Oleksandra Matviichuk, Nobel de la Paz 2022: “La guerra en Ucrania es entre democracia y autoritarismo y Putin debe terminar preso”
La activista dialogó con LA NACION en Buenos Aires sobre el conflicto que desangra a su país y su lucha por la formación de un tribunal internacional
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Al desatarse la guerra en Ucrania a comienzos de año, la activista de derechos humanos Oleksandra Matviichuk, de 39 años, recibió innumerables ofrecimientos desde todo el mundo para ponerse a salvo y dejar su casa en Kiev. Pero decidió quedarse y no solo resistir los bombardeos sino comenzar a documentar los crímenes de guerra que las fuerzas rusas cometieron en todo el país. Hoy, su archivo ya suma 21.000 documentos. La titánica tarea realizada en el terreno en más de ocho meses de guerra le valió este año el Premio Nobel de la Paz a la organización que fundó en 2007, el Centro para las Libertades Civiles.
El galardón le fue concedido junto a Memorial, la organización de derechos humanos más grande de Rusia, y a Ales Bialiatski , un defensor de la democracia y los derechos humanos encarcelado en Bielorrusia.
Pero como abogada, su objetivo no es solo recoger documentación sino lograr que los tribunales internacionales juzguen y pongan en prisión al presidente ruso Vladimir Putin por los crímenes de guerra cometidos en Ucrania. “La historia nos muestra que hubo muchos líderes mundiales que se creyeron intocables y que fueron llevados a los tribunales internacionales. Ahora estamos haciendo todo lo posible para que Putin vaya preso”, dijo.
De visita en Buenos Aires para participar de la 12° Asamblea Consultiva de Parlamentarios sobre la Corte Penal Internacional y el Estado de Derecho, Matviichuk concedió una entrevista a LA NACION en la sede de Palermo de la Asociación Ucrania de Cultura “Prosvita”, donde este sábado a las 18 se reunirá también con la comunidad ucraniana local en una charla abierta al público en general.
La Premio Nobel afirmó que la guerra en Ucrania importa a toda la humanidad porque “no es un conflicto entre dos países sino entre dos sistemas: la democracia y el autoritarismo”.
-¿Qué acciones hay que tomar para poner fin a esta guerra?
-Lo más importante es modificar la conciencia de la comunidad internacional. No se trata de una guerra entre Ucrania y Rusia sino de un combate entre dos sistemas, democracia versus autoritarismo. Si no frenamos a Vladimir Putin en Ucrania, va a seguir avanzando. Y necesitamos más armamentos para frenarlo porque con la ley no ha funcionado. En segundo lugar lo que necesitamos es justicia, porque todas las atrocidades que vimos en Ucrania son el resultado de la total impunidad que Rusia disfrutó durante décadas. Las tropas rusas cometieron crímenes de guerra en Chechenia, en Moldavia, en Georgia, en Siria, en Libia... y nunca recibieron castigo. Esto llevó a que los rusos pensaran que podían hacer lo que quisieran. Entonces, necesitamos que la Justicia internacional establezca un tribunal de guerra que juzgue a Putin, al presidente bielorruso Aleksander Lukashenko y a otros criminales de guerra.
-Resulta raro que una ganadora del Premio Nobel de la Paz pida más armas para Ucrania...
-Sí. Se trata de una situación particular y extraña en la que jamás pensé que me vería involucrada como una persona que luchó toda su vida por la dignidad y los derechos humanos. Pero debo ser honesta: en el momento actual no hay una herramienta legal internacional para frenar la agresión rusa. Por eso, también tenemos que transformar todo el sistema internacional, y hacerlo en el futuro cercano. Pero mientras tanto necesitamos armas para defender a nuestro pueblo.
-¿Por qué cree que Putin lanzó esta invasión?
-Le recuerdo que esta ocupación no empezó el 24 de febrero de este año sino en 2014 con la ocupación de la Península de Crimea luego de la revolución de la dignidad que resultó en el colapso del régimen autoritario en Ucrania. Como ahí tuvimos la oportunidad de comenzar a construir un sistema democrático en nuestro país, Putin invadió Crimea y empezó a avanzar sobre el Donbass, porque Putin no le teme a OTAN sino a la idea de libertad.
-Más allá de lo que haga la comunidad internacional ¿Cree que haber una movida interna dentro de Rusia que ponga fin a la guerra?
