Cómo sigue la guerra en Ucrania: de una ofensiva masiva a un conflicto nuclear, los peligrosos rumbos que puede tomar en su segundo año
Según los analistas, ambos bandos se preparan para una fase más destructiva; el diálogo, cada vez más lejos
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LONDRES.- Para Rusia ha sido un año de ofensivas y bombardeos audaces, retiradas humillantes y asedios desgastantes. Ucrania respondió con una resistencia feroz, contraofensivas sorpresa e inesperados ataques del estilo “toco y me voy”.
Ahora, en el primer aniversario de la invasión rusa que ha dejado decenas de miles de víctimas y ciudades reducidas a escombros, ambos bandos se preparan para una fase potencialmente más devastadora.
En las últimas semanas, Rusia redobló su embate para tomar todas las ciudades del Donbass, corazón industrial del este de Ucrania. El gobierno de Kiev y sus aliados de Occidente también dicen que Moscú podría intentar lanzar un ataque más amplio y ambicioso en algún otro punto de un frente de batalla que se extiende por más de 1000 kilómetros.
Para intentar recuperar las zonas ocupadas por los rusos, Ucrania está a la espera de los tanques de guerra y otras nuevas armas avanzadas prometidas por Occidente.
Lo que no se vislumbra por ningún lado es la posibilidad de un acuerdo.
El Kremlin insiste en que cualquier acuerdo debería incluir el reconocimiento de su soberanía sobre la península de Crimea, que se anexó ilegalmente en 2014, así como la aceptación de sus demás avances territoriales. Ucrania rechaza categóricamente esos reclamos y descarta cualquier diálogo hasta que Rusia retire a todas sus fuerzas.
Aunque Putin está decidido a lograr sus objetivos, Ucrania y sus aliados siguen firmemente decididos a impedir que Rusia se quede con un milímetro de esos territorios.
Los analistas advierten que esta guerra, el mayor conflicto bélico en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, puede extenderse por años, y algunos incluso temen que termine con un enfrentamiento directo entre Rusia y la OTAN.
Nuevas ofensivas, nuevos objetivos
En los últimos meses, las fuerzas rusas han intentado rodear el bastión ucraniano de Bakhmut e incursionar aún más en la región de Donetsk. Además de cumplir su objetivo de capturar todo el Donbass, Moscú pretende desgastar a las fuerzas ucranianas y evitar que lancen ofensivas en otros lugares.
Bakhmut se ha convertido en un importante símbolo de tenacidad para Ucrania, pero también en una forma de tener atadas a las fuerzas rusas más capaces y así poder destruirlas. Ambos bandos vienen consumiendo municiones a un ritmo que no se veía desde hace décadas.
El analista militar ucraniano Oleh Zhdanov dice que Rusia envió más tropas y armas al Donbass y atacó otras zonas como un intento de distraer a las fuerzas ucranianas de Bakhmut.
“Actualmente Rusia tiene la iniciativa y lleva las de ganar en el campo de batalla”, dice Zhdanov, y menciona la grave escasez de municiones en Kiev.
Rusia viene consumiendo su enorme arsenal y escaló la producción de armas y municiones, asegurándose una ventaja significativa. Si bien las agencias de inteligencia ucranianas y occidentales señalan que los rusos se está quedando sin misiles de alta precisión, Moscú todavía conserva muchas armas más antiguas.
Si bien Ucrania y sus aliados esperan una amplia ofensiva rusa que exceda los límites del Donbass, para Moscú podría ser una apuesta muy arriesgada, ya que en septiembre del año pasado tuvo que movilizar a 300.000 reservistas para reforzar sus filas.
Igor Strelkov, un exoficial de seguridad ruso que dirigió las fuerzas separatistas del Donbass cuando estallaron los combates de 2014, advierte que una ofensiva a gran escala podría tener consecuencias desastrosas para Rusia, porque los preparativos serían imposibles de ocultar y la fuerza atacante enfrentaría una respuesta demoledora. Strelkov agrega que esa ofensiva también entrañaría graves problemas logísticos, como los que frustraron el intento de Rusia de capturar Kiev al comienzo de la guerra.
“Una ofensiva a gran escala implicaría enormes pérdidas inmediatas e inevitables, que agotarían todos los refuerzos acumulados durante la movilización de reservistas”, apunta Strelkov.
Justin Bronk, investigador del grupo británico de expertos RUSI, anticipa que cualquier ofensiva rusa está destinada al fracaso, pero que tendría el potencial de agotar los recursos de Ucrania y evitar que prepare su propia contraofensiva a gran escala.
“La gran pregunta es cuánto daño puede causar una ofensiva rusa antes de agotarse, porque eso determinará la situación en que quede Ucrania”, dice Bronk, y señala que el objetivo del Kremlin tal vez sea interferir con la capacidad de Kiev para montar una contraofensiva.
Bronk dice que Ucrania pasó estos meses de invierno reconstruyendo las brigadas mecanizadas que encabezaron las contraofensivas de octubre y noviembre en las regiones de Kharkiv y Kherson, donde sufrieron pérdidas.
