Nueva Orleans: diez años después, el blues volvió, pero las ausencias no se van
La ciudad aún sufre los fuertes vacíos dejados por el destructivo huracán Katrina, en 2005; Obama visitó ayer los barrios más golpeados
NUEVA ORLEANS.- Los plátanos y los tomates llegaron al distrito 9 de Nueva Orleans. Burnell Cotlon, veterano de las fuerzas armadas y nativo del barrio, abrió hace tres meses un almacén en la avenida Caffin esquina calle Gálvez, el primero en este barrio, el más golpeado por el paso del huracán Katrina por Nueva Orleans, hace diez años.
Hasta ahora, quien quería comprar fruta o verdura, debía desplazarse varios kilómetros, hasta un hipermercado Walmart o al centro de la ciudad. Ahora puede comprarla en el almacén de Burnell Cotlon.
"Si no tenés auto, necesitás subirte a tres ómnibus -dice-. Cuando llegás a casa, la leche está mala."
El distrito 9 -Lower 9th Ward, en inglés- es lo que en Estados Unidos se conoce como un desierto de comida, un barrio sin supermercados. La salud se resiente. En Estados Unidos, la ausencia de comida fresca es uno de los indicadores más fiables de pobreza.
La inauguración del minúsculo negocio es un brote de esperanza en el barrio, encajonado entre el río Mississippi, las marismas (el "bayou" en la jerga local) y un canal.
Hace diez años, los diques cedieron y el agua arrasó con las casas. En Nueva Orleans murió un millar de personas, y en ningún barrio murieron tantas como en éste.
El 80% de la ciudad quedó inundado. Las imágenes más dolorosas, las que revelaron al resto del mundo el abandono de los barrios negros en este país, procedían de aquí. Cotlon, de 45 años, señala a un descampado enfrente de su almacén: "Antes de Katrina aquí había un cine".
"Y todo esto -continúa mientras señala a la izquierda- eran casas. Y hoy no es más que mala hierba."
Por cada casa construida, hay cuatro o cinco espacios vacíos. En algunos momentos, parece más una zona rural que una de las grandes ciudades de Estados Unidos. La mayoría de Nueva Orleans prosperó tras el huracán. En el distrito 9, la cicatriz sigue abierta.
La calle Gálvez desemboca en un muro de cemento. Un centenar de personas se congrega en una reunión vecinal para descubrir una placa que recuerda que aquí, a las 7.45 de la mañana del 29 de agosto de 2005, el muro se rompió.
La ruptura de éste y otros diques de Nueva Orleans por las deficiencias en la construcción -y no el huracán Katrina en sí- provocaron la catástrofe.
La frase se repite en las conversaciones: "No fue una catástrofe natural, sino humana".
Para celebrar la progresiva recuperación de la ciudad, el presidente Barack Obama viajó ayer a Nueva Orleans en el décimo aniversario de Katrina. El mandatario elogió la "excelente capacidad de superación" de los habitantes de la ciudad.
Recuperación
El distrito 9 recuperó, desde el huracán, el 37% de la población anterior; el 98% de los habitantes es negro.
Es difícil ver un blanco en el barrio, pero en la reunión frente al muro hay negros y blancos. Un poeta local, Chuck Perkins, recita unos versos. Recuerdan cómo, tras Katrina, muchos condenaban la ciudad a un declive imparable. "Le gritamos al enterrador / espera antes de echar la tierra / porque todavía no estamos muertos", recita Perkins.
Después, Al Carnival Time Johnson, una figura de la música local y residente del barrio hasta Katrina, se sienta a un piano con una corona de rey en la cabeza y canta su Lower 9th Ward Blues. "Ahora ya no sé adónde ir, / porque mi casa ya no está allí", canta.
Cada persona aquí conserva su recuerdo de aquellos días. Su propio blues. Doris Hicks es la directora de la Martin Luther King School del distrito. Una madre coraje que galvanizó a padres y vecinos para reconstruir la escuela tras el huracán. "Perdimos 30 estudiantes y familiares cercanos", dice. Ha pasado una década, y Katrina ya es material para los libros de historia y las placas conmemorativas.
Para los estudiantes no es pasado. Porque puede repetirse. Y porque el paisaje que les rodea se lo recuerda. El paisaje físico: las casas que faltan. Y emocional: los familiares fallecidos y los que se marcharon de Nueva Orleans para no volver.
"Hay que ir con cuidado: les trae malos recuerdos", dice Keith Theyard, profesor de geografía e historia. Y añade: "Algunos de estos chavales estuvieron atrapados en los tejados de sus casas, en la autopista elevada, en el Superdome", el estadio cubierto de Nueva Orleans donde miles de personas se refugiaron en condiciones insalubres.
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