Orban bloquea una declaración conjunta de la Unión Europea para condenar Maduro
El premier húngaro, distante en lo ideológico pero cercano en lo diplomático y comercial con Caracas, impidió un pronunciamiento conjunto del bloque
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PARÍS.– Una vez más, la historia demuestra que los extremos terminan por unirse. Viktor Orban, primer ministro de Hungría y fundador del grupo parlamentario europeo de extrema derecha Los Patriotas por Europa, bloquea desde hace tres días una declaración de la Unión Europea (UE) condenando el fraude electoral de su “amigo”, el ultraizquierdista venezolano Nicolás Maduro. Además de los intereses comerciales bilaterales, ambos tienen un denominador común: su cercanía con Vladimir Putin.
La Unión Europea pretendía solicitar a Venezuela que demostrara que no hubo fraude en las últimas elecciones de este fin de semana, en las cuales Nicolás Maduro fue oficialmente proclamado vencedor con más de 51% de los sufragios, permitiéndole así asumir un tercer mandato presidencial.
Pero, en realidad, fue el alto representante para la Política Exterior del bloque, Josep Borrell, quien hizo el pedido oficial, mediante una declaración a su nombre. Por la simple razón de que Hungría opuso su veto a la presentación de un reclamo común de los 27 miembros de la UE, donde la unanimidad es obligatoria para adoptar ese tipo de comunicación.
“Los resultados de las elecciones no pudieron ser verificados y no pueden ser considerados como representativos de la voluntad del pueblo venezolano, hasta que las actas oficiales de las oficinas de votación no hayan sido publicadas y verificadas”, declaró Borrell. “La UE lanza un llamado al Consejo Nacional Electoral (CNE) para que dé muestras de máxima transparencia en el proceso de obtención de resultados”, continúa.
Inmediatamente después de conocidos los resultados anunciados por Caracas, la UE había preparado un texto conjunto exigiendo una mayor transparencia. El bloque considera que los comicios estuvieron teñidos de “numerosas fallas e irregularidades”. Y si bien Bruselas desechó los llamados a aplicar nuevas sanciones, considerándolas “prematuras”, un vocero insistió en la necesidad de “hallar una salida a la crisis política” lo antes posible.
“Las discusiones entre Estados miembros continúan. También mantenemos interacciones con socios a nivel nacional, regional e internacional a fin de evaluar el conjunto del proceso y decidir cuáles serán las próximas etapas”, agregó.
En todo caso, Viktor Orban bloqueó la iniciativa, obligando a Borrell a publicar el documento con su sola firma, en nombre de la UE. Y esta no es la primera vez que el primer ministro húngaro lo hace: una situación casi idéntica se produjo el mes pasado, cuando Budapest impidió la publicación de una declaración común denunciando la prohibición a los medios occidentales de trabajar en Rusia, impuesta por el Kremlin. Ese fue, en realidad, solo el último capítulo de una larga serie de bloqueos y negativas del primer ministro húngaro cada vez que se trató de sancionar a Moscú por su invasión a Ucrania.
¿Cuál es la razón que lleva a Viktor Orban a defender a Nicolas Maduro si, en principio, ambos se sitúan en las antípodas ideológicas uno del otro? La primera es de carácter comercial pues, desde que comenzó la guerra de Ucrania, ante la falta de petróleo, el gobierno de Budapest se acercó a Caracas para importar energía.
La segunda razón fundamental es que el premier húngaro se encuentra enfrentado a Bruselas desde hace mucho tiempo y toda ocasión es buena para “chantajear” al resto del bloque, con vistas a obtener algún beneficio. Por ejemplo, levantar el veto a cambio de un eventual desbloqueo de fondos congelados por la Comisión Europea.
Las relaciones entre la Hungría de Orban y la UE nunca fueron apacibles desde que éste regresó al poder en 2010, tras un primer paso entre 1998 y 2002. Sus problemas comenzaron realmente en 2018, cuando el Parlamento Europeo activó el “artículo 7″, un procedimiento tendiente a sancionar a los Estados que violan los “valores” europeos.
Hungría fue entonces acusada de violar las libertades de la prensa y de la universidad, de estigmatizar a las minorías y a los migrantes, y atentar contra el Estado de derecho.
Desde entonces, numerosos procesos ligados a la corrupción y a la violación de los derechos de las personas LGBT+ siguen su curso. Por esa razón, miles de millones de euros han sido congelados por Bruselas. El 13 de junio, la Corte de Justicia de la UE infligió a Budapest una multa de 200 millones de euros por irrespeto del derecho de asilo.
Dotado de un agudo sentido de la provocación, al frente de la presidencia rotativa del Consejo de la UE desde el 1° de julio, Orban sorprendió a todos asumiendo el indebido papel de “hombre de la paz”. Sin mandato del bloque, viajó a Kiev, a Moscú y a Pekín en una semana, suscitando la indignación de todos sus socios europeos, que incluso pensaron en la posibilidad de “congelar” su presidencia.
“La presidencia rotativa de la UE no tiene mandato para iniciar un diálogo con Rusia en nombre del bloque”, denunció el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. La Casa Blanca se declaró a su vez “preocupada por la decisión del primer ministro Orban de viajar a Moscú”.
En realidad, Viktor Orban es el gran amigo de Vladimir Putin dentro de la UE. Por interés comercial, pero también por afinidad personal. Es verdad, el primer ministro húngaro no es admirador del comunismo, como lo son su vecino ruso o su “amigo” venezolano.
Por el contrario, Orban acaba de crear un nuevo grupo parlamentario europeo de extrema derecha, Los Patriotas por Europa, que reúne a todos las agrupaciones más euroescépticas, ultranacionalistas, xenófobas y racistas del continente: la Liga italiana de Matteo Salvini, La Reunión Nacional (RN) de Marine Le Pen, el Partido por la Libertad (PVV) holandés, el Partido por la Libertad de Austria (FPO), el Vlaams Belang belga, el Partido Popular Danés, el español Vox, el ANO del checo Andrej Babis, y su propia Fidez.
Objetivo: terminar con el histórico proyecto de construcción europea para crear una “Europa de naciones”, donde no haya ningún tipo de dependencia mutua ni coordinación. En resumen, apenas una Europa del comercio.
“Mirándolo de cerca, no hay demasiadas diferencias entre los proyectos políticos de Putin y de Orban. El objetivo de ambos es conservar el poder”, señala el especialista Jean-Yves Camus. Y, en ese terreno, poco importa la ideología.
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