Ola de ejecuciones en Arabia Saudita: cómo se vive el horror en los temibles corredores de la muerte
El reino árabe superó el número de ejecuciones del año pasado, con un total de 144; cuáles son los delitos por los que decretan la pena capital
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DUBAI.– Zeinab Abo al Jeir vive en el “terror extremo”: su hermano Husein, condenado a muerte en Arabia Saudita, puede ser el próximo en una ola de ejecuciones que se han multiplicado en las últimas semanas en el reino del Golfo, en una época donde la atención está puesta en el Mundial del Qatar, donde la selección saudita tuvo un sorprendente debut con un triunfo frente a Argentina.
Después de cinco meses durante los que no se aplicó la condena a muerte, las autoridades sauditas ejecutaron a 24 personas desde principios de octubre, la mayoría en las dos últimas semanas, según un recuento de la AFP en base a las informaciones de los medios estatales.
Entre estas personas figuran 16 condenados por casos vinculados con las drogas, lo que pone fin a una moratoria de casi dos años en la aplicación de la pena capital en estos delitos.
El martes, la ONU dijo que era “profundamente lamentable” esta ola de ejecuciones, en particular por delitos vinculados con las drogas, y señaló que era “incompatible” con las normas internacionales.
Husein Abo al Jeir, de nacionalidad jordana, lleva desde 2015 en el corredor de la muerte. La incertidumbre sobre su destino tiene a su hermana Zeinab y a toda su familia “bajo presión psicológica y con un terror extremo”.
“No podemos contactarlo. Esperamos siempre una comunicación con él. A veces esperamos seis meses o más, lo que nos pone bajo presión psicológica y con un terror extremo”, dice a la AFP desde Canadá, donde vive.
Excepto en los casos de condenados por asesinato, en los que las familias de las víctimas son informadas de antemano, las autoridades suelen anunciar las ejecuciones una vez que han tenido lugar, explica a la AFP Duaa Dhainy, investigadora de la Organización Euro-Saudita de Derechos Humanos (ESOHR) en Alemania.
Según esta activista de derechos humanos, los familiares se enteran a menudo de las ejecuciones a través de los medios estatales, que no siempre mencionan los nombres de los reos. Las familias “ni siquiera pueden decir adiós al ser querido”, explica.
“Injusto”
Con 57 años, Husein Abo al Jeir fue detenido en 2014 en la frontera entre Jordania y Arabia Saudita, donde trabajaba como conductor privado en Tabuk, una ciudad en el norte del reino, explica su hermana.
Según ella y la ONG Reprieve, con sede en el Reino Unido, sufrió torturas durante doce días en los que no tuvo acceso a un abogado antes de firmar un documento donde reconocía dedicarse al tráfico de estupefacientes. Contactadas, las autoridades sauditas no respondieron a las preguntas de la AFP.
Expertos de la ONU estimaron que se trata de una detención arbitraria sin fundamento jurídico.
La semana anterior, Husein contactó a un pariente en Jordania para anunciarle que había sido trasladado a una zona de la prisión de Tabuk reservada a los reos cuya ejecución es inminente.
“Tiene mucho miedo, está muy triste y asegura que ha sido víctima de una injusticia”, asegura su hermana Zeinab. “Espera el momento de su muerte, de ser decapitado con un sable, tras un proceso absolutamente injusto”, añade.
“Una segunda oportunidad”
En total, ha habido 144 ejecuciones en Arabia Saudita este año, según el recuento de la AFP, más del doble que en todo el año pasado. En marzo, en un solo día se ejecutaron 81 personas acusadas por un caso de terrorismo.
La organización ESOHR conoce otros 54 casos de detenidos, ocho de ellos menores, que se encuentran en el corredor de la muerte. Pero esta cifra queda por debajo de la real, asegura la ONG.
El príncipe heredero Mohammed ben Salman, dirigente de facto de Arabia Saudita, aseguró que el reino “se ha deshecho” de la pena de muerte salvo en los casos de asesinato o de “riesgo para la vida de muchas personas”, según medios estatales.
Otro jordano, Adnan al Shraidah, está detenido desde 2017 acusado de intentar introducir clandestinamente más de 60.000 pastillas de captagon, una droga sintética de la familia de las anfetaminas muy extendida en Oriente Medio, donde Arabia Saudita es su mayor mercado.
Según una de sus hijas que vive en Jordania, Adnan es “anciano” y “su salud es muy mala”.
Su familia se hunde en las deudas dado que su padre era el único respaldo financiero. “Me gustaría que Arabia Saudita dé una segunda oportunidad a aquellos que no han sido condenados por actos de violencia y que se apiade de sus familias”.
Agencia AFP
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