Olga Onuch: “No hay mucho en común entre Milei y Zelensky; son líderes muy distintos”
La especialista, criada en Kiev y fanática de Buenos Aires, analiza en una entrevista con LA NACION cuál podría ser el impacto de la cumbre por la paz en Suiza y el vínculo entre los dos mandatarios
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Olga Onuch, nacida en Varsovia y criada en Kiev, vive en Manchester -donde se convirtió en la primera titular de una cátedra de política ucraniana en el mundo de habla inglesa-, dialoga con LA NACION desde Nueva York, pero extraña Buenos Aires. “La mejor ciudad”, dice la académica, que vivió en cuatro periodos en la capital argentina para estudiar la crisis de 2001, a la que comparó en un libro con un momento crucial de Ucrania en 2004 (la Revolución Naranja).
Ahora más enfocada en el impacto de la invasión rusa a Ucrania y en el fenómeno político en el que se transformó Volodimir Zelensky -que desarrolla en su último libro, El efecto Zelensky-, Onuch destaca la alta aprobación del presidente ucraniano más allá de varios vaivenes y resalta la línea roja que, a su juicio, no puede cruzar en una hipotética negociación para terminar la guerra, de cara a la Cumbre de Paz en Suiza de este fin de semana. “El territorio [ocupado por Moscú] no es negociable para más del 80% de la población. Es una posición que se endureció en el último año”, advierte la autora de Mapeo de movilizaciones masivas: comprensión de los momentos revolucionarios en la Argentina y Ucrania, que también fue profesora visitante de la Universidad Di Tella. Con su ofensiva, Rusia logró controlar cerca del 18% del territorio de Ucrania.
Sus estadías en Buenos Aires -la última, en 2020- llevaron a Onuch a trazar similitudes entre las sociedades argentina y ucraniana, y se mostró sorprendida por la afinidad de Zelensky con Javier Milei. “No veo mucho en común entre ellos”, dice la académica, que escribe columnas para distintos medios internacionales.
-Tras más de dos años de invasión, ¿en qué posición está Ucrania?
-La guerra está en cierto modo estancada, en un punto muerto, porque Ucrania nunca recibe el suficiente apoyo militar que necesita para dar el siguiente paso. Y está siempre a contrapierna, con retrasos en cuanto a la acción en el campo de batalla. Está muy claro que si la asistencia militar de Occidente hubiera sido entregada antes, no habríamos tenido el invierno [boreal] que tuvimos, y tendríamos un plan diferente para los próximos meses. El Ejército siempre tiene que reaccionar al paso que dio Rusia.
-¿Cuáles cree que son las opciones del gobierno para negociar una salida? ¿Puede servir de algo la Cumbre de Paz?
-Lo que demuestra la cumbre es que los líderes políticos como militares de Ucrania tienen muy claros sus términos para terminar la guerra y también el derecho internacional en relación con esto. Vemos que hay una cierta aceptación internacional, no sólo por parte de los aliados más cercanos de Kiev. Pero, por supuesto, no importa cómo se presente esto, los rusos sugerirán que debería llevarse a cabo otro tipo de negociación u acuerdo. Lo que es importante saber es que el territorio [ocupado] no es negociable para un porcentaje muy alto de ucranianos. Esta posición se endureció. En 2022 era de 75%, y a fines de 2023 el 81% consideró que el país jamás debería ceder territorio a Rusia. Eso es sorprendente. Acabamos de decir que la guerra está estancada esencialmente en el campo de batalla y Rusia demuestra incapacidad de ir más allá. Pero en el contexto de una guerra que es lenta y larga, que es agotadora para los ciudadanos, se están endureciendo en su posición en el compromiso territorial. Y eso es algo que sé que Zelensky y su equipo entienden muy bien, porque prestan atención a este tipo de datos. No pueden comprometer el territorio porque la población civil puede volverse contra ellos si decidieran hacer algo que los ciudadanos no apoyan. Es increíble que personas que han sufrido más de dos años de bombardeos, traumas y condiciones extremas ahora endurezcan sus posturas, porque ante tanta fatiga esperaríamos que dijeran “bien, [Rusia] toma eso”. Zelensky sabe que no puede arriesgarse a la polarización, por lo que no comprometerá el territorio. No ahora. La integridad territorial, que incluye a Crimea, será algo que no se tocará durante mucho tiempo.
-¿En qué medida ese hartazgo, la nueva ley de reclutamiento, los casos de corrupción y la falta de elecciones impactan en Zelensky?
-Por supuesto que los cambios en la ley de movilización siempre serán muy impopulares en distintos segmentos. Al mismo tiempo, otros comprenden su necesidad. El hecho de que la popularidad de Zelensky se haya mantenido alrededor del 65-70% durante todo este tiempo es sorprendente dado todo lo que pasó. El apoyo aún está por encima de lo que tenía antes de la invasión a gran escala de 2022. Es muy alto. Cuando preguntas a los ucranianos si debería haber elecciones, el 80% contesta que no durante la ley marcial [que mantiene a Zelensky en el poder pese a que su mandato terminó el 20 de mayo]. Y el 70% señala que él debería seguir en el poder hasta el final de la ley marcial. Obviamente, en algún momento tendrá que haber algún tipo de votación. Pero es notable que hay personas que probablemente dicen que no confían tanto en Zelensky, pero todavía prefieren verlo como presidente.
