Orban bloquea a la UE y deja a Zelensky con los bolsillos vacíos
Tras permitir el inició de las negociaciones para la adhesión de Ucrania al bloque, el primer ministro húngaro se opuso ayer a un paquete de ayuda financiera clave para Kiev
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PARÍS – Viktor Orban lo volvió a hacer. Después de haberse abstenido anteayer en el primer día de cumbre europea en Bruselas, abriendo así el camino a la adhesión de Ucrania a la Unión Europea (UE), el primer ministro húngaro bloqueó ayer las negociaciones presupuestarias, que debían asegurar un apoyo financiero a Kiev de 50.000 millones de euros. Los 27 volverán a reunirse en enero.
Todo había comenzado demasiado bien anteayer cuando, para sorpresa de todos, los 27 anunciaron el acuerdo para la apertura de negociaciones de adhesión de Ucrania al bloque mucho antes de lo esperado. Fueron incapaces, sin embargo, de repetir la hazaña ayer cuando tuvieron que negociar el futuro presupuesto. Una decisión que, es verdad, no se anunciaba demasiado fácil.
A título recordatorio: el apoyo financiero a Kiev constituye el principal desafío de la rectificación del marco financiero plurianual de la UE: 50.000 millones de euros para los próximos cuatro años. Una necesidad para Kiev. Pero un veto de Viktor Orban que, esta vez, no se ausentó de la mesa, como había hecho la víspera, para ejercerlo. Tras largas horas de discusión, el presidente del Consejo Europeo –órgano que reúne a los presidentes y primeros ministros de los 27 países– decidió en la madrugada postergar la negociación hasta “comienzos del año próximo”.
Pero el tiempo apremia. Ucrania necesita ese sostén financiero –su presupuesto 2024 presenta un déficit de más de 40.000 millones de euros– y no puede permitirse una interrupción de la ayuda financiera de la UE (18.000 millones en 2023).
Por otro lado, la UE debe perennizar su contribución en momentos en que el apoyo de Estados Unidos flaquea, y que podría cambiar de posición si Donald Trump regresa a la Casa Blanca. Por fin, la UE debería más que nunca demostrar frente a Vladimir Putin y al resto del mundo su determinación a permanecer junto a un país invadido “el tiempo que sea necesario”, como han afirmado los líderes occidentales desde el primer día de la guerra.
Pero ayer, Viktor Orban, el único amigo del presidente ruso dentro de la Unión, se negó a ceder, “mientras los otros 26 Estados miembros apoyan firmemente” la ayuda financiera a Ucrania, declaró Charles Michel a modo de consuelo para el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky. Como es su costumbre, el premier húngaro cambió de argumento varias veces para justificar su oposición.
“El dinero para Ucrania, a corto plazo, ya figura en el presupuesto. Si se le quiere dar más, a más largo plazo, debemos trabajar fuera del presupuesto del bloque. Es nuestra posición”, argumentó el jueves.
Explicación
Ayer por la mañana, sin embargo, dio otra explicación a la radio estatal húngara.
“Siempre dije que para aceptar una enmienda al presupuesto de la UE, Hungría aprovecharía la ocasión para reivindicar claramente lo que merece. No la mitad, no un cuarto, sino la totalidad”, dijo.
En claro: la Comisión Europea congeló el año pasado 32.100 millones de euros de fondos destinados a Hungría por no respetar el Estado de Derecho y violar los valores fundamentales de la UE. El miércoles, Bruselas desbloqueó unos 10.000 millones. Quedan pues 22.100 millones que Orban tiene obviamente intenciones de utilizar a cambio de su voto.
En todo caso, el veto húngaro paraliza la negociación pues, para aprobar el apoyo financiero a Ucrania en el presupuesto plurianual, es necesaria la unanimidad. Ante el bloqueo húngaro, los otros dirigentes europeos trabajan actualmente en un plan B: la creación de un instrumento financiero específico, fuera del presupuesto del bloque, por un monto de 17.000 millones de euros. Cada Estado contribuiría e incluso parece que Orban no excluyó aportar su parte…
Pero la exasperación era visible ayer en Bruselas.
“Espero de Viktor Orban que en los próximos meses se comporte como un europeo y no tome de rehenes nuestros avances políticos”, advirtió el presidente francés Emmanuel Macron ocultando difícilmente su contrariedad al final de la cumbre.
“Hungría fue respetada durante el Consejo Europeo, su voz fue defendida por su primer ministro, el país defiende sus intereses. Pero ese respeto implica responsabilidades”, agregó Macron.
Lamentablemente, las advertencias parecen no hacer mella en el premier húngaro, que, como decano de los dirigentes europeos conoce los mecanismos de negociación a la perfección. Orban sabe muy bien que la adhesión de Ucrania no es automática, que su ruta hacia la UE será larga y tortuosa. Cada etapa necesitará la luz verde de todos los Estados miembros. En claro, Hungría tendrá aún otras ocasiones de frenar. Ya sea para hacer descarrilar el proceso o para “vender” su apoyo.
Según los expertos, a fin de evitar el chantaje húngaro hoy, y tal vez el holandés mañana –después del triunfo de la extrema derecha en ese país– es necesario que la UE modifique el mecanismo de toma de decisiones. La unanimidad, pensada para proteger los intereses de los pequeños Estados miembros, termina con frecuencia haciéndose instrumentalizar.
Para Jean-Dominique Giuliani, presidente de la Fundación Robert Schumann, “desde hace años, Viktor Orban hace de su derecho a veto un instrumento al servicio de sus propios intereses y en detrimento de la unidad europea. No siempre tiene éxito. Pero es realmente agotador tener que perder horas o semanas tratando de sortear sus golpes bajos”.
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