-Lo que sucede es que esta no es solo una guerra de Putin. Él no gobierna únicamente a partir de la represión, sino que tiene un contrato social con su pueblo que está basado en la defensa de la “Gloria Rusa”, que significa avanzar sobre otros territorios y restablecer el imperio. Es por eso que una mayoría de los rusos apoya esta guerra. Esto lo vimos muy claro con la anexión de Crimea en 2014 y los sociólogos rusos lo llaman “el consenso de Crimea”, fue la primera vez que Putin rompió abiertamente el sistema internacional de paz y seguridad que regía desde el final de la Segunda Guerra y anexó territorio de otro país independiente. Y el pueblo ruso se manifestó feliz con esta decisión. El problema de este “contrato social” es que Putin no puede parar porque le tiene que mostrar al pueblo ruso más y más “Gloria Rusa”, lo que significa ocupar más territorios.
-Pero entonces, si no es una causa de Putin sino de todo el pueblo ruso, si no es él ¿otro líder tomará sus banderas?
-Exactamente. Por eso únicamente podemos detener esta idea de la “Gloria Rusa” si Ucrania gana esta guerra. El pueblo ruso tolera ser gobernado por un criminal de guerra, pero no toleraría que lo gobierno un criminal de guerra “perdedor”. Entonces, Rusia debe ser derrotada y Ucrania debe vencer si queremos un futuro democrático también para el pueblo ruso que debe modificar su mentalidad imperialista. Por eso, la comunidad internacional debe proveer a Ucrania todo lo que necesite para ganar esta guerra.
-Pocos días antes de la invasión, el presidente Alberto Fernández le dijo a Putin que quería que la Argentina fuera la ‘puerta de entrada’ de Rusia en América Latina. ¿Qué piensa de eso?
-Puedo entenderlo porque no saben lo que ocurre realmente en Rusia. La Rusia que ven a través del sistema de propaganda del Kremlin es muy diferente de la que está oculta. Moscú invierte un montón de dinero en propaganda, y es muy difícil luchar contra eso. Pero debemos comprender cómo es la lógica de un líder autoritario. Putin no tiene ningún respeto por la dignidad humana, ni de los rusos ni de los argentinos. Y desde esa mentalidad siempre va a pensar que hay un solo país que debe prevalecer y es Rusia.
-Pero muchos mandatarios latinoamericanos ven a Putin como la única alternativa a un mundo unipolar liderado por Estados Unidos.
-¡Pero Putin no es un líder interesado en el multilateralismo! El ve un mundo que quiere dominar. Quizás ustedes no lo vean tan claro aquí en América Latina, pero lo sabemos bien los países vecinos de Rusia.
-¿Qué se puede hacer a nivel global para detener esa amenaza?
-En muchos organismos internacionales me dicen ‘Nosotros no podemos hacer nada para frenar a Rusia’, tiene poder de veto en el Consejo de Seguridad y en otras organizaciones. Por eso es necesario reformular el sistema internacional, no por Ucrania, sino para la defensa global, para que el mundo sea un lugar más seguro.
-¿Pero usted se imagina a Putin en prisión?
- Sí, seguro. Conozco las lecciones de la historia y vimos ya muchos líderes mundiales que se creyeron intocables y fueron llevados a los tribunales internacionales. Y ahora estamos haciendo todo lo posible para que Putin vaya preso. Nosotros ya reunimos muchísima documentación, fotos, videos, como para iniciar un juicio, tenemos documentos de unas 21.000 denuncias de crímenes de guerra. Las tropas rusas destruyeron intencionalmente edificios residenciales, hospitales, iglesias, centros de ayuda humanitaria. Las tropas rusas torturaron y mataron a artistas, sacerdotes, periodistas. Son miles de crímenes de guerra documentados.
-Por estos días, en la Argentina es muy popular la película 1985, que documenta el juicio a las Juntas. ¿Puede pasar algo así en Rusia?
-Ustedes pudieron hacer algo que considero muy difícil que ocurra en Rusia porque es innegable que la mayoría de los rusos apoya a Putin. Por eso confío más en una decisión internacional. Queremos restaurar el sistema internacional no solo para los ucranianos sino para todo el mundo.
-Pero si toda la sociedad rusa está imbuida de este deseo de restaurar la “Gloria Rusa”, quiere decir que aunque Putin no esté en el poder, ustedes tendrán que convivir siempre con el enemigo al otro lado de la frontera.
-Las sociedades pueden cambiar, y lo cuento por la propia experiencia que vivimos los ucranianos con nuestra revolución de 2013. Yo espero llegar a ver que en Rusia prospere el espíritu democrático. Nosotros lo necesitamos como sus vecinos. Entonces, deseo que el pueblo ruso tome la responsabilidad histórica por sus acciones en esta guerra, no solo por los ucranianos sino por el futuro de sus propios hijos.
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