-¿Está justificada la decisión de posponer elecciones, o cree que la decisión amenaza la democracia en Ucrania?
-No siempre las elecciones en sí mismas son necesariamente un momento democratizador. Pueden ser, especialmente las presidenciales, momentos muy divisivos, polarizadores y no democratizadores para los países. Pero en términos de la guerra en sí, no es legal celebrar comicios durante la ley marcial, incluso sería muy complejo por la logística y los costos. Y ahora no hay apoyo a que se celebren elecciones entre la población ucraniana, tampoco en la élite política. Eso precisamente muestra que hay cierta estabilidad.
-En términos políticos, ¿es el momento más complejo para Zelensky?
-No. Su apoyo disminuyó, es cierto. Pero en medio de la guerra, y antes la pandemia, su respaldo seguía siendo más alto que el de cualquiera de sus predecesores. Creo que su peor momento fue en el inicio de la invasión. Nadie sabía a qué atenerse, si sobreviviría, y había que tener mucha fe en el Ejército. Ese fue probablemente el momento, desde fuera de Ucrania, en el que muchos pensaron “¿qué pasará con Zelensky ahora?”. Estoy sorprendida por la resistencia de su índice de aprobación. Si hubiera elecciones hoy, él seguramente ganaría.
-¿Ve a algún otro líder en el gobierno o en la oposición que esté emergiendo en esta situación?
-Creo que usted sabe la respuesta. No hay nadie que haya surgido como un claro competidor.
-¿Le sorprendió el proceso que llevó a Zelensky de su carrera en televisión al líder en el que se transformó?
-Me sorprendió porque no estaba prestando atención a lo que pasaba con él antes de 2019 [cuando ganó las elecciones]. Nos perdimos cómo los ciudadanos vieron y entendieron su plataforma política y sus mensajes, no estábamos mirando en los lugares correctos. Zelensky era el director general de la red mediática de entretenimiento más importante del país, una persona muy poderosa. Formaba parte de la cúpula política en cierto modo porque tenía un papel influyente. Los conocía a todos y era un experto administrador, fue subestimado repetidamente. Y no hay nada más peligroso que una persona muy capaz y subestimada. Ciertamente eso es lo que pasó en 2019.
-¿Cuáles son sus puntos fuertes y débiles como líder?
-Todo el mundo se centra en sus habilidades comunicativas, eso es un talento. Pero mucho más importante es su empatía y comprensión de los ciudadanos de a pie. Creo que otro punto fuerte es que es un buen administrador, construye equipos y ha sido muy bueno en la “limpieza de la casa” cuando fue necesario, incluidas personas que se percibían muy cercanas a él. En términos de debilidad, creo que la fundamental fue su ingenuidad sobre Rusia. Fue increíblemente ingenuo en lo que respecta a las relaciones entre Rusia y Ucrania y el final de la guerra en la región del Donbass, y eso es algo con lo que Zelensky tendrá que convivir durante mucho tiempo. Fue aprendiendo durante su presidencia, y desde la cumbre de París de 2019 con Vladimir Putin, Emmanuel Macron y Angela Merkel empezó a cambiar el curso. Pero tal vez las cosas que condujeron a esa posición ingenua también alteraron su preparación para la invasión. Espero que no haya nada en lo que sea tan ingenuo hoy que le haga calcular tan mal como en 2019.
-En su último libro muestra cómo la identidad y el deber cívico, o su ausencia, son fundamentales para configurar el comportamiento político en contextos de democratización. ¿Cómo cree que se manifiesta esto en tiempos de guerra?
-Lo refuerza, sobre todo si la dirección política hace hincapié en ello. Zelensky permanentemente pone énfasis en el deber cívico de los ucranianos, y que para ganar la guerra todos debemos ser buenos ciudadanos. La identidad cívica es también muy fuerte en la Argentina, y es algo que creo que los argentinos entienden particularmente bien de los ucranianos, que quizás otros europeos no lo hacen de la misma manera.
I met with Argentina's President @JMilei.
— Volodymyr Zelenskyy / Володимир Зеленський (@ZelenskyyUa) June 15, 2024
We discussed the next steps in the implementation of the Peace Formula's specific points. I am grateful to Argentina for recently joining the International Coalition for the Return of Ukrainian Children. We also talked about bilateral… pic.twitter.com/ryvpgOzCAX
-Milei y Zelensky han mostrado una muy buena sintonía, ¿ve algo en común entre ambos?
-No, no veo mucho en común entre ellos. Sinceramente, me sorprendió que Zelensky fuera a la toma de posesión de Milei. Entiendo por qué, es especialmente importante mantener una relación estrecha con los líderes y ciudadanos latinoamericanos. Son líderes muy distintos, con plataformas y una posición en el espectro político diferentes. Aunque es cierto que hay una historia entre ambos países, y que también sus poblaciones son muy parecidas. Creo que los argentinos de a pie comprenden que juegan un papel en la política, y es lo mismo que los ucranianos. Y no es sólo que lo entienden, sino que es el derecho a hacerlo. Y si alguien intentara quitarles eso, entonces lo demostrarán muy claramente. En términos de comprensión social del papel de los ciudadanos, llegué a la Argentina esperando algo diferente, y en cada lugar que iba me preguntaba, “¿por qué están diciendo las mismas cosas que los ucranianos?”.
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