Occidente, atento a cómo evitar otra Gran Guerra
WASHINGTON.- Tras más de una década de abocarse a combatir al extremismo islámico, los planificadores militares de Occidente han vuelto a contemplar la posibilidad de que se desate una conflagración entre grandes potencias, y de cómo impedir que se desencadene accidentalmente.
Aunque la rivalidad de la Guerra Fría con Moscú nunca pasó al olvido, actuales y ex funcionarios occidentales dicen que la anexión de Crimea por parte de Rusia hizo que las potencias de la OTAN descarten sus viejas presunciones estratégicas y consideren tanto la posibilidad de un enfrentamiento convencional como nuclear. Incluso hasta marzo último, la mayoría de las potencias de la OTAN asumían que Europa no enfrentaba una amenaza militar inminente. Siguen siendo pocos los que creen que Rusia atacaría a un miembro de la OTAN, pero los funcionarios occidentales dicen que, para disuadirlos de cualquier intento, deben considerar la posibilidad y prepararse para esa contingencia.
La amenaza que implica el ascenso de China para los aliados de Estados Unidos en el Pacífico también hizo que los militares se enfoquen en el modo de contener los riesgos en esa región y de asegurarse de que ningún conflicto localizado se extienda hasta convertirse en una guerra de alcance global.
El mes pasado, durante un discurso sobre política exterior en la academia militar de West Point, el presidente Barack Obama habló sobre todo de antiterrorismo y del retiro de tropas de Afganistán.
Pero, si bien dijo que la amenaza que representan otras naciones es mucho menor ahora que antes de la caída del Muro de Berlín, dejó muy en claro que tal amenaza existe. "Las agresiones regionales que no son enfrentadas, como en el sur de Ucrania, en el Mar de China Meridional o en cualquier otra parte, terminarán teniendo impacto en nuestros aliados y podrían arrastrar a nuestras fuerzas armadas", dijo frente a cadetes graduados.
Actuales y ex funcionarios dicen que en las últimas semanas el gobierno de Obama hizo esfuerzos por dejarles muy en claro a sus aliados y a sus enemigos cuáles son las líneas rojas que Washington no permitirá que sean cruzadas.
Tal vez Washington no esté dispuesto a intervenir militarmente en Ucrania, pero un ataque a un estado de la OTAN, como los Bálticos, o a un aliado formal de Asia, como Japón, lo llevaría irremediablemente a la guerra. Esas obligaciones impuestas por los tratados no son nuevas, pero los funcionarios norteamericanos dejaron en claro que se toman esas obligaciones muy en serio.
Esperan que con eso se reduzcan las chances de una guerra accidental, en la que algún país encare alguna acción equivocada pensando que las otras potencias no intervendrán. "No es que los líderes de Rusia y China quieran una guerra, y mucho menos Estados Unidos", dice Kathleen Hicks, subsecretaria de defensa de Estados Unidos hasta julio pasado y actual integrante del Centro de Estrategia y Estudios Internacionales, en Washington. "La verdadera preocupación son los errores de cálculo", advierte.
Cien años después del inicio de la Primera Guerra Mundial, los libros sobre ese período son furor en Washington, Whitehall y la central de la OTAN en Bruselas, y no sólo por un interés puramente histórico. En junio de 1914, el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria a manos de un nacionalista serbio desató una serie de alianzas y acciones que condujeron a la guerra en apenas un mes.
Ahora, los detonantes pueden ser desde un choque por las islas en disputa en el Mar de China Meridional o alguna refriega étnica en los ex vecinos soviéticos de Rusia, hasta un ciberataque atribuido erróneamente.
Por más que Washington les dé seguridades a sus aliados, Moscú y Pekín ya han hecho gala de su poderío en Ucrania y Vietnam, que no están protegidos por alianzas formales. El riesgo, dicen los expertos, es que se confíen demasiado y no midan las consecuencias.
"Puede ser que los paralelismos con 1914 sean exagerados", dijo Nikolas Gvosdev, profesor de estudios en seguridad nacional de la Escuela de Guerra Naval de Estados Unidos. "Pero nos enseñan que una guerra puede desencadenarse como una consecuencia no deliberada, y que un mundo económicamente interdependiente no necesariamente impedirá que suceda."
Traducción Jaime Arrambide
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