"Ocupa el Ayuntamiento": la evolución de las protestas en Nueva York
NUEVA YORK.- El termómetro supera los 30ºC. En los alrededores del parque que bordea a la municipalidad de Nueva York , cientos de jóvenes se recuestan sobre el suelo. No celebran ni disfrutan el verano. Son parte de la iniciativa "Ocupa el Ayuntamiento": hace una semana toman ese terreno con el objetivo exigir a las autoridades de la ciudad que recorten 1000 de los 6000 millones de dólares del presupuesto anual de la policía.
A fines de mayo, el asesinato de George Floyd a manos de las fuerzas de seguridad locales de Minneapolis, Minnesota avivó manifestaciones en Estados Unidos y el mundo. El registro de un hombre cuya vida se escurre en cuestión de segundos despertó la cólera de gran parte de un país que, una vez más, pone su foco en acabar con el racismo sistémico y sus condimentos. "Ocupa el Ayuntamiento" (Occupy City Hall, en inglés) engloba a cientos de jóvenes que acampan en la Gran Manzana y es la última incorporación a esa ola de protestas en Nueva York.
En lo que ahora luce como una especie de evolución de los Indignados de Wall Street de 2011, la iniciativa comenzó el último martes encabezada por la organización Vocal NY. Cientos de personas se acercaron al sur de Manhattan en un esfuerzo por remarcar las demandas por un recorte al departamento policial (NYPD, por sus siglas en inglés).
En cuestión de horas, el movimiento que tuvo su convocatoria por las redes sociales echó raíces y acumuló a más de 2000 personas, según confesaron miembros de la organización a este medio. La amplia mayoría son todos jóvenes militantes, aunque también cuentan con la presencia de algunos veteranos que hace más de veinte años luchan por la justicia racial y demás causas vinculadas a los derechos humanos.
En diálogo con LA NACION, Jonathan Lykes, uno de los organizadores de la iniciativa, explicó que si la demanda de recortar el financiamiento de NYPD no se cumple mañana (día en que se votará el presupuesto anual de la ciudad), las medidas escalarán. "Tendremos que ser más disruptivos", remarcó el joven de 30 años.
"Nuestra campaña busca quitarle fondos a los sistemas opresivos como la policía para invertirlos en comunidades más vulnerables como la afroamericana y la latina; queremos que ese dinero vaya a la educación, a programas de servicios sociales, a la salud, a los sintecho", detalló Lykes.
¿Y si se cumple el recorte? "Sería una victoria a nuestro reclamo, pero sólo el principio", explicó Lykes. Según el organizador, resulta probable que más allá del resultado de mañana, el predio continúe tomando por jóvenes que continuarán con otros reclamos.
Un campamento en Manhattan
Desde lejos, el panorama es caótico. Jóvenes desparramados, tiendas, bolsas de dormir, bicicletas y alimentos. Dentro del campamento -cuyo acceso está controlado por la organización- toda persona y todo sector cumplen un rol. En cierto modo, bien podría representado en un tríptico de El Bosco: hay que observar en detalle para comprender.
Aunque la mayoría de los manifestantes sólo pasan las jornadas en el sitio de protestas, entre 200 y 400 jóvenes duermen en el predio. Sector gastronómico, librería, y hasta atención médica. Hasta el más pequeño de los rincones recibe alguna función. La pandemia del coronavirus no pasa al olvido: la amplia mayoría de los presentes utilizan algún tipo de tapabocas para -intentar al menos- algún contagio.
El espacio -que fue vallado por completo por los manifestantes- está altamente custodiado por la policía de Nueva York. Decenas de móviles y al menos un centenar de oficiales se reparten por los alrededores. "Ayer quisieron entrar a desarmar una de las carpas a la madrugada; claro que no los dejamos", dijo Lykes. La tensión se percibe en el aire. Mientras el joven -que se autodescribe como artista, activista y académico- charla con este medio, al menos dos hombres intentan ingresar por un costado y resultan expulsados. "Son policías encubiertos", exclamaron en grupo muchos de los presentes que hacen sonar sirenas en señal de alarma.
LA NACION intentó comunicarse con varios oficiales de la policía ubicados en la zona del ayuntamiento, pero no quisieron hacer comentarios.
Lisa Vázquez tiene 26 años. Llegó hace dos días al campamento. Aislada, en un banco se sienta con un pedazo de cartón que lleva pegado un recorte del diario local Daily News. "Mi hija Jazmiah tiene 8 años, y el estado la priva de su derecho a la educación por ser discapacitada", afirma con dolor. Sus brillan: acumulan lágrimas que intenta no caigan. Está enojada. Lleva años en una lucha para que su primogénita pueda asistir a clases.
Jazmiah es autista, y según la ley estatal, la ciudad debe pagar por su educación en la escuela que resulte más conveniente para obtener la ayuda necesaria. "Es nuestro derecho", subraya Vazquez. Abogados, audiencias, cartas. Según la madre, se le han agotado todos los recursos. En diálogo con LA NACION explica que decidió acompañar el movimiento de Ocupa el Ayuntamiento para acompañar el pedido de los manifestantes. Vazquez quiere ver al departamento de Educación recibir más fondos para darle a su hija lo que necesita.
Motivos personales o acompañamiento a una causa colectiva. Los jóvenes -y no tanto- que acompañan al movimiento lo hacen porque les parece justo, porque creen que esa es la dirección que hay que tomar para ver cambios. "Esto es extremadamente poderoso: es un espacio multigeneracional y multicultural que intenta crear un mundo nuevo que no es sólo para el hombre blanco con propiedades", dijo Lykes, y subrayó: "Queremos un mundo que sirva para todos. Creo que es más que razonable".
Por qué quitar fondos a la policía
La brutalidad policial y los conflictos de varios grupos con las fuerzas de seguridad a nivel local no son parte de la historia nueva de Estados Unidos . La muerte de George Floyd puso -una vez más- luz sobre la problemática y la necesidad de un cambio. Según los manifestantes, si las autoridades gubernamentales decidieran quitar fondos a los departamentos policiales se establecería un precedente a futuro sobre cuáles son las prioridades de las ciudades.
El presidente de Estados Unidos Donald Trump -quien desde el comienzo de las protestas llama por "ley y orden"- rechazó por completo el pedido. Representantes del partido demócrata, por su parte, optaron por presentar un proyecto de ley que significa una profunda reforma policial a nivel nacional.
La iniciativa que fue aprobada por la Cámara de Representantes esta semana establece -entre otras medidas- la prohibición de detenciones con inmovilizaciones por asfixia y las órdenes de arresto sin aviso. En el Senado -que tiene mayoría republicana- la aprobación del proyecto no está garantizada. Trump remarcó que con esta propuesta, los demócratas llevan "al debilitamiento de nuestra policía".
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