Nuevo estudio: por qué es tan potente la variante Alfa del coronavirus
Un nuevo estudio sugiere cómo la variante identificada por primera vez en Gran Bretaña se esconde del sistema inmunológico humano
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NUEVA YORK.- En diciembre, los investigadores británicos descubrieron que una nueva variante del coronavirus estaba arrasando el Reino Unido. Cuando llegó a otros países, esa variante, ahora conocida como “Alpha”, también se convirtió en la más extendida. Cuando llegó abril, ya se había convertido en la variante dominante en Estados Unidos, y lo sigue siendo desde entonces.
El veloz éxito de Alpha hizo que los científicos se preguntaran por qué esa variante había conquistado el mundo. Ahora, un nuevo estudio parece haber detectado un secreto de su éxito: Alpha desactiva la primera línea de defensa inmunitaria de nuestro cuerpo, y eso le da más tiempo al virus para multiplicarse.
“Es muy impresionante”, dice Maudry Laurent-Rolle, médica y viróloga de la Escuela de Medicina de Yale, que no participó de esos estudios. “Para cumplir su cometido, todo virus tiene que atravesar ese primer sistema de defensa, y cuánto más fácilmente lo logre, más potente es”.
La Alpha contiene 23 mutaciones que la colocan en un lugar aparte de otras variantes. Cuando fue detectada en Gran Bretaña, los investigadores empezaron a estudiar esas modificaciones genéticas para tratar de explicar por qué era tan contagiosa y se propagaba más rápido que otras variantes.
Muchos investigadores concentraron su atención en las nueve mutaciones que alteran la así llamada “espícula viral” que recubre el coronavirus y le permite invadir las células del cuerpo. Una de las mutaciones que contiene la Alpha le permite adherirse más firmemente a las células, aumentando a su vez las posibilidades de que la infección avance.
Pero otros científicos se enfocaron en el modo que en la variante Alpha afecta la respuesta inmunitaria del cuerpo. Gregory Towers y sus colegas virólogos de la University College de Londres cultivaron coronavirus en células pulmonares humanas y compararon las células infectadas con Alpha con otras afectadas con variantes anteriores del coronavirus.
Esos científicos descubrieron que las células pulmonares con Alpha fabricaron muchísimo menos interferón, la proteína que induce la respuesta inmune del huésped. También encontraron que en las células con Alpha, los genes defensivos que normalmente se activan con el interferón reaccionaban menos que en las células infectadas con otras variantes.
Por algún motivo, ante la presencia de la variante Alpha, las alarmas inmunitarias más importantes del cuerpo prácticamente no sonaron. “El virus se está volviendo cada vez más invisible”, advierte Towers.
La variante invisible
Para averiguar cómo había logrado hacerse invisible la variante Alpha, los investigadores analizaron la forma en que se replica el virus en el interior de la célula, y descubrieron que las células infectadas con Alpha hacen muchas más copias —80 veces más que otras versiones del virus— de un gen llamado Orf9b.
“Está fuera del radar”, dice Nevan Krogan, biólogo molecular de la Universidad de California en San Francisco, y coautor del nuevo estudio.
En un estudio anterior, Krogan y sus colegas descubrieron que el gen Orf9b fabrica una proteína viral que se adhiere a una proteína humana llamada Tom70. Y resulta que justa la Tom70 es esencial para que las células liberen interferón ante la presencia de un virus invasor.
En base a toda esa evidencia, Krogan y sus colegas sostienen que la variante Alpha contiene una mutación que fuerza la producción de mayor cantidad de proteínas Arf9b. Esas proteínas aplastan a las proteínas Tom70, disminuyendo la producción de interferón y la repuesta inmunitaria general del cuerpo. Así, protegido de un ataque, el virus tiene más chances de replicarse con éxito.
Sin embargo, una célula infectada puede eliminar gradualmente las proteínas Orf9b de sus moléculas Tom70. Unas 12 horas después de producirse el contagio, el sistema de alarma vuelve a estar online, y es a causa de esa respuesta inmune posterior “que se desata el infierno”, dice Towers.
Towers especula que cuando finalmente se activa esa demorada respuesta inmunológica, los infectados con Alpha tienen una reacción mucho más fuerte que la que tendrían con otras variantes, tosiendo y expulsando mocos cargados de virus, no solo por la boca, sino también por la nariz, lo que a su vez potencia la propagación de Alpha.
“Lo que muestran los resultados tiene sentido”, dice Laurent-Rolle, aunque agrega que le gustaría ver más evidencia que confirme esas conclusiones. La preocupa, por ejemplo, que los investigadores no hayan elaborado una prueba estándar para medir la cantidad de proteínas Orf9b.
Krogan dice que él y sus colegas ya están abocados al desarrollo de esa prueba.
Cecile King, inmunóloga del Instituto de Investigación Médica Garvan, en Sídney, Australia, que no participó en el estudio, dice que entender cómo evoluciona el virus para desarrollar esas vías de escape ayudaría a los científicos a diseñar mejores vacunas contra el Covid-19.
La camada actual de vacunas dirige al sistema inmunológico para que reconozca la espícula viral. Pero los estudios realizados a pacientes que se recuperan naturalmente del Covid-19 demostraron que sus sistemas inmunológicos aprendieron a reconocer otras proteínas virales, incluida la Orf9b.
Varios investigadores están incorporando a las nuevas vacunas una combinación de varias proteínas del coronavirus. Pero es un camino que debe recorrerse con cuidado, ya que algunas de las proteínas en realidad pueden debilitar la inmunidad del organismo.
“Es una tarea muy complicada, pero cuánto más sabemos, más factible se vuelve”, dice King.
Traducción de Jaime Arrambide
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