Ola de violaciones en la India: buscan generar conciencia para detenerla
Ante el preocupante aumento de la violencia de género y los ataques sexuales, grupos civiles trabajan para cambiar preconceptos culturales que responsabilizan a las mujeres
CALCUTA.- El 5 de octubre pasado, una asistente universitaria se prendió fuego en el frente de la casa del ministro jefe de Nueva Delhi, cansada de que sus denuncias de abusos sexuales en su trabajo no fueran escuchadas por la policía.
En agosto, una fotógrafa fue violada en Bombay, y en diciembre fue violada y asesinada en Nueva Delhi Nirbhaya, que, sin quererlo, será recordada como una de las mujeres que dejaron una huella en la India frente a la violencia de género.
Ese drama tradicionalmente es visto en este país como un tema de inseguridad o de fallas de la policía. Al mismo tiempo, es una situación espinosa que tiene raíces en las prácticas antiguas de una sociedad patriarcal, en donde el pudor y el "honor" de la mujer dan pie a actos de segregación y violencia, ignorados por la población y con poca difusión en la prensa.
Pero las cifras oficiales indican una situación de emergencia. Cada 20 minutos una mujer es violada en la India, según la Oficina Nacional de Registro de Delitos. En 2012 fueron denunciados 24.923 casos de violencia sexual, según la policía nacional. Sin embargo, éste es tan sólo un porcentaje del total de casos, ya que en las zonas rurales no son informados como crímenes y, a veces, por cuestiones de honor, terminan convirtiéndose en matrimonios forzados con el violador, a pedido de la familia de la víctima.
Sin embargo, el caso de Jyoti Singh Pandey, de 23 años, conocida como Nirbhaya ("la impávida"), generó un debate público nunca visto en la India. En diciembre, Pandey y un "amigo" fueron agredidos por cinco hombres en un ómnibus en Nueva Delhi. Y, en turnos, ella fue violada y luego abandonada, moribunda. Murió dos semanas después en un hospital en Singapur, mientras que en la capital india miles de jóvenes marcharon contra la inacción del gobierno, incapaz de garantizar la seguridad a las ciudadanas.
La presión logró que la justicia impusiera la pena capital a los violadores. Pero éste es sólo uno de los cientos de miles de casos.
En Calcuta y otras grandes ciudades es difícil ver a mujeres caminando solas cuando oscurece. En las áreas rurales el panorama no mejora: si una mujer está en bicicleta de noche, es detenida por la policía y amonestada por su comportamiento incomprensible. Las calles indias, aun desiertas, son, por definición, peligrosas para las mujeres.
La movilización de la sociedad -que impulsó una reflexión profunda de una sociedad patriarcal que clama por la emancipación femenina- fue suprimida rápidamente por las fuerzas políticas que atacan al gobierno exclusivamente por temas de seguridad, analizando las violaciones como una consecuencia de la ausencia de policías en las calles, en lugar de un sistema judicial laxo para violadores.
El enfoque indio frente a la violencia de género es visto como una consecuencia de la bestialidad del hombre, considerada inmutable o congénita. El hombre, frustrado por una vida que ni tradicionalmente ni socialmente concibe la práctica del sexo prematrimonial, no es capaz de dominar sus instintos lujuriosos. Por eso, la única solución es reducir al mínimo la posibilidad de que hombres y mujeres compartan espacios comunes.
Y eso va desde vagones de tren o de subte reservados a las mujeres hasta la rígida jerarquía en los ómnibus, en donde adelante -cerca de los ojos vigilantes del conductor- van las mujeres, y atrás, hay un lado para mujeres y otro para hombres.
El único lugar definido como "seguro" en la vida de una mujer india sería su casa. Aunque las estadísticas desmienten la creencia. El 94% de los casos de violaciones denunciados son generados por personas que conocen a la víctima, y el 34% fue perpetrado por vecinos, según un reporte oficial de 2011. Sin embargo, las noticias sólo hablan de actos violentos que pasan de forma casual y en lugares públicos.
Annie Zaidi, periodista y escritora comprometida con la lucha por los derechos de las mujeres en la India y voluntaria de la ONG Blank Noise, sostiene que las nuevas leyes contra los violadores -que hoy ya pueden llegar a pena máxima- no ayudarán a mejorar las cosas.
"Las modificaciones legales pueden ser significativas, pero depende de su aplicación por parte de jueces y policías. Tenemos ya una serie de leyes frente a la violencia de género, pero nunca son aplicadas", señaló Zaidi a LA NACION.
Según la periodista, es necesario un cambio de mentalidad. "Lo que necesitan las mujeres indias es que todos dejen de concentrarse en honor o castidad, y que tomen control de su propia sexualidad. Todas nos beneficiaríamos de lecciones feministas enseñadas en las escuelas."
En el debate surgió una nueva y atípica forma de tratar el problema: el video satírico "Es tu culpa" ( www.youtube.com/watch?v=8hC0Ng_ajpY ). Creado por el colectivo de cómicos All India Backhod (AIB), y protagonizado por Kalki Koechlin, actriz de Bollywood, y Juhi Pande, VJ del Canal V, en sólo pocas semanas ya alcanzó 2,5 millones de reproducciones.
Como un manual de instrucciones, las dos protagonistas explican -mediante estadísticas y análisis sociales- cómo la culpa es, en realidad, de las mujeres, absolviendo de cualquier responsabilidad a los hombres. Con ejemplos que van desde la forma de vestirse, comer, trabajar, ser independientes e incluso existir, presentan las principales causas de la degeneración femenina. Las ideas reproducen casi al pie de la letra las declaraciones en los últimos meses de tradicionales.
El video menciona el comportamiento de la policía: "Si no has sido humillada lo suficiente, entonces ve a la policía, ¡que allá si te van a explicar por qué todo es culpa tuya!".
"Después de una serie de sketches subidos a YouTube, decidimos que para afrontar el tema no tendríamos una perspectiva paternalista o tradicional. Decidimos hacerlo con humor, que es lo que mejor sabemos hacer", explicó a LA NACION Gursiram Khamba, autor del colectivo AIB.
Gracias a la participación de Koechlin y Pande, dos superestrellas indias, los medios tradicionales comenzaron a apoyar la causa, proyectando el video satírico.
Si bien el video logró desmontar tabúes frente a las violaciones, los cómicos de AIB están convencidos de que tampoco las nuevas leyes y anuncios oficiales ayudarán a cambiar las condiciones: "Si la sociedad india continúa bajo una estructura tradicional patriarcal, no se podrá encontrar ninguna solución a la violación de derechos fundamentales que sufren todos los días las mujeres".
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