Oportunidad única: por primera vez, la reina Isabel abre sus jardines al público para hacer picnic
Desde este viernes, el público en general podrá usar la gran explanada de césped que está detrás de los altos muros del Palacio de Buckingham; cuánto cuesta y cuáles son las reglas
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LONDRES.- Por primera vez en sus casi 70 años de reinado, la reina Isabel II autorizó los picnics públicos en su jardín del frente. En el Palacio de Buckingham dicen que es una oportunidad única, que tal vez no vuelva a repetirse. ¿Y el césped? Y… La verdad que en el jardín de atrás el pasto está un poco más verde…
“La jefa”, como se refieren abiertamente a la reina los miembros del personal de palacio, cree que después de un año tan oscuro la gente necesita un poco de aire fresco: scones con mermelada y queso crema y una taza de té en un oasis de otro mundo.
Así que a partir de este viernes y por el resto del verano boreal, y por una tarifa fija, el público en general podrá despatarrarse en la gran explanada de césped que está detrás de los altos muros del Palacio de Buckingham.
The Garden at Buckingham Palace is open until September 19. Adult tickets are £16.50 and you can bring your own picnic!
— Rebecca English (@RE_DailyMail) July 8, 2021
There’s also a Garden Highlights Guided Tours for an additional £6.50.
Tickets from https://t.co/PTV1FNxipF, +44 (0)303 123 7300. Pre-booking essential
Una posibilidad de acceso como esta al Palacio de Buckingham no tiene precedentes en la era moderna. Quienes paguen las 16,5 libras de la entrada (unos 23 dólares) podrán llegar -si lo desean- en bermudas y chancletas con un balde de pollo frito bajo el brazo, y tirarse sobre una manta en unas de hectáreas de césped más sublimes, privilegiadas y protegidas del mundo.
¿Antes? No pisar el césped. ¿Ahora? Pase y pise, por favor.
En un año normal -los dos veranos pasados en el hemisferio norte no lo fueron-, durante los meses de mayo y junio la reina habría celebrado varias fiestas en sus jardines, antes de trasladarse con su séquito al norte, para pasar 10 semanas del verano en Escocia. Esos festejos de jardín eran convites muy preciados, a los que llegaban a asistir hasta 8000 personas por evento -soleros de verano y tocados para las damas, sombrero de copa y levita para los caballeros-, donde servían 20.000 porciones de torta y ríos de champaña.
En un año típico, otros 8000 invitados pagos por día recorrían los “salones de aparato” del Palacio y se les permitía atravesar los jardines por los senderos: pero nada de detenerse, pisar el césped o echarse a comer.
Debido al bajón del coronavirus, los “salones de aparato” del Palacio siguen cerrados. Y como tampoco se reanudaron las fiestas de jardín tradicionales, surgió la idea de habilitar los picnics para los ciudadanos.
Naturalmente, hay algunas reglas. Ni cuchillos para cortar el queso, ni perros. Ni cerveza, ni vino, ni bebidas alcohólicas de ninguna naturaleza. (Ni siquiera una botella del Dry Gin Buckingham Palace, disponible en la tienda de souvenirs del palacio por unos 50 dólares).
“La idea es que sean picnics de sobrios”, dijo Sarah Davis, jefa de relación con los medios del Royal Collection Trust, que administra los jardines.
Davis dijo que esperan recibir a 2000 personas por día.
“Previa”
A la “previa” que se hizo el jueves asistieron contratistas, hoteleros, guías turísticos, personal del catering y gente de los medios. La atmósfera era súper respetuosa, aunque los fanáticos de los jardines se apretaban contra las vallas para sacarle fotos de cerca a las maravillosas alceas florecidas del famoso Herbaceous Border.
Frances O’Neill, de 64 años, profesor de inglés para extranjeros, dice haber disfrutado de “un picnic plebeyo de bajo perfil”, con sándwiches que compró en la cadena Pret a Manger. Después aprovechó para recorrer los jardines, incluidos los espejos de agua, los canteros de flores silvestres, los añosos robles, los colmenares y los descendientes directos de las moreras que plantó el rey Jacobo I en 1608. (Jacobo quería obtener seda, pero le trajeron el árbol equivocado).
O’Neill paseó con Gerald Smith, de 66 años y guía turístico jubilado de la localidad de Cambridge, que iba lamiendo su helado de menta granizada. Smith dice que los jardines “son un santuario de paz y tranquilidad”. Dice ser “republicano” -en contraposición a “monárquico”- y agrega que “ya era hora de que la gente pudiera ver todo esto”.
Derek Tarr, de 75 años, que se especializa en tours de jardines en toda Inglaterra y Escocia, se sentó en su silla plegable en el césped de la reina. ¿Por qué los jardines reales son tan especiales? “Porque son 16 hectáreas libres en medio de Londres, y más allá de algún que otro edificio muy alto que asoma entre los árboles, nadie lo diría”.
Tarr espera que posibilidades como estas beneficien al sector turístico, que recibió un “golpe fatal” con la pandemia. “En esta época del año, normalmente estaríamos trabajando a tiempo completo, pero la mayoría de los que trabajamos en turismo estamos parados. Esperemos que este año todo mejore”, señala.
Tricia Ellis, de 66 años, guía turística de Londres, dice: “Me parece una ocasión especial y muy hermosa, la oportunidad de ver algo que normalmente no podemos ver, y en la mejor época del año”. Cuando quiso reservar entradas a futuro en el sitio web del Palacio, ya había más de 78.000 personas en lista de espera.
“El fanático de los jardines no se lo quiere perder; el fanático de la realeza no se lo quiere perder, y el que quiere ver algo a lo que el público en general no acceso, tampoco se lo quiere perder”, dice Ellis. “La verdad que como salida, lo tiene todo”.
The Washington Post
Traducción de Jaime Arrambide
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