojo de cerradura más famoso del mundo
LA NACION formó parte de una apertura extraordinaria para corresponsales de una de las más antiguas instituciones cristianas del mundo
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ROMA.- No hay lugar más fascinante en Roma que la Plaza de los Caballeros de Malta, en la colina del Aventino. Allí, todos los días decenas de privilegiados hacen fila frente al antiguo portón de la entrada principal de la embajada de la Orden de Malta para contemplar algo único: la increíble vista de la cúpula de la Basílica de San Pedro que puede verse a través del ojo de su cerradura, enmarcada por una avenida de laureles. Se trata de un lugar espectacular y al mismo tiempo enigmático: ¿Qué secretos esconde, qué hay del otro lado del muro?
En una apertura extraordinaria a corresponsales extranjeros, LA NACION pudo acceder al cuartel general de la Soberana y Militar Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén de Rodas y de Malta –tal es el verdadero nombre-, una de las más antiguas instituciones cristianas del mundo, conocida por sus nobles y aristocráticas orígenes y atuendos, sus hospitales y obras caritativas alrededor del mundo.
En una posición estratégica, sobre el río Tíber, se trata de un lugar que tiene más de diez siglos de historia. Antes de que la orden laica fundada en Jerusalén para proteger y asistir medicamente a quienes peregrinaban a Tierra Santa en 1048 por mercaderes de la república marinara de Amalfi -hoy sujeto de derecho internacional, que mantiene relaciones con más de 100 Estados-, existió un monasterio fortificado benedictino.
Más adelante, este pasó a ser de los Caballeros de la Orden de los Templarios, tanto es así que en los espléndidos jardines que hay ahora aún se ve el pozo de mármol de 1244 con el que subían el agua desde el río Tevere. Tras la disolución de los Templarios, el lugar pasó a la Orden de los Hospitalarios, conocida hoy como la Orden de Malta. Su bandera, colorada con la cruz octagonal blanca, flamea desde entonces desde una torre de la Villa Magistral, que se levanta al lado de la Iglesia de la Orden, Santa María en Aventino. Ambas construcciones, que se remontan al siglo X, fueron sufriendo alteraciones con el pasar de las décadas y fueron transformadas en forma radical por el genial artista Giovanni Battista Piranesi (1720-1778), famoso por sus grabados, que dejó en el lugar su único ejemplo de arquitectura neoclásica.
Según contó a LA NACION la historiadora del arte francesa Valerie Guillot, coordinadora de las visitas guiadas –posibles sólo a los jardines y a la Iglesia, pero no a la Villa Magistral-, la Villa Magistral, construida sobre las ruinas del anterior monasterio-fortaleza benedictino, en el siglo XVI fue cortada al medio, en una reorganización que permitió concebir la famosa perspectiva sobre la cúpula de San Pedro a través del ojo de la cerradura del portón principal. Esta vista única fue concebida por el cardenal Benedetto Pamphilj, Gran Prior de la Orden de Malta a fines del siglo XVII, que hizo plantar altos cipreses que orientan la mirada a la terraza y la cúpula de Miguel Ángel en la lejanía. Una vista que llevó a Piranesi, responsable de la restauración integral de todo el complejo, incluso los jardines, entre 1765 y 1768, a proyectar la “avenida de los Laureles”.
“Mandó a arrancar los cipreses y sembró plantas de laurel, uniendo sus copas para crear un arco que forma un efecto ‘telescopio’: San Pedro aparece enorme, pero acercándose caminando hacia la terraza la ilusión óptica termina y la cúpula ya casi no existe más”, precisó, mostrando “in situ” este ejemplo de falsa perspectiva.