Según Bronk, Ucrania tiene una ventana de oportunidad de entre seis y ocho meses para recuperar más territorio, y señala que Rusia podría lanzar otra leva para reclutar hasta 500.000 soldados más, que necesitarían al menos seis meses de entrenamiento antes de estar listos para el combate.
Por su parte, Zhdanov cree que Ucrania podría lanzar una nueva contraofensiva a fines de abril o principios de mayo, tras recibir los tanques y nuevas armas occidentales, y anticipa que las fuerzas ucranianas probablemente ataquen desde la región de Zaporiyia, para tratar de recuperar los puertos de Mariupol y Berdyansk y cortar el corredor ruso hasta Crimea.
“Si Ucrania logra llegar a la costa del Mar de Azov, anulará todos los avances territoriales rusos y las victorias de Putin quedarán reducidas a polvo”, dice Zhdanov.
¿Punto muerto en Ucrania o levantamiento popular en Rusia?
Los observadores coinciden en que las perspectivas de diálogo son pocas. Ambas partes son “irreconciliables en sus posiciones actuales”, apunta Bronk.
Si en los próximos meses Ucrania logra grandes victorias en el campo de batalla, “en Rusia podrían desencadenarse una gran agitación política, porque el liderazgo mismo de Putin podría volverse insostenible”, señala.
Al mismo tiempo, si Ucrania no logra recuperar más territorio antes de que Rusia concentre sus tropas, “la situación podría derivar en un punto muerto a largo plazo y en una especie de guerra de desgaste sin fin”, agregó Bronk, a tono con en el plan de Moscú de “prolongar la guerra y esperar a que Occidente se canse”.
Fiona Hill, investigadora de la Brookings Institución y exfuncionaria de los últimos tres gobiernos de Estados Unidos, también ve pocas perspectivas de un acuerdo.
“Los rusos se están atrincherando y tienen pensado quedarse a largo plazo. Para ellos, perder no es una opción”, dice Hill. “Putin ya dejó muy claro que está dispuesto a sacrificar lo que haga falta. El mensaje que transmite es que no hay forma de contrarrestarlo, porque listo para hacer lo que sea y puede seguir reclutando tropas.”
La esperanza de Putin, señala Hill, es que el apoyo de Occidente se vaya disolviendo, “que desaparezca y que Ucrania quede expuesta, para que luego Rusia pueda obligarla a capitular y renunciar a su territorio”.
Tatiana Stanovaya, del Fondo Carnegie para la Paz Internacional, dice que Putin sigue creyendo que puede lograr sus objetivos sumando presión a la campaña bélica.
“El único final que admite Putin es la capitulación de Kiev”, señala Stanovaya.
La opción nuclear
Putin ha dicho repetidamente que Rusia está dispuesta a usar “todos los medios a su alcance” para proteger su territorio, una clara referencia a su arsenal nuclear.
La doctrina nuclear de Moscú establece que podría usar esas armas en respuesta a un ataque nuclear o un ataque con fuerzas convencionales “que representen una amenaza para la existencia misma del Estado ruso”, una fórmula que deja mucho margen para interpretaciones diversas y deja abierta la puerta para una abrupta escalada del conflicto.
Algunos halcones nacionalistas rusos vienen reclamando ataques nucleares contra puentes y otras infraestructuras clave de Ucrania para obligar a Kiev y sus aliados a aceptar las condiciones de Moscú.
Bronk no cree que Rusia llegue a tanto, porque sería contraproducente.
“La realidad es que usar armas nucleares tácticas no le redundaría en ningún beneficio práctico ni compensaría el alto precio que tendría que pagar, por el riesgo de una escalada inmediata y por el aislamiento definitivo del resto del mundo”, explica Bronk.
Además, agrega Bronk, se ganaría el rechazo de China, que no quiere que se rompa el tabú nuclear.
Hill dice que Rusia ya recibió ciertas muestras de rechazo de China y la India, preocupadas por el redoble de tambores nucleares de Putin, y señala que Putin ve las amenazas nucleares como una poderosa herramienta política y las seguirá utilizando con la esperanza de obligar a Occidente a retirarle su apoyo a Ucrania.
“Putin está esperando ver quién parpadea primero”, dice Hill. “No piensa renunciar a la posibilidad de usar un arma nuclear táctica en el campo de batalla.”
Sin embargo, aclara Hill, “Si creyera que usándolas obtendría el resultado que quiere, las usaría.”
Stanovaya, que monitorea desde hace mucho tiempo las decisiones del Kremlin, advierte que de todos modos la amenaza nuclear de Putin no es un bluff.
Si en determinado momento llega a la conclusión de que los ataques de Ucrania amenazan el territorio ruso y pueden conducir a la derrota de Moscú, “creo que Putin estaría dispuesto a usar armas nucleares y argumentar que estaba en juego la supervivencia de Rusia”, dice Stanovaya.
Traducción de Jaime Arrambide
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