Occidente esperaba que Lula da Silva fuera su socio, pero el presidente brasileño tenía otros planes
El presidente le está recordando al mundo cuál es su visión de política exterior para Brasil, que coincide con la de sus primeros mandatos: priorizar el pragmatismo
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WASHINGTON.- Durante el primer mes de su nuevo mandato al frente de Brasil, el presidente Luiz Inacio Lula da Silva no condenó la invasión rusa a Ucrania, permitió que barcos de guerra de Irán atracaran en Río de Janeiro, y envió a uno de sus máximos asesores a reunirse con el autócrata venezolano, Nicolás Maduro.
Y esta semana emprendió una gira de tres días a China. Más de 200 empresarios llegaron antes de su visita para acelerar la firma de una miríada de acuerdos que estrecharán más los lazos de Brasil con su mayor socio comercial, cuando las relaciones entre Washington y Pekín son más tensas que nunca. La agenda de Lula incluyó una escala en Shanghái, donde visitó las instalaciones de Huawei, la gigante de las telecomunicaciones blanco de sanciones de Estados Unidos.
Lula se reunirá en Pekín con el presidente Xi Jinping, que impulsa un trastocamiento del orden internacional liderado por Estados Unidos e intenta posicionar a China como gran facilitador diplomático. El gobierno de Brasilia, por su parte, está ayudando a Pekín a apuntalar su moneda, el yuan, frente al dólar.
La victoria de Lula sobre Jair Bolsonaro reflotó la esperanza de que el país más poblado de Latinoamérica sería un aliado de Washington en la difusión del orden democrático en el hemisferio occidental y más allá. Por el contrario, Lula le está recordando al mundo cuál es su visión de política exterior para Brasil, que coincide con la de sus primeros mandatos: priorizar el pragmatismo y el diálogo, y poco importa si en el camino antagoniza con Washington o el resto de Occidente.
Lula no se sumó a la condena casi universal a la invasión rusa. El mes pasado, Brasil votó a favor de una resolución de la ONU que incluye un llamado a la paz y el reclamo de que Moscú retire sus tropas de Ucrania. Pero unas semanas después Lula se negó a firmar la declaración de la Cumbre por la Democracia, convocada por el presidente Joe Biden, donde se condenaba el ataque de Rusia a su país vecino.
En contraste con el aislacionismo pendenciero de Bolsonaro, Lula siempre quiso que Brasil ocupara un rol más importante en la escena internacional. El mandatario considera que Brasil, que tiene más población que la suma de Francia, Rusia y Gran Bretaña, miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, también debería tener una silla en ese exclusivo club.
“Brasil quiere reformar la gobernanza del mundo”, dijo Celso Amorim, alto asesor del presidente Lula. “Nos gustaría que el gobierno del mundo no tenga la forma del actual Consejo de Seguridad”.
Como presidente de Brasil, entre 2003 y 2010 Lula impulsó un orden mundial multipolar de apoyo a las economías de rápido crecimiento sin obligarlas a adoptar valores políticos específicos. En 2009, junto a sus colegas de Rusia y China, Dimitri Medvedev y Hu Jintao respectivamente, asistió a la primera cumbre de los Brics, el grupo de grandes naciones en desarrollo compuesto por Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica que se presentaba como contracara del G-7, integrado por las economías más avanzadas.
China y Brasil consideran sus lazos mutuos, y con Rusia, como de creciente importancia global. El martes, en una entrevista con los medios estatales, el embajador de China en Brasil, Zhu Qingqiao, describió a los Brics como “un catalizador para la reforma del sistema de gobernabilidad global”.
Sin sanciones
Ninguno de los países Brics le ha impuesto sanciones a Rusia. El aumento del comercio entre Rusia y China ha sido crucial para que el Kremlin pudiera mitigar parte de las sanciones occidentales, y Pekín ha apalancado las condiciones para que más empresas realicen sus transacciones en yuanes, lo que en algunos casos les ha permitido esquivar por completo al dólar.
Brasil depende de Rusia como principal proveedor de fertilizantes para su sector agrícola, que a su vez impulsa sus crecientes exportaciones a China. En 2022, el intercambio comercial de Rusia con Brasil y China alcanzó niveles récord.
Antes del viaje de Lula, los medios estatales chinos informaron que la filial brasileña de un banco estatal chino había liquidado la primera transacción transfronteriza en moneda china con Brasil. Y este mes, el Banco Central de Brasil anunció que el yuan había superado al euro como la segunda moneda de reserva internacional del país.
“China parece tener cada vez más capacidad de funcionar como una alternativa viable a Occidente y de establecer alianzas diplomáticas que resalten ese punto”, dice Margaret Myers, directora del programa de Asia y América Latina del grupo de expertos Inter-American Dialogue, con sede en Washington. “Los Brics están desempeñando cada vez más ese papel, y en su condición de fundador del grupo, Lula se inclinará por reforzar esa visión”.
Lula también incluyó en este viaje una reunión con representantes de la fabricante china de automóviles eléctricos BYD, que quiere hacerse cargo de una antigua planta de Ford en el estado brasileño de Bahía.
Adelantados
Ministros de gobierno y líderes empresarios de Brasil, incluidos ejecutivos de los principales exportadores de soja y carne vacuna del país, viajaron a China el mes pasado para adelantar negociaciones y acuerdos con empresas chinas.
Después de la reunión entre el ministro de Agricultura de Brasil, Carlos Favaro, y el ministro de Aduanas de China, Yu Jianhua, Pekín levantó formalmente la prohibición que pesaba sobre la carne vacuna brasileña y que Brasil se había autoimpuesto en febrero, tras detectar un caso de enfermedad de la vaca loca. Los exportadores de carne vacuna de Brasil perdieron hasta 25 millones de dólares por día durante el mes que duró la suspensión.
La autoridad aduanera china también aprobó las importaciones provenientes de otras nueve plantas de procesamiento de carne y aves de Brasil, y otras 50 están actualmente bajo revisión, según el medio de comunicación empresarial Caixin.
El vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Wang Wenbin, calificó la visita de Lula como una oportunidad para “infundir más energía positiva a la solidaridad, la cooperación y la respuesta conjunta de los países en desarrollo ante los desafíos globales”.
Lula también se promociona como un potencial mediador entre el Kremlin y el gobierno de Kiev. Este mes, envió al asesor presidencial Celso Amorim a reunirse con Putin en Moscú. Antes del viaje, Amorim dijo en declaraciones al Washington Post que cree que es posible terminar con la guerra por la vía diplomática. El gobierno de Lula cree en el diálogo y en predicar con el ejemplo, señaló Amorim.
Pero cuando le preguntaron si Brasil va a jugar un papel en hacer cumplir las normas democráticas, Amorim respondió: “Hacer cumplir es una fea palabra”.
Moriah Balingit y Meaghan Tobin
Traducción de Jaime Arrambide
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