La Villa Magistral, que goza del derecho de extraterritorialidad, alberga la sede del Gran Priorato de Roma, así como la embajada de la Orden ante Italia. En su primer piso se encuentra la suntuosa Sala del Capitolio, que ostenta un maravilloso cielorraso de casetones, vista impresionante sobre la ciudad eterna desde sus ventanas, una fabulosa araña de cristal de Murano y los retratos de 78 Grandes Maestres, entre ellos, el fundador de la Orden, el Beato Gerardo. Es aquí donde ocurren las reuniones de los Caballeros más importantes de la Orden de Malta, que actualmente cuenta en todo el mundo con 13.500 miembros (83 en la Argentina), 80.000 voluntarios y 42.000 empleados. Como destaca Marianna Balfour, su jefa de prensa, “la Orden de Malta no es una ONG, sino un actor único, un Estado soberano con relaciones diplomáticas y embajadores en más de 100 países, con proyectos médicos sociales y humanitarios en 120 países y que tiene capacidad de respuesta rápida ante emergencias como catástrofes, terremotos, guerras a través de su agencia de ayuda internacional Malteser International”. Al igual que el Vaticano, tiene chapas especiales en sus autos e imprime sus propias estampillas; sus oficinas centrales se levantan en el Palacio Magistral de la lujosa Via Condotti.
No es fácil pertenecer a la Orden de Malta, “que no tiene ningún fin económico o político” y se financia con donaciones privadas y públicas y con las tasas que pagan sus miembros. “Cada día recibimos miles de mails con pedidos de gente que quiere sumarse, pero es la Orden de Malta la que elige a sus miembros, que deben cumplir con dos requisitos: ser católicos practicantes y estar de algún modo relacionados con la Orden... No hay un camino único”, explicó Eugenio Ajroldi di Robbiate, director de Comunicación, que reconoció, entre risas, que “es poco democrático, pero es así”.
Sobre el rol de las mujeres en la Orden de Malta, amén de descartar taxativamente la existencia en el corto plazo de una “Gran Maestra”, destacó que en los últimos años creció el número de “damas”, que representan el 30% de los 13.500 miembros. Preguntado sobre las conexiones con la masonería, sospecha que se nutre de la tradición de usar capas y ceremoniales medievales, la respuesta fue tajante: “no hay ninguna relación con la masonería, ningún miembro de la Orden puede ser masón”.
¿Cómo es la relación con el papa Francisco, que causó un terremoto en 2017, cuando obligó a renunciar de su cargo vitalicio al entonces Gran Maestre, el británico Mattehw Festing, para aplacar una guerra interna con el Gran Canciller (jefe de gobierno), el barón alemán Albrecht von Boeselenger? Poco después, el Papa nombró un delegado especial para la Orden -que primero fue el cardenal italiano Angelo Becciu (defenestrado) y ahora el cardenal Silvano Tomasi-, que tiene la misión de ayudar a revisar, democratizar y “aggiornar” su carta Constitucional, aún demasiado exclusiva y relacionada con la nobleza europea. Hay quien dice que sólo quien tiene al menos un 16% de sangre azul puede ingresar al selecto club.
“La relación con el Santo Padre es óptima”, aseguró Ajroldi, que subrayó que, fiel reflejo de esto, el Papa recibió el viernes pasado en audiencia, como es tradición al día siguiente de la fiesta de San Juan el Bautista, patrono de la Orden, al actual Lugarteniente de Gran Maestre, el italiano Marco Luzzago. “El hecho de que nos recibe demuestra que no hay problemas. En el interior de una familia siempre puede haber peleas, pero si formás parte de la misma familia también encontrás el modo de encontrar soluciones”, dijo.
Pese a tener un cargo vitalicio, el británico Festing se vio obligado a dimitir después del enfrentamiento con Boeselenger, a quien había decidido despedir, avalado por el cardenal estadounidense Raymond Burke, entonces punta de lanza de la oposición conservadora a Francisco y capellán pontificio ante la Orden de Malta. Boeselenger había sido acusado de no haber impedido la distribución de preservativos en una misión humanitaria en una zona de guerra. Algo contrario a las directivas morales de la Iglesia católica, aunque en muchos casos excepcionales, tolerado como un “mal menor”. Boselenger, que se había defendido diciendo que no estaba al tanto de semejante distribución, no aceptó pasivamente su defenestración, negándose dos veces a renunciar. Fue entonces que Francisco intervino y creó una comisión para investigar este despido que, en pleno desafío al Pontífice, a quienes los Caballeros de Malta le deben obediencia, fue rechazada. Algo que determinó que, finalmente, el Papa tomara el toro por las astas y le pidiera al Gran Maestre dar un paso al costado, una verdadera bomba.
Cuatro años más tarde, en Villa Magistral prefieren bajarle al tono al episodio. “Lo de los preservativos fue la excusa detonante, pero los motivos fueron mucho más complejos. Hubo un choque al vértice de la Orden sobre dos visiones, dos mentalidades totalmente distintas. Y el Papa intervino para resolver la situación. La historia de los preservativos es cierta, fue un error de nuestro equipo de socorro, pero darle la responsabilidad al Gran Canciller por un evento de ese tipo... Nosotros tenemos operaciones en 120 países del mundo. ¿Si mañana un voluntario comete un delito, qué hacemos, pedimos la renuncia del Gran Canciller? Es como si pasara una tragedia en Italia y pidiéramos la renuncia del primer ministro”, comentó Ajroldi. “A un cierto punto el Papa, tras analizar situación, llegó a la conclusión de que la única vía para resolver la situación era pedir la renuncia del Gran Maestre”, agregó. “Claro, eso fue visto como una fuerte interferencia del Papa, pero también fue necesaria para nosotros porque si no, este enfrentamiento, en lugar de durar dos meses, quizás hubiera podido durar mucho más y tener consecuencias peores”, admitió.
Después de esa crisis, en mayo de 2018 fue electo como Gran Maestre número 80 Giacomo Dalla Torre del Tempio di Sanguinetto, que murió en abril del año pasado. Como debido a la pandemia no se pudieron organizar elecciones, por las que deben hacer llegar al menos 60 personas desde todo el mundo -porque así se compone el organismo que elige al Gran Maestre-, por seis meses estuvo al mando el Gran Commendatore, que es el número dos de la Orden. Y cuando pudieron organizar las elecciones, en noviembre del año pasado se eligió a Marco Luzzago como Lugarteniente de Gran Maestre. Luzzago tiene los mismos poderes del Gran Maestre, pero se queda en el cargo por un año. Por lo tanto en noviembre de este año va ser convocado el llamado Consejo de Estado, que es el organismo que elige el Gran Maestre, que, según explicaron, podrá decidir reelegir al Lugarteniente actual por otro año, a otro Lugarteniente o finalmente a otro nuevo Gran Maestre. Todo, a la sombra de uno de los lugares más fascinantes y misteriosos de Roma.
En la Argentina
Actualmente en nuestro país hay 83 miembros de la Orden de Malta, cuya Asociación de la Orden de Malta se fundó en 1951. Según dijeron a LA NACION, entre 2013 y 2020 esta realizó muchas actividades, entre las cuales Noches de beneficencia: todos los jueves en una plaza de la capital le da de comer a unas 300 personas que viven en situación de calle y vulnerables. Debido a las restricciones por la pandemia este servicio se suspendió temporalmente y en su lugar se lanzó la campaña “La Orden quiere ser pan”, para darle comida a las parroquias locales y a los centros comunitarios de Buenos Aires más castigados por el Covid-19.
A través de las campañas invernales “La Orden te abriga” y “La Orden te arropa”, la Asociación sigue distribuyendo anualmente mantas, abrigo y calzados para los más necesitados. En 2019 se donaron 1700 artículos.
La Asociación también organiza diversos programas educativos, cursos de formación para los primeros auxilios para personas que viven en villas, para escuelas secundarias, estudiantes universitarios y voluntarios. Maneja, por otro lado, una estación de primeros auxilios durante el peregrinaje de la Orden de Malta al Santuario de Luján, que brinda asistencia médica básica a los peregrinos. Y sostiene a nivel financiero la Fundación Manos Abiertas para la “Casa de Bondad” que hospeda sintecho y pobres. Desde 2016, colabora con la arquidiócesis de Buenos Aires para el desarrollo de la escuela superior Instituto Virgen Inmaculada de Villa Soldati: financió su ampliación y ofrece actividades recreativas, deportivas y musicales para sus más de 300 alumnos